Hay que pasar el invierno. La frase de Álvaro Alsogaray en 1959 se hizo popular en la mitología argentina, y sirve de referencia para tratar de explicar el desafío al que se enfrenta la administración de Mariano Arcioni en el comienzo de este mes de agosto.

Luego de un 2020 terrible, marcado a fuego por la pandemia, hoy se observa en Chubut un panorama más claro en los números, que permite dar previsibilidad en las fechas de pago todos los meses. Con esta relativa tranquilidad, ahora la discusión pasa por si el gobierno está en condiciones de tener un “gesto” –palabra que el mismo Arcioni utilizó hacia adentro de su gabinete- con los empleados públicos.

¿Están las cuentas de Chubut en condiciones de anunciar alguna recomposición salarial? ¿Se corre el riesgo de cometer el mismo error que hace dos años y volver a complicar toda la ingeniería del presupuesto? ¿Hay paciencia en el ánimo de los trabajadores como para aguardar anuncios más adelante? Son varias preguntas que tienen distintas respuestas, según se priorice la mirada política o la técnica, un debate que se da hacia adentro mismo del gabinete.

Una vez terminado el receso invernal y ya en la previa de la campaña electoral, el segundo semestre comenzó con el retorno de las medidas de fuerza de los gremios docentes, a lo que se suman los reclamos de algunos sectores de la salud pública. Maestros y agentes sanitarios van a la cabeza de una demanda general en el ámbito estatal, que pide una urgente actualización de los salarios ante la caída del poder adquisitivo producto de la inflación.

Los docentes se movilizaron esta semana en reclamo de aumentos salariales.

Lo que se viene observando en los últimos días es que los sindicatos acceden a reuniones con distintos funcionarios, y pretenden que se conviertan en una mesa de negociación. Pero la respuesta del gobierno sigue siendo que -por el momento- no hay posibilidad de hablar de aumentos, ante un escenario en el que aún se continúa con un plan programado para cancelar en cuotas el saldo pendiente de los haberes de los agentes públicos, que se logró gracias a nuevos endeudamientos con la Nación.

Pero más allá del discurso hacia afuera de que una suba salarial sería “una locura” –la frase es del gobernador-, hacia adentro del gabinete se discute por estas horas qué alternativa se puede ofrecer a los agentes públicos. Según un relevamiento realizado por esta columna, se está analizando hacer una propuesta que quizás no alcance a satisfacer la expectativa general, pero se cree que al menos serviría como un aliciente y sería leída como un mensaje del gobierno de que se hace un esfuerzo para aliviar el bolsillo de los asalariados.

La gestión provincial tiene por estas horas dos objetivos básicos, que son difíciles de congeniar, porque parecen ir en sentido contrapuesto. Por un lado, se busca asegurar la “paz social”, un retorno definitivo a la normalidad, con los docentes dando clases y los trabajadores públicos brindando los servicios básicos. Por el otro, la meta sigue siendo el ordenamiento de las cuentas, dejar en el olvido el pago escalonado y el endeudamiento constante, para asegurar una administración “previsible”.

DOS EJES EN CONSTANTE TENSION

Está claro que sostener la paz social con los gremios y a la vez mantener la estabilidad en las cuentas públicas, es todo un desafío propio de un equilibrista, ya que son dos ejes que están en permanente tensión. Si bien la realidad es mucho más compleja, a los fines de hacer más sencillo e ilustrativo el análisis, diremos que esta tensión está ejemplificada en el gabinete por dos figuras que cumplen roles bien diferentes.

Uno es el ministro de Gobierno, José Grazzini, designado por el gobernador como el vocero y “negociador” ante los gremios, el encargado de tejer los acuerdos dentro de un “tira y afloje” permanente. El otro es el ministro de Economía, Oscar Antonena, cuyo rol es llevar adelante el programa financiero, conseguir los fondos, convencer a los acreedores, y explicar hasta cuánto alcanza el dinero. A éste último le gusta definirse en broma como el “Sr. NO”, porque le toca cumplir el papel de negar casi todo lo que le piden.

