Una nena caminaba tres kilómetros para poder hacer la taera y una empresa anónima le instaló una antena para que pueda estudiar
Sin señal, la nena había improvisado un pupitre sobre la pirca del monte. Su maestra se enteró de la situación por casualidad, cuando hablaban por teléfono, y le pidió permiso a su mamá para dar a conocer su historia de compromiso y esfuerzo en plena pandemia, lo que se viralizó y generó que un grupo de proveedores de internet se unieran para llevarle el servicio a su casa.
CÓRDOBA - Una nena de 11 años de la provincia de Córdoba no podía recibir la tarea porque en su casa de adobe no tenía señal y tenía que subir hasta una loma, a tres kilómetros, para poder conectarse. Su historia se hizo viral y en las últimas horas recibió ayuda de una empresa anónima, que le permitirá seguir estudiando desde su hogar.
La protagonista de la historia viral y de solidaridad en plena pandemia del coronavirus es Romina Oviedo, alumna de la escuela Rural Leopoldo Lugones en Lutti, una localidad de Calamuchita (Córdoba).
Ella caminaba tres kilómetros a pie y en subida para poder tener señal de Internet y recibir la tarea que le enviaba su profesora.
La menor vive en una casa de campo, a 15 kilómetros de su escuela rural, y la pandemia puso a prueba su compromiso por seguir estudiando, destaca Infobae. Desde el 19 de marzo -cuando se decretó la cuarentena- la maestra Sandra Suárez (48) y los chicos de cinco familias que acuden a la escuela dejaron de tener clases presenciales. Los alumnos se quedaron en casa, y empezó el desafío de estudiar a distancia.
La docente de plurigrado -desde nivel inicial hasta sexto año- se tuvo que reorganizar e ingeniar para no perder el contacto con sus alumnos y lo hizo desde su casa en La Cruz, a 40 kilómetros de Lutti. “Les enviaba semanalmente la tarea por whatsapp, y luego ellos me respondían con las actividades completas. Los llamaba para dar devoluciones”, contó al diario.
“Romina es la primera en establecer el contacto. Soy su maestra desde nivel inicial así que viví de cerca toda su evolución, conozco su varias habilidades: es muy inteligente y resolutiva”, dice Sandra.
Una mañana Sandra escuchó al otro lado del teléfono a la mamá de Romina (Claudia, de 36 años)- decirle: "Dale Romi, que tenemos que volver a casa a preparar el almuerzo', y la maestra le preguntó dónde estaban. “Acá en en la cima de la lomita, porque no tengo señal en casa para descargar las actividades", le contó la nena.
“No lo creí y le pedí que me enviara una foto”, recuerda Sandra, quien quedó atónita al recibir la imagen de su alumna. “Romina había improvisado un pupitre sobre la pirca del monte. Tenía sus útiles, lápices, mochila todo...como en clase”, relata la maestra que no pudo contener las lágrimas.
“Pensé ¡qué compromiso, qué voluntad de progreso! Tanto ella como su madre me podrían haber dicho ‘mirá no tenemos acceso’ o ‘no podemos seguir con las tareas por tal o cual razón’, y en estos meses jamás pusieron una excusa. Caminaban tres kilómetros diarios con sol o lluvia”, agrega emocionada la docente.
Tras conocer su realidad, la maestra le pidió autorización a la mamá de Romina para compartir la imagen en un grupo de whatsapp integrado por varias autoridades. Esa imagen se viralizó en Córdoba. La historia de compromiso y responsabilidad de Romina, contada en Noticiero Doce, emocionó a un grupo de proveedores de Internet independientes que se unieron para llevarle el servicio a su casa.
Los especialistas tardaron cuatro días trasladando todas las herramientas necesaria hasta el lugar. Fue un viaje de cuatro horas, de las cuales dos son por rutas de ripio. Pero lo hicieron Y el esfuerzo valió la pena...
Ahora, con la conexión en su casa, "todo es más fácil; podás llamar por videollamada a Sandra y lo que no sé ahora lo busco en Google, cosa que antes no podía”, cuenta emocionada la pequeña.
“Estamos felices con la solidaridad de la gente, nos cambió la vida. Ahora Romi hace la tarea desde la cocina mientras yo me encargo de la casa”, relató la mamá, que no pudo concluir la primaria.
Toda la familia está convencida del poder de la educación. Claudia colabora también con el comedor de la Escuela Rural. Es quien se encargaba de llevar todos los días a sus dos hijos (Romina y Ernesto) a clases. “Sí o sí es lo tienen que hacer; es lo que corresponde, y eso es lo que le fomentamos en esta casa. No hay excusas para faltar, aunque nieva o hay tormenta. La educación es una responsabilidad de todos”, resalta.
Romina también está convencida de que el camino del progreso es la formación y tiene un sueño que seguro cumplirá “Quiero aprender, estudiar y recibirme para convertirme en peluquera”, anhela.