La historia de Matthew y Brynn no deja de sorprender al mundo y especialmente a los Estados Unidos, país del que son oriundos, dado que son una pareja que rompe con los estereotipos: él es gay, ella heterosexual, se casaron y tuvieron hijos.

“Tenemos un matrimonio fuerte, dos hijas y el sexo es genial”, afirman ambos desde su ciudad de Michigan donde, aseguran, mantienen "sesiones semanales de retroalimentación sexual". 

Si bien Matthew es homosexual y se siente "más atraído por los hombres que por las mujeres", su mujer se describe como heterosexual, pero eso no les impide llevar adelante una relación feliz.

Ambos miembros de la Iglesia de Jesucristo y los Santos de los Últimos Días, una fe que no aprueba las relaciones homosexuales, el hombre aseguró a The Sun que antes de casarse, si bien había salido con hombres y mujeres, nunca había tenido relaciones con nadie, y "no sabía si disfrutaría de la intimidad con Brynn"

Fue en la Iglesia que ambos se conocieron, y tras varias citas, Matthew le confesó a su actual mujer que era homosexual. "Me miró directamente y dijo 'Brynn, soy gay'. Parecía muy serio, o como si estuviera buscando algún tipo de reacción mía", recuerda ella.

Y suma: "Simplemente no fue un gran problema, él estaba conmigo, era su elección, ¿qué más importaba? Ya sabía que no teníamos una fuerte atracción química como la que había experimentado con otros novios, pero realmente no me importaba".

"Sé que él piensa que soy atractiva y se siente atraído por mí, y su orientación sexual no niega esas cosas (...) Estaba realmente feliz de tener una relación en la que el punto clave era agradarnos y respetarnos como personas", añade.

Sin embargo, tras un mes terminaron su relación porque él seguía enamorado de un hombre. Tras varios meses como amigos, volvieron a salir en 2017. “Definitivamente fue un acto de fe, porque todavía no estaba seguro de cómo sería el sexo con Brynn, o con cualquier mujer. Pero confiamos en que los otros elementos de nuestra relación estaban ahí y si esa parte era más difícil, podríamos trabajar juntos", explica él al respecto.

Sin embargo, todo resultó bien, y a finales de año se casaron en Utha. Hoy tras cuatro años de relación, tienen dos hijas: Amandine, de dos años, y Ginebra, de uno.

"Nuestra religión enseña que el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer. De todos modos, también queremos que nuestros hijos sean felices y estén seguros de quiénes son y qué o a quién eligen y se sienten atraídos", consideran ambos sobre su vida actual.

Y cierran: "Estamos muy felices en esta peculiar, única y sublime relación"

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