Son las 11 de la mañana, prepara un café mientras espera y una vez que suena el timbre sale a la puerta. Por estos días José “Mani” Corchuelo Blasco (76), pasa sus últimas mañanas de recuperación pos - Covid - 19. El 1 de febrero tendrá el alta definitiva y podrá volver a trabajar en el Ministerio de Salud de la Nación, donde cumple funciones como asesor, tras ser convocado por el ex ministro Ginés González García.

“Mani” como lo conocen todos en Comodoro, pero también en Buenos Aires donde mantiene lazos estrechos con las principales autoridades sanitarias, asegura que hasta entonces no hablará de política. Sin embargo, lo terminará haciendo. Es que como cuenta fue muy larga su recuperación pos - Covid, enfermedad que lo tuvo 40 días internado: 11 en terapia intensiva intubado y otros tantos en cuidados intermedios, sala común e internación domiciliaria.

El médico estuvo cerca de no contar el cuento, admite. Sus colegas les dijeron a sus hijas que el panorama era complicado, y no estaban pudiendo revertir su cuadro de salud. Sin embargo, por cosas del destino pudo y hoy puede contarlo. 

“Siempre dije que no hay que dar por pérdida la guerra si previamente no diste todas las batallas y creo que de forma inconsciente las di. Creo que eso fue lo que me salvó porque nunca estuve deprimido, diciéndole al destino qué me hiciste o por qué me enfermé. Tengo las vacunas pero me habré salvado por eso y porque mis pulmones no tenían lesiones severas”, dice a ADNSUR al contar sobre su recuperación.

UNA ENFERMEDAD INVISIBLE

El drama de Corchuelo, quien fue ministro de Salud de Chubut, titular del Área Programática Sur, del PAMI Nacional, diputado provincial, entre otros cargos en una vida volcada a la política, comenzó el 4 de junio del año pasado. 

Ese día empezó a sentirse mal y se hisopó en la Sociedad Rural de Buenos Aires. A la tarde le confirmaron el diagnóstico: Covid - 19, y comenzó el aislamiento en el departamento que tiene en Abasto.

Cuenta que los primeros días estuvo bien, siendo atendido por el médico de la obra social. Sin embargo, al cuarto recayó y sus hijas no dudaron en pedir asistencia médica. Así, fue trasladado al Hospital Anchorena. 

Su cuadro era complejo. Había desarrollado una neumonía bilateral grave y quedó internado en terapia intensiva intubado.

De esos días Corchuelo nada recuerda. Ni los mensajes que alcanzó a enviar en terapia intensiva, ni las tardes haciendo reposo en su casa. Su primer recuerdo es de cuando salió de terapia intermedia para pasar a sala común.

“Ahí tuve mi primer recuerdo, porque no me acuerdo nada. A veces leo el celular y veo mensajes de personas que estoy hablando con alguien y le digo ‘no te puedo hablar, me prohíben, me están por sacar el teléfono’, pero no me acuerdo de nada. Ni siquiera cuando estaba en mi departamento”, dice aún con sorpresa.

Producto de todo el proceso, Corchuelo sufrió neumomediastina y fibrilación auricular, lo que lo obligó a ser medicado. También perdió peso; un total de 22 kilos. 

“Parecía un abuelo”, admite. “Tengo una foto sentado que parezco de 100 años. Tampoco podía caminar, porque cuando uno está internado en terapia después está imposibilitado. Tardé 10 días en caminar unos pasos de la cama al baño”.

Como él no recordaba sus hijas le fueron contando todo lo que había pasado, desde cosas incoherentes que decía hasta los partes médicos. Confiesa que fue duro enterarse de todo. “Lloramos, no las veía hace cuarenta días”.

El ex ministro nunca supo cómo se contagió. Tenía las dos vacunas y se cuidaba mucho, tanto él como al resto. Pero como dice nadie está exento del virus.

Finalmente el 21 de julio Corchuelo pasó a internación domiciliaria y comenzó la recuperación, algo que le costó mucho y que aún no completó en su totalidad.

“Me costó mucho recuperarme. Empecé a notar una gran sensación de mejoría hace tres meses. Lo anterior fue muy duro con sesiones de kinesioterapia, ejercicios físicos, una profesora de educación física, controles médicos, medicación, mucha responsabilidad y una alimentación muy controlada, pero fue muy lento. Me acuerdo que cuando salí estuve un mes encerrado y caminaba dentro del departamento hasta que un día me anime a salir afuera apoyándome del hombro de mi esposa y mi hijo. Recorrer una cuadra fue quedar exhausto y estaba muy inseguro de no caerme. Por suerte eso fue lentamente cambiando y un día le dije al médico que quería volver a recuperarme a mi pueblo, con mi viento, mis olores, mi tierra. Y acá encontré que tenía otro lugar para estar”.

Corchuelo asegura que recibió muy poca gente en sus primeros meses en Comodoro. Su cuadro era delicado y prefería cuidarse. Y a quienes iban los atendía desde lejos o en el patio, sabiendo que poco a poco todo iba a volver a la normalidad. 

A pocos días de recibir el alta definitiva, el ex ministro asegura que la recuperación lo “encuentra con mucho optimismo”. Ya empezó a trabajar en su casa, “escribiendo algunos temas para el Programa Nacional de Naciones Unidas para el Desarrollo” y el teléfono empieza a sonar. No mira series y solo de vez en cuando alguna película. Pasa sus días escribiendo y leyendo, y solo a veces se detiene para ver a Gimnasia y Esgrima o a la Selección, como hizo el jueves frente a Chile.

Como experiencia humana asegura que nunca hay “que dar por pérdida la guerra si previamente no diste todas las batallas”, y como experiencia política, a pesar que no dijo que iba a hablar del tema, siente que también hay una enseñanza.

“Argentina no se achica ante los desafíos graves, esa es una experiencia, pero también tengo una experiencia de dolor por la desvergüenza y la rabia de que algunos apuntan para abajo y muchos de nosotros para arriba. Por eso agradezco el esfuerzo de todo el personal de salud y todos aquellos que colaboraron con esta pandemia, pero no me olvido que tuvimos que tolerar una operación de toda la oposición de no querer la cuarentena y de convocar a enfermarse, porque altos dirigentes iban a marchas sin barbijo; entre ellos dirigentes que dejaron el anterior gobierno sin el Ministerio de salud. Esa es también una experiencia”, dice Corchuelo, el ex ministro que cuenta los días para volver a trabajar y comenzar a hablar de política, su verdadera pasión. 

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