ADROGUÉ (ADNSUR) - Leandro Guzmán es enfermero, tiene 22 años y vive en Longchamps (sur de Gran Buenos Aires). El joven contó que, cuando viajaba en el tren, una pasajera no quiso que su hija se sentará a su lado y lo llamó “villero” porque llevaba ropa deportiva. El chico decidió responderle con una fotografía. 

“En la última guardia que fui a trabajar, se sube una señora en Adrogué con una nena y la nena se quiso sentar al lado mío. La señora le agarró la mano y escuché por lo bajo: ‘Cómo te vas a sentar con ese villero’”, contó el joven en diálogo con www.deBrown.com.ar.

Sin embargo, el enfermero supo tomarse la situación con humor. Se sacó una fotografía en su trabajo de cómo había llegado vestido y otra usando el uniforme, a modo de comparación. "Señora: ojalá nunca necesite de mí, porque, para su fortuna, la voy a ayudar traiga la ropa que traiga", es el texto que acompaña la imagen.

Esta no es la primera vez que le toca vivir a Lautaro una situación así. “Siempre fue así. Yo me doy cuenta porque voy vestido con ropa deportiva y vuelvo con el ambo y veo a la gente que viene y te mira; y no se sienta al lado tuyo. Todos los días lo vivo”, resaltó.

Su mensaje rápidamente se viralizó.  

Lautaro es hijo de una ama de casa y un metalúrgico y fue el primero en estudiar una carrera en su hogar. Se recibió de Enfermero profesional en la Cruz Roja Filial Almirante Brown e hizo un posgrado de Hemodinamia en la Universidad Favaloro.

“Mi viejo me bancó siempre la carrera. Trabajaba haciendo changas, ayudando a mis tíos en construcción y me ganaba unos pesos. El mayor sacrificio fue haberme perdido mucho tiempo de amigos, salidas. La realidad es que el estudio lleva tiempo y yo no tenía plata”, contó al mismo medio de Almirante Brown. 

Hace un año, el joven ingresó a trabajar en el área de Unidad Coronaria de la Clínica Avellaneda. Allí se practican maniobras de RCP todo el tiempo y hasta se realizan cirugías cardiovasculares.

“Estamos en contacto con la muerte y el riesgo a perder la vida del paciente es constante. Hay gente que se interna una semana y el primer día te contó un millón de cosas y el día que te toca verlo irse en tus manos, es muy duro”, confesó.

Vocación
Si bien en un primer momento pensó en estudiar economía -modalidad que había cursado en la escuela-, la vocación fue más fuerte.

“Terminé el secundario y me fui a anotar a la Universidad de Lomas a Administración de Empresas. Y cuando volvía, yo había vendido mi Playstation 2 y tenía $700, me bajé en Adrogué y averigüe cuánto salía la matrícula. Salía esa plata y me anoté”, contó.

El browniano confiesa que fue su tía “Mary” quien lo impulsó a seguir la carrera. Es que ella también es enfermera. Trabaja en un hospital de Santiago del Estero, lugar que fue escenario de múltiples visitas por parte de Lautaro.

“Desde chiquito iba ahí y me decía: 'Prepárame una jeringa con una aguja, vamos a curar una infección a una señora. Siempre me gustó lo que era el rubro de la medicina, de la salud”, relató.

Futuro
El joven piensa continuar con la licenciatura en enfermería en la Universidad Nacional de Avellaneda. Su mensaje se volvió en una lección de que hasta que punto las personas pueden juzgar cruelmente a alguien sólo por no encajar en los estereotipos impuestos por la sociedad.

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