Cuando viajamos, siempre aparecen contratiempos que nos obligan a redirigir nuestra ruta prevista. Tendemos a quejarnos y pensar que tenemos mala suerte y que siempre nos ocurre alguna cosa. Sin embargo, cuando conozcas lo que le sucedió a Jack Page, todo te lo tomarás de otra manera.

Con 29 años, este organizador de eventos nacido en Northampton, Inglaterra, pasó la última década visitando lugares exóticos alrededor del mundo. Pero la mala suerte lo acompaña, vaya donde vaya. ”La mayoría de la gente dice que soy extremadamente desafortunado cuando les explico lo que me ha pasado”, le dice Jack al periódico británico Daily Mail.

La vaca que embiste

Jack Page cuenta que el año pasado en la India, él y su novia Alice, estaban discutiendo con un conductor de "tuk tuk" que los estaba intentando estafar y, sin darse cuenta, entraron en una zona donde los locales asustaban al ganado como parte de un festival. De repente, una vaca apareció de la nada y los embistió.

Alice salió ilesa de la situación, pero la cabeza de Jack golpeó contra el suelo, pasando el resto del día desorientado. “A la mañana siguiente me encontraba bastante mareado, pero logré escaparme casi sin ninguna lesión”, explica el inglés.

Los lagartos ladrones

Las vacas no son el único animal que se cruzó en la vida viajera del británico. Con su novia también tuvieron problemas con unos lagartos en Borneo, en el Sudeste Asiático.

Todo empezó luego de tomar un barco desde esa gran isla (la tercera más grande del mundo) hasta una muy pequeña y desértica de los alrededores. Al llegar, descubrieron que no había nada más que una pequeña tienda y que estaba cerrada.

Entonces, Jack pensó que podrían estar bien porque llevaban suficiente comida para sobrevivir. Pero el peligro estaba al acecho: la zona de Borneo es la más salvaje de Indonesia con más de 400 especies animales. Fueron de excursión y, a su regreso al campamento, descubrieron que tres lagartos gigantes (alcanzan un promedio de 2,5 metros de largo) se habían comido casi todas sus provisiones. Alice y Jack pasaron cuatro días en la isla sobreviviendo como náufragos, alimentándose de pequeñas raciones, hasta que el barco les llevó de vuelta a Borneo.

¿Remedio o enfermedad?

A pesar de todas estas desgracias viajeras, el inglés temió de verdad por su vida en una ocasión, cuando subió al campo base del Everest, en Nepal. Durante una excursión de 23 días en el Himalaya, contrajo gravemente la giardiasis, una enfermedad diarreica que se transmite normalmente por beber agua no tratada.

Sus síntomas fueron empeorando por los efectos de la altitud y, además, la medicación que tomó le provocó una reacción tan negativa que casi no podía caminar. “Pensé que me iba a morir cuando estaba allí arriba.

Me sentía fatal y los efectos del fármaco eran muy inquietantes. Realmente estaba luchando para caminar”, explica Jack.

El viajero asegura que “en cualquier lugar del mundo uno tiene la sensación de que puede conseguir asistencia médica, pero en el Himalaya no hay ninguna posibilidad”. Si bien sobrevivió, durante un año continuó sufriendo los efectos secundarios del tratamiento al que se sometió.

El tren descarrilad

o en la selva

El viajero recuerda otra ocasión en la que estuvo al borde de la muerte. Estaba recorriendo Myanmar (Birmania) en tren, cuando tuvo la mala suerte de que la formación descarrilara en una zona conflictiva ocupada por militares. Según cuenta, un soldado se acercó y amenazó con dispararle a un turista.

Estuvieron parados 36 horas en medio de la jungla, entre los soldados, y con pocas esperanzas de poder encarrilar la maquina. “Lo vivi

mos con mucho pánico, ya que no era un lugar muy bonito donde detenerse, no debíamos estar ahí“, añade Jack. Después de un día y medio, un grupo de vecinos de la zona logró poner otra vez el tren sobre las vías con la ayuda de unos tablones de madera.

Nuevos retos

A pesar de sus historias, Jack Page no se considera particularmente un tipo desafortunado. De hecho, cree que sus experiencias son especiales para ser contadas y recordadas.

Confiesa que su novia le insiste en que deberían pasar las vacaciones en lugares con playas tranquilas para evitar problemas. Sin embargo, él prefiere destinos poco convencionales . “Afganistán sería increíble, pero no quiero ver a mi familia impidiéndome que suba al avión”, concluye.

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