La conductora de Comodoro que se convirtió en la primera camionera de cargas peligrosas de YPF
Araceli Martinolich tiene 30 años y dos carreras, pero el día que se subió a un Scania 1540 sintió que ese era el lugar que quería ocupar. Vive en Comodoro Rivadavia desde los 18 años y en 2022 se convirtió en la primera camionera de cargas peligrosas de Otamendi & Cia e YPF.
“A veces cuesta cambiar de rumbo, porque ya estás acostumbrada a tu trabajo, tus compañeros y cambiar a algo totalmente nuevo asusta un poco, pero el cambio puede ser para bien”. Araceli Martinolich por estos días se encuentra de franco, descansando, sabiendo que este miércoles participará de un panel de mujeres que contarán sus experiencias en la industria de los combustibles. Su presencia no será una más, ella es la primera camionera de cargas peligrosas de Otamendi & Cia e YPF, la punta de lanza de un nuevo rubro que se abrió para las mujeres en el último año.
Ara, como le dicen sus amigas, tiene 30 años, nació en General Conesa, Río Negro pero hace más de una década vive en Comodoro Rivadavia, la ciudad que eligió para estudiar cuando terminó la secundaría. Hace un año trabajaba como conductora. Sin embargo, su pasión por los camiones viene de hace muchos años. Cuando abre el baúl de los recuerdos aparecen aquellas tardes en la proveeduría que tenían sus padres a la vera de la Ruta 251. Aparecen charlas, gente conocida, de paso, pero también aquellos tanques inmensos que estacionaban en el frente, haciendo una parada estratégica para luego continuar viaje por las largas rutas argentinas.
“Tengo muchos recuerdos, amigos de la familia, compartiendo con gente, muchos camioneros que pasaban a comprar. Yo me crié ahí adentro, estábamos todo el día compartiendo en familia, porque era un negocio familiar, y es al día de hoy que mis papás siguen en contacto con esas personas que pasaban a comprar”. Su familia tuvo la proveeduría durante 15 años. Su mamá estaba embarazada de ella cuando abrieron el local. Así, Ara creció entre clientes y vecinos, quienes iban a comprar mercadería y los chacinados que hacía su padre, “los mejores de la Patagonia”, asegura.
En esos años de infancia también tuvo su primer contacto con el volante. Aún recuerda, aquel día que su padre la subió a un Ford Sierra y condujo dentro de la chacra. También aquella vez que se subió a una 350 y aquellas tardes en que buscaba como excusa tirar la basura al negocio para poder manejar un ratito, una aventura a vuelta de rueda por el interior de la chacra. Eran otros tiempos, Ara lo sabe, sin embargo, para ella significó el inicio de todo. Lo cierto es que durante muchos años los camiones quedaron dando vuelta en recuerdos y Araceli se abocó al estudio. Eligió Comodoro para hacer Ingeniería en Petróleo, y a pesar de que le fue bien decidió dejar la carrera porque sintió que no era lo suyo. La segunda opción fue Geología, carrera que cursó hasta tercer año y que fue abandonando lentamente, una vez que empezó a trabajar. Es que la protagonista de esta historia, además de ser camionera es profesora de Inglés. Desde chica estudió esa lengua y a los 17 rindió un examen internacional que la habilitó para dar clases.
Su ingreso al mundo laboral la hizo relegar los libros. Así, se sumergió como traductora en auditorías internas de una empresa y de en un instituto de inglés. Estaba en ese camino, trabajando también en escuelas públicas, cuando surgió una oportunidad que le cambió la vida. Scania, la fabricante de camiones, lanzó la Tercera Edición del programa Conductoras, y se anotó.
“Me enteré de la convocatoria la noche antes de que cierre la inscripción y me anoté. Justo tenía los papeles que tenía que presentar a mano, pero me anoté de onda a ver qué pasaba”, recuerda. Ara fue una de las 12 chicas seleccionadas entre 1200 postulantes para ser capacitadas en mecánica, conducción, mantenimiento y conducción eficiente de camiones. Pero el proceso no fue sencillo. Para entrar tuvo que presentar todos los papeles y su perfil, rendir un examen y acceder a una capacitación virtual de dos semanas, para luego superar un último filtro eliminatorio. Ara lo pasó y durante un mes estuvo en Buenos Aires, capacitándose de lunes a sábado en Scania y la Fundación Profesional para el transporte, el brazo académico de la Federación de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas.
Con esa capacitación, la joven obtuvo la Linti (Licencia Nacional de Transporte Interjurisdiccional) en cargas generales. Pero como su idea era profesionalizarse luego decidió hacer por su cuenta el curso de mercancías. Así el 30 de marzo de 2022 obtuvo esa habilitación junto a otras compañeras. Ara sabía que iba a terminar siendo conductora. Sin embargo, nunca imaginó que dos semanas después la iban a llamar de Otamendi & Cia.
En mayo cumplirá su primer año como conductora profesional y no puede creer cómo cambió todo. “Fue increíble como cambió mi vida en tan poco tiempo. De haber sido seleccionada entre miles de mujeres de todo el país y ser una de las dos representantes de la Patagonia, en mi caso de Chubut, pasé a tener una oportunidad en esta empresa de tanto renombre en el país, y no solo eso, sino haberme dado la oportunidad de haberme convertido en la primera mujer conductora de cargas peligrosas en YPF, algo impensado. Es un orgullo inmenso, algo que me pone muy feliz, porque de alguna forma también es poder abrir las puertas a nuevas mujeres. Si bien es cierto que ser punta de lanza no es fácil porque todas las miradas están encima viendo que hacés y que no hacés, porque lamentablemente ser mujer todavía es una presión extra, de a poco vamos rompiendo barreras, y eso está bueno”.
En la actualidad ya son tres las mujeres que forman parte de la compañía, y se espera que a futuro haya más. Araceli será la encargada de aportar su experiencia para que ellas ingresen al mundo de los camiones y los combustibles, tal como en su momento hizo con ella Adrián Lazarte, quien la ayudó a conocer los secretos de las rutas del sur, sus condiciones geográficas y climáticas por grandes bajadas y cañadones, con hielo y nieve.
A Araceli sin duda le cambió la vida y lo sintió el mismo día se subió a un camión de flota pesada. “Cuando empecé el curso de Scania, la primera vez que manejé fue un 1540 y me sentí increíble, poderosa, algo indescriptible. Eso me devolvió la felicidad al cuerpo, porque necesitaba cambiar de aire, de rutina. La pandemia fue como que nos abrió la cabeza a todos para tratar de ser felices y está profesión me lo ha dado. Estoy orgullosa, espero que esto pueda incentivar a quien sea, no solamente a las mujeres, de que cualquier cosa que queramos se puede lograr, solo hay que trabajar duro y tratar de hacer lo que uno disfruta, lo que a uno le gusta porque la vida es corta”, dice esta joven que se animó a soñar y está haciendo historia en la industria de los camiones, un trabajo que antes solo era cosa de hombres.