Volver al primer amor: el emprendedor de Comodoro que convierte contenedores en casas
Gustavo Fernández tiene 46 años, vivió mucho tiempo en Ecuador y hace unos meses, ya en Comodoro, decidió comenzar a convertir contenedores en casas familiares, un trabajo artesanal que convive entre el diseño de interiores y el trabajo de fuerza. El sueño de la casa propia se adapta en el siglo XXI.
COMODORO RIVADAVIA (ADNSUR) - Dicen que siempre se vuelve al primer amor y eso es parte de lo que le sucedió a Gustavo Fernández, un comodorense, diseñadores de interiores.
Gustavo hace un tiempo se volcó a la tarea de convertir contenedores en pequeñas viviendas familiares. Así volvió a su primer amor, aquella profesión que eligió cuando terminó la secundaria en el Colegio Hipolito Yrigoyen, tras un paso por el Deán Funes.
Luego de una vida en Ecuador, adonde se fue con la madre de sus hijos cuando eran novios, él volvió a la ciudad y por un párate en la industria petrolera se abocó nuevamente al diseño de interiores, carrera que estudió en Buenos Aires.
Según cuenta a ADNSUR la reconversión de contenedores es un trabajo artesanal que convive entre amoladoras y diseño, el sueño de la casa propia y el romanticismo de vivir en un lugar que no requiere la complejidad de una casa de hormigón, con lo caro y tedioso que implica su construcción. Aunque en estas tierras sureñas, admite, recién “estamos dando aún la primera vuelta, en este tipo de viviendas''.
“Nosotros somos de ladrillo y hormigón. Uno piensa en una casa y la pared debe ser para 200 años, pero esto igual dura mucho, solamente que es de chapa. Es cierto que estamos lejos en comparación con otros países como Colombia, pero en Buenos Aires, Rosario, Uruguay hay muchos lugares donde se trabaja con contenedores. Acá estamos dando aún la primera vuelta y se trabaja mucho en lo que es la industria del petróleo, en lo que es campamento, pero como vivienda somos los únicos o hay muy poquitos que nos estamos dedicando a esto”, asegura.
Gustavo asegura que la gente joven suele ver con más confianza este tipo de proyectos, también comercios y firmas que buscan construir una unidad con movimiento y rápido desarrollo; desde un parador, como realiza una empresa conocida de la zona, hasta una vivienda, como decidieron tres amigos que viven en Camarones.
En el caso de Gustavo trabaja con contenedores marítimos donde vienen las cargas que llegan al puerto de Comodoro. Esas grandes unidades son casi como una caja para los zapatos o una bolsa para un regalo, pero con otra escala de tamaño y producción y luego de un tiempo deben ser dados de baja por la naviera.
El lado positivo de este tipo de proyectos son los costos, mucho más bajos que la construcción en hormigón, pero también la relación que se entabla con el cliente, quien puede ver todo el proceso de desarrollo de otra forma, asegura Gustavo.
“Eso es lo bueno de estos tiempos, que podés documentar todo con lo que está sucediendo en la obra y eso para el cliente es muy interesante. Pero este trabajo es algo muy enriquecedor porque desarrollas una relación muy cercana con tu cliente. Lo único que tiene de diferente es que en vez de tener una pared de ladrillo tenés toda una estructura de acero. Además, los costos son considerablemente más bajos y te da la posibilidad de trabajar fuera del lugar donde vivís. Muchas veces la gente quiere una ampliación y tenés toda la obra en tu patio y eso no ocurre acá, tenés la casa lista para conectar las redes, entonces hay un montón de tiempo que no lidias con la construcción. Un día llega un camión con un módulo de 30 metros cuadrados y maniobra con una grúa y nada más”.
El proyecto de Gustavo apunta a casas modulares pensadas como primera vivienda. Según cuenta apunta a la sustentabilidad. Por esa razón, en muchas casas se utilizan plantas de tratamiento y paneles solares, apostando a las energías renovables.
En paralelo también trabaja en un proyecto de viviendas sociales de emergencia, que ya está ofreciendo a los municipios. “Nuestra intención es poder llegar a los diferentes municipios de la provincia. Armamos un proyecto de dos contenedores de 6 metros apuntado a situaciones de emergencia. Entonces se quema una casa, pasás una máquina y a los días tenés viviendo una familia. Es algo interesante porque podés dar una solución habitacional rápida”, dice.
Gustavo tiene su propia casa modular y asegura que vivir en ella es como hacerlo en una casa de ladrillo. La diferencia es que la puede mover y ampliar con otros módulos similares, una opción que muchos eligen en tiempos donde acceder a la tierra y a la construcción tradicional es todo un desafío.