CÓRDOBA (ADNSUR) – Un estudio de dos docentes e investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba y del Conicet determinó que uno de cada cuatro estudiantes universitarios toma alcohol hasta estar borracho, al menos una vez al mes.

Para el trabajo se encuestaron a cuatro mil estudiantes en 2014 y los siguieron en 2015 y en 2016. Abrieron otra muestra en 2016 (para seguir las trayectorias en 2017 y en 2018) y este año ya hicieron un nuevo cuestionario a 1.500 ingresantes universitarios.

Los primeros resultados arrojaron que el consumo excesivo es reconocido por el 68 por ciento de los estudiantes, y tomar más de cinco medidas de alcohol en poco tiempo (menos de dos horas) es común en el 64 por ciento de los varones y en el 49 por ciento de las mujeres.

Entre quienes comenzaron a beber antes de los 14 años, al llegar a la Universidad casi duplican en consumos episodios excesivos de alcohol frecuentes a quienes comenzaron a beber después de los 15: 37 por ciento contra 20,1.

Aunque todavía no tienen los cruces para aportar las esperadas conclusiones de las trayectorias de un mismo grupo de estudiantes a lo largo de tres años respecto de su consumo alcohólico, el trabajo permite decir, que existe una relación entre una menor edad de inicio con el mayor consumo de alcohol posterior y con la aparición de problemas derivados del consumo excesivo de alcohol.

El mismo indica que la aprobación de los pares y la percepción sobre la cantidad consumida por el mejor amigo/a influyen sobre las conductas de consumo personales. Además es cada vez menos relevante la diferenciación por sexos para el consumo de alcohol. Y la mayor asistencia a “previas” tiene correlación con mayor frecuencia de consumos episódicos excesivos de alcohol y problemas derivados, como no poder recordar una parte de la noche anterior (55 por ciento), hacer cosas impulsivas (47 por ciento), tomar riesgos estúpidos (29,7 por ciento) o tener relaciones sexuales que después se lamentan (13 por ciento).

Los bebedores tempranos (que empezaron a consumir antes de los 14) tienen episodios frecuentes de consumo por atracón (binge) en un 76,3 por ciento. Son ocasiones en las que beben cinco o más latas de cerveza de 350 mililitros (o sus equivalentes en alcohol) en un lapso inferior a dos horas. Como contraparte, el 50 por ciento de los bebedores tardíos (que empezaron después de los 15) tienen episodios ‘binge’.

Todos los indicadores son “significativamente más altos” entre los bebedores tempranos.

“Haber empezado a beber más temprano junto con la percepción de mayor nivel de aprobación de los pares, percibir un mayor nivel de consumo del mejor amigo y tener una baja percepción de los riesgos asociados al uso del alcohol son las variables que encontramos que mejor explican el consumo binge”, sintetiza Pilatti.

La precocidad no tiene efectos cruzados: quienes se iniciaron en forma temprana en el tabaco e incluso en la marihuana y no en el alcohol no tienen los mismos comportamientos que los precoces en la bebida.

Con apoyo de la Secretaría de Prevención de Drogas de la Provincia, un equipo dirigido por Pilatti y Pautassi inició una experiencia piloto en varios colegios provinciales para intervenir en este sesgo de la percepción vinculado con el consumo de alcohol. Si se corrige ese sesgo que sobreestima el consumo del mejor amigo/a, ¿bajará el consumo propio?: eso busca responder el trabajo, que prueba una metodología que si funciona se podría replicar y escalar.

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