Oscar Antonena y José María Grazzini.

Entre ambos funcionarios hay una excelente relación, e incluso hemos narrado aquí el tándem que cumplieron hace unos meses para ir cerrando los acuerdos del pago de la deuda con cada sector de empleados. Pero es absolutamente lógico que, en muchas ocasiones, sus ideas choquen.

Si recurrimos a la metáfora de un equipo de fútbol, podríamos decir que Grazzini sería un número 9 que las pide todas, que necesita los centros al área para definir; mientras que Antonena sería un 2 que maneja la defensa y pide prudencia, porque hay riesgo de comerse una goleada en el arco propio. No son rivales, juegan en el mismo equipo y quieren ganar, pero con distintas estrategias.

Siguiendo con la misma alegoría, en ese equipo el número 5 sería el gobernador Arcioni: el que distribuye el juego, el que dice quién tiene la pelota, el que decide cuándo hay que atacar y cuándo se debe defender. A su despacho llama a los dos ministros, los escucha y analiza con ambos los pros y contras de este momento de la economía chubutense.

Con este panorama inicial, y más allá de que aún no hay nada definido, podemos decir cuáles son las dos cuestiones en las que la mayoría de los miembros de la “mesa chica” están de acuerdo en materia salarial, y cuáles los matices que aún falta esclarecer hacia adelante.

ANUNCIO EN CARPETA

Dos cosas están clarísimas para el equipo de gobierno por estas horas, y aseguran que nadie tiene dudas en esto: una es que no va a haber mesas de negociación paritaria salarial sector por sector, porque no hay chances de hablar de un incremento porcentual al básico; la otra, es que cualquier tipo de anuncio salarial que se haga, será general para todos los trabajadores, con una suma fija sobre la que aún no se puede determinar el monto, ni tampoco la fecha.

“No vamos a hace un anuncio para docentes, como tampoco para salud ni para administración central. Si hay algo de plata, va a ser para todos por igual”, dijo a esta columna uno de los hombres claves del gabinete. De este modo, se busca despejar dudas a raíz de ciertos titulares que confundieron en las últimas horas, generando incluso rispideces entre los mismos gremios.

El gobierno anunció que el próximo 9 de agosto comenzará la paritaria nacional docente.

Mientras el gobierno nacional puso fecha a una negociación paritaria nacional docente, en Chubut afirman que no habrá una oferta especial a los maestros, como se quiso imponer mediáticamente en los últimos días, despertando la bronca de dirigentes de la salud. Hay errores del pasado reciente en ese sentido, y en el equipo de gobierno juran que no los van a repetir.

Aún resuenan los ecos de la negociación del ex ministro de Educación, Andrés Meiszner en febrero de 2020, cuando acordó depositar a todos los docentes la deuda salarial antes que al resto de los estatales, con el supuesto compromiso de dar inicio al ciclo lectivo. Pero ni aún aquel gesto, ya con la plata depositada en las cuentas, logró destrabar el inicio de clases en aquel entonces, y en cambio sí provocó un descalabro aún mayor en el resto de las cuentas.

Por lo bajo, hay funcionarios provinciales que se quejan de la política salarial que lleva adelante la gestión nacional, ya que se cierran acuerdos paritarios con cifras siderales que luego deben afrontar las alicaídas cuentas de las distintas provincias “Ellos tienen la maquinita de imprimir billetes a nivel federal, pero nosotros no tenemos como inventar fondos que no están”, protestan en off.

Cuando se consulta al gobierno sobre los docentes, argumentan que siempre fueron la prioridad, y que por ejemplo este año la famosa "ayuda" del ministro nacional Nicolás Trotta, fue una toma de deuda con Anses por $ 6 MM en dos etapas, dinero que comenzará a ser debitado desde diciembre.

El acuerdo entre Nicolás Trotta y Mariano Arcioni en marzo implicó un endeudamiento con Anses para asegurar el inicio de clases.

