CALETA OLIVIA - Paula Olivera, estudiante de último año de Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Córdoba y su compañero Alejo Maimó, estudiante del último año de la carrera de Periodismo en el Instituto TEA en la Ciudad de Buenos Aires, alertaron a través de un escrito dirigido a los medios del peligro que corren estos animales debido al persistente acoso humano.

En el año 2008 fue creada la Reserva Natural Provincial “Caleta Olivia”, mediante la Ley 3.028/08. La idea de esta reserva fue la conservación de una población particular de mamíferos: el lobo marino de un pelo (Otaria flavescens). Si bien es la principal atracción del lugar, no es lo único que podemos encontrar.

Junto a esta especie se encuentran otras: aves, entre las que podemos destacar a la gaviota cocinera, al ostrero, al chorlo, al chorlito, al gaviotín, al pato crestón, al petrel gigante, al biguá, al cormorán o al tero; especies de invertebrados marinos como crustáceos (cangrejos, entre otros), equinodermos (erizo de mar, estrella de mar), esponjas de mar, cnidarios como las medusas, moluscos como los pulpos y mejillones; especies de algas (las cuales son refugio de gran parte de los invertebrados); peces, principal alimento de los lobos y de algunas aves.

ECOSISTEMA EN PELIGRO

Todas estas especies se regulan entre ellas, tienen numerosas interacciones que hacen que ese ecosistema funcione. Ahora -se preguntan-: “¿Cómo interfiere el hombre en esta red de interacciones y qué pasa cuando lo hace? Pueden pasar dos cosas: que se accione para bien o que se accione para mal. Dentro de las primeras se puede destacar, por un lado, la creación de la Reserva que le brinda un lugar ‘protegido’ a las especies que en ella habitan, y por otro, la gente que respeta la distancia que se debe mantener entre la colonia de lobos y la zona de avistaje.

Entre las malas acciones se pueden mencionar la invasión de ese espacio por personas que quieren ‘sólo una foto’ o simplemente tirarles piedras para ver cómo reaccionan los lobos. Acá es donde fallamos, en la educación, en saber dónde poner un límite, porque no se trata de lo que yo quiero como ser individual, se trata de lo que hay que hacer para aprender a vivir en armonía con la naturaleza y conservarla en el estado más puro que se pueda”.

“Lo lamentable -continúa diciendo Maimó- es que se han presentado proyectos desde el propio Consejo Agrario, la Fundación Cadace que se encuentra lindera a la reserva e instituciones educativas como el Colegio Secundario de Biología Marina al Municipio para coordinar entre todos una solución de inmediato para que los lobos ya no se vayan cada vez más al sur. Una de las soluciones más rápidas sería el cerrar el espacio con un cerco perimetral para que los turistas y propios vecinos no desciendan a las costas de ese sector, otra sería la puesta de personal municipal (hay de sobra) como seguridad y vigilancia que pueda accionar con las demás fuerzas de seguridad y de aplicación ante una eventual violación a la ley”.

Consultado acerca de cuál es el problema de que la colonia se mueva más al sur, fue categórico al sostener que “el problema es en primer lugar que se están yendo por la sola razón de que los humanos interrumpen su hábitat natural -originalmente la reserva estuvo mucho tiempo en las costas de la ciudad- y en segundo, que sería una pena que se pierda esa reserva que hoy tenemos los caletenses. Y adonde se vayan si no se hace algo concreto los turistas van a seguir invadiendo su hábitat” concluye.

Fuente: La Opinión Austral

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