El recuerdo de Próspero Palazzo: la sobrina del aviador que le dio el nombre a un barrio y que fue directora de la escuela que lleva su bombre
Tiene 73 años, nació en 1949, 13 años después de la muerte de Próspero Palazzo, el aviador que hizo historia en la Patagonia, dejando una profunda huella en la aviación civil y comercial. María Inés Ibarguren, precisamente es la sobrina de Prospero y Vito, la heredera de esta historia familiar que la llevó a ser directora de la escuela 722 que lleva el nombre del histórico aviador.
“Es una historia familiar, porque en la familia y los sobrinos el tío Próspero es historia”, dice María Inés Ibarguren, la única pariente directa que queda de Próspero Palazzo en Comodoro Rivadavia.
La mujer tiene una rica historia, no solo heredó la sangre del aviador comercial, sino que también fue docente, directora de escuela 722 y alguna vez dirigió ese establecimiento que lleva el nombre del primer mártir que tuvo la aviación comercial argentina.
Esta última semana se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Palazzo y qué mejor que recordar la huella que dejó en la ciudad, donde fue gestor del Aeroclub y primer presidente de la institución.
María Inés asegura que ser sobrina de Palazzo es un orgullo. “Para toda la familia tener al tío Próspero era un orgullo, pero tener al tío Vito y José también. Y no solo es un orgullo en Comodoro sino también en Tucumán, porque la familia comenzó su historia en Argentina en San Miguel de Tucumán”.
Como cuenta María Inés, los Palazzo iniciaron su historia en Argentina en tierras tucumanas. Originarios de Sicilia, Italia, se asentaron en esa zona donde comenzaría su historia.
Hijo de Salvador Palazzo y María Anfuso, Próspero nació el 17 de octubre de 1904. Se crió en San Miguel de Tucumán junto a sus 9 hermanos, y muy joven dio sus primeros pasos en la aviación, en el aeroclub de la ciudad.
Cuenta la historia que su interés por la aeronáutica era tan grande que fue becado por los integrantes de la institución para que estudie la carrera de piloto en Buenos Aires. En 1925, Próspero obtuvo su título como piloto civil y al año siguiente, realizó el Servicio Militar en El Palomar.
Tras su paso por el servicio, Palazzo volvió a sus tierras donde fue instructor del aeroclub de su ciudad. Durante tres años realizó vuelos sanitarios, llevando pasajeros y correspondencia, hasta que llegó su gran oportunidad.
En 1929, Palazzo se mudó a Bahía Blanca para trabajar en la Aeroposta Argentina. En esa empresa que vinculaba las principales ciudades patagónicas, conoció a Antoine de Saint Exupéry, el célebre autor del principito, que también era piloto.
Palazzo en un principio cubrió la ruta hacia Buenos Aires - Asunción del Paraguay, pero luego fue designado para volar hacia Comodoro Rivadavia y posteriormente a Río Grande.
En esos viajes, Palazzo comenzó a escribir su historia en la ciudad del petróleo. Los registros históricos dicen que en 1935 gestó la creación del Aeroclub, siendo el primer presidente de la institución. Sin embargo, un año después llegaría su triste final.
Palazzo tenía solo 32 años cuando el avión en el cual viajaba se estrelló cerca de Puerto Visser.
El Laté 28 N° 293, matrícula F-AJUXUn, había partido de Bahía Blanca con destino final Río Grande, y escalas en San Antonio Oeste, Trelew y Comodoro Rivadavia. Palazzo volaba junto a Enrique César Brugo, quien realizaba su primer vuelo por la zona.
El parte meteorológico anunciaba un violento temporal de viento y una fuerte tormenta de nieve en esa zona de la provincia. Sin embargo, una vez dejaron a los pasajeros, Palazzo y Brugo partieron hacia Comodoro con correspondencia.
Antonio Torres, un guardahilos del telégrafo, vio el momento en que el viento abatió al avión cerca de Puerto Visser. Los pilotos intentaron aterrizarlo pero chocaron contra un cerro cerca de Pampa Salamanca y se incendió.
Cuenta la historia que una patrulla partió desde Comodoro, pero el temporal de nieve dificultaba la búsqueda del avión. Recién tres días después, su hermano Vito encontró la aeronave.
La noticia conmocionó a Comodoro, pero también a Tucumán. Sus restos fueron trasladados en una caravana hacia el Cementerio Oeste y fueron inhumados el 8 de julio.
En homenaje, en 1938, en Comodoro Rivadavia se inauguró un monolito que recuerda la figura de los dos aviadores. Años más tarde, ese lugar pasaría a conocerse como el barrio Próspero Palazzo, en homenaje a este hacedor.
María Inés nació 13 años después del fallecimiento de su tío. Sin embargo, conoció toda su historia a partir de los relatos familiares y lo que ha representado para la ciudad. Como dice, su orgullo es por Próspero, pero también por Vito, quien murió en 2004, y José, los otros dos hermanos de su mamá que también fueron pilotos.
Es que su vida está ligada a la de sus tíos, ya que su vínculo con la ciudad hizo de alguna manera que su madre llegara a esa zona.
Según cuenta, su mamá vino a Comodoro acompañando a su hermana, que se había casado con Mariano González, el hermano de Roque González, creador de los cines en Comodoro, quien había ido a estudiar a Tucumán por recomendación de Próspero. La mujer estaba embarazada de su primer hijo, y cuando iba a nacer el niño, ella viajó a Comodoro para acompañarla, sin saber que aquí conocería a su esposo, Carlos Agustín Ibarguren, hijo de uno de los pioneros de la ciudad.
Así, terminó radicando en la ciudad petrolera, donde nació María Inés, quien fue profesora fundadora y directora de la Escuela 722 “Prospero Palazzo”.
Para la mujer, que también integró la primera promoción de profesoras en Ciencias Naturales en la Universidad Católica San Juan Bosco, es un orgullo haber sido parte del inicio de ese establecimiento educativo que se fundó en 1986 por un movimiento de la asociación vecinal del barrio, y hoy está emplazada en el mismo sector del monolito a Palazzo.
A 86 años de la muerte del piloto, pocos lazos de su historia quedan en la ciudad. Su hermano Vito falleció en 2004, y su viuda, Lelia Nelly Verdinelli, se encuentra viviendo en Mar del Plata.
Con sus 90 años, María Inés asegura que Lelia es “un relato viviente de lo que fue el aeroclub y su tío Vito”, un piloto que también fue relojero como su padre y que, además de tener una joyería en la ciudad, enseñó el oficio a otros dejando su propio legado.
Por supuesto, María Inés y sus hijos se sienten orgullosos de la historia de su familia y de aquellos hombres que marcaron un hito en la historia de la aviación comercial en la Patagonia.