La explicación de que no habrá subas al básico en el Estado Provincial, se basa en que las cuentas están al límite. En Economía explican que la masa salarial mensual hoy es de 5,3 MM, por lo que un aumento del 10 % implicaría llegar a una erogación de 6 MM por mes, que además sería inequitativa: por ejemplo, los sueldos de $ 40 mil cobrarían $ 4 mil, mientras que los de $ 300 mil cobrarían $ 30 mil, aumentando la brecha entre sueldos bajos y altos.

NUMEROS FINITOS

En Fontana 50 tienen claro que el anuncio consistiría en otorgar un monto fijo para todos: hacen cuentas para ver cuánta plata se podría ofrecer, y en qué momento. La mirada del área económica es que hay que terminar de pagar primero lo que se debe a los activos y jubilados de rangos 3 y 4, con cuotas que terminan en octubre y noviembre. Pero en el sector de Gobierno, se piensa que no hay tanto margen. Algunos temen que no se pueda esperar a fin de año, porque no ven paciencia de los gremios, para colmo con una campaña electoral que seguro tornará aún más raro el ambiente.

En el terreno de la hipótesis, el monto que se podría pagar aún es una incógnita, porque depende de una serie de variables aún indefinidas. Pagar un bono de $ 5 mil por empleado requiere una cifra aproximada de $ 325 M (hay que tener en cuenta que sumando a activos y jubilados se llega a 65 mil agentes); y llegar a $ 10.000 por agente sería un costo total de $ 650 M. Un dinero que hoy no existe en las arcas chubutenses. Sin ir más lejos, es la plata que se acordó por ley que el Banco del Chubut prestará al Poder Judicial para pagar la deuda con sus empleados, algo que viene bastante trabado por el momento.

La advertencia de Antonena -tanto a sus pares del gabinete como a los gremios- es que las cuentas de la provincia llegaron a un ordenamiento producto de la mejora de ingresos por regalías y coparticipación, y especialmente debido a que la reestructuración de la deuda en dólares dio un alivio de U$S 25 millones trimestrales. Pero si este débil equilibrio se rompe con un acuerdo impagable, otra vez volverá el pago escalonado que tanto cuestionaron los empleados.

La Secretaria de Provincias, Silvina Batakis, es una de las encargadas de monitorear las cuentas de Chubut.

Según el ministro, todo este plan está monitoreado por Nación, y el presupuesto 2021 no contempla aumentos paritarios, por lo que esto debería autorizarlo la Legislatura, que el último martes permitió renegociar con Anses vencimientos que vienen desde 2016. En todo caso, la expectativa apunta a que podría haber un guiño de la gestión nacional para patear vencimientos del Fondo Fiduciario. Hay que recordar que fueron tres tramos de $ 5 MM en el último año: los primeros dos en 36 cuotas y el último en 12 pagos desde enero.

Según datos oficiales, la masa salarial de Chubut era de $ 3.695 MM en junio de 2019, cifra que al 30 de junio 2021 ascendió a $ 5.381 MM, lo que arroja un crecimiento interanual del 45,64%. Esta es la respuesta que da Economía para desmentir a los gremios cuando dicen que los sueldos no han subido en los últimos dos períodos.

“Hace un año no se podía pagar el primer rango y hoy pagamos todos los sueldos antes del 4 de cada mes. Pero el Estado no es una bolsa sin fin; no puede dar más, sencillamente porque no tiene”, afirma el ministro Antonena cada vez que se lo consulta. Por ello pide cautela, porque “podemos poner en riesgo la previsibilidad que hemos conseguido”.

Las planillas con los números son cotejadas en conjunto con Nación, y analizadas dentro de la mesa chica del gabinete. Algunos en el gobierno creen que hay parámetros para hacer una oferta interesante, aunque en Economía ponen el freno y bajan las expectativas. La sensación es que algo de dinero habrá, y sería una cifra igual para todos los empleados, aunque aún no están definidos ni el monto ni el momento. Para más precisiones, habrá que esperar los anuncios que podrían producirse las próximas horas.

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