Terminó una semana con reuniones importantes en la Casa Rosada, con intensos cruces políticos luego de los cuales, los protagonistas trataron de controlar el contenido de la información. Como suele ocurrir en estos casos, los involucrados buscaron digitar qué se contaba y la manera en que se lo decía. Cada sector buscó que se difundiera su versión de manera edulcorada, y calificó de operación todo aquello que no lo dejaba bien parado. En ese contexto difícil y resbaloso, igualmente nos arriesgamos desde este espacio a dar nuestra versión de lo ocurrido, pensando como siempre en nuestros lectores más que en despertar la simpatía de los actores de la política.  

Tanto las reuniones del martes, con la dirigencia peronista, como las del jueves, con el gobernador Mariano Arcioni, tuvieron un alto nivel de intensidad, y terminaron de delinear el tono de la próxima campaña electoral que se viene en Chubut. Si bien los participantes buscaron darle un cariz más institucional, vinculado a obras, proyectos e inversiones, el tema que sobrevoló todos los encuentros -que no casualmente fueron convocados por la Nación-, fue la estrategia para revertir el magro resultado que obtuvo en las PASO la lista del Frente de Todos, y el peligro de que el proyecto de Alberto Fernández y Cristina Kirchner pierda dos de las tres bancas chubutenses que hoy tiene en el Senado.

Si hacemos un repaso cronológico, hay que decir que el tono predominante de las reuniones del martes, las que mantuvieron los candidatos y los dirigentes políticos del Frente de Todos, fueron los pases de factura cruzados, tal como era de esperar luego de un resultado adverso. Hubo un discurso de autocrítica por la falta de trabajo a fondo en las PASO, y un diagnóstico común de que se deben ajustar muchas tuercas si se quiere mejorar la performance el 14 de noviembre: tanto desde Nación, con medidas concretas pensadas para la región, como desde la dirigencia local que debe movilizar a todos los que se quedaron en su casa.

Los candidatos chubutenses del Frente de Todos fueron recibidos el martes por el Presidente Alberto Fernández.

A la hora del tirón de orejas, no se salvó ningún dirigente de las ciudades grandes, ya que hubo detallados análisis de pérdidas de votos en todos los distritos. Pero ante este escenario de derrota, los referentes locales llevaron ideas: algunas fueron planteadas al Presidente en el primer encuentro, con medidas de shock que apuntan a la generación de empleo, por ejemplo cubriendo los desequilibrios que genera el ítem zona desfavorable, así como la aplicación de la tarifa social en los servicios públicos y una mayor conectividad aérea.

Otras ideas más vinculadas al armado de campaña, fueron planteadas en la reunión política posterior, que fue presidida por el ministro del Interior y hombre clave de La Cámpora y del cristinismo en el gabinete, como es Eduardo “Wado” De Pedro. Allí, con la presencia de los referentes políticos del peronismo, como Carlos Linares, Juan Pablo Luque, Gustavo Mac Karthy, Ricardo Sastre, Adrián Maderna y Norberto Yauhar, entre otros, se habló de una estrategia más ligada a las jugadas políticas que se pueden llegar a hacer en este mes y medio que queda por delante hasta las generales.

La reunión más política con la dirigencia peronista fue encabezada por Juan Manzur y Wado de Pedro.

En primer lugar, todos los voceros se encargaron de aclarar que nunca hubo un pedido a Nación de bajar la lista del arcionismo, sino más bien todo lo contrario: si se mantiene la propuesta chusotista, se cree que le puede sacar más votos a Nacho Torres que a la lista de Linares. El objetivo fue evitar que se envíe un mensaje que confunda a la sociedad, dando pie a la idea de que “somos todos lo mismo”.

Hay que recordar que ya hubo una maniobra de este tipo hace dos años atrás, cuando Alberto Fernández y Wado de Pedro convencieron a Alfredo Béliz de que baje su lista a diputado nacional -que también había salido tercera-, que finalmente no compitió en las generales de 2019 para despejar el camino a la lista que llevaba a Santiago Igón y Estela Hernández.  

Aclaremos que en este caso, no se pidió bajar al Chusoto, pero sí hubo dos pedidos puntuales de los dirigentes chubutenses: el primero, que Nación se encargue de ajustar las clavijas, a través de Mariano Arcioni, para que los intendentes que están alineados al gobierno chubutense esta vez jueguen a favor de la boleta del Frente de Todos, en parajes y localidades del interior.

Y el segundo, hacer jugar en serio a los delegados nacionales que ocupan cargos en Chubut, y que estuvieron totalmente ausentes. Hubo planteos concretos, con nombre y apellido, de funcionarios nacionales que en nuestra provincia militaron para otras fuerzas políticas, o que directamente, en una especie de “fuego amigo” se dedicaron a fustigar desde las redes y no movieron un dedo. 

El coordinador patagónico del Ministerio de Justicia, Eduardo Hualpa, fue uno de los apuntados por los dirigentes chubutenses.

Hasta aquí, lo central a destacar de la primera tanda de reuniones, de las que los dirigentes peronistas volvieron entusiasmados en que esta vez Nación había escuchado los reclamos y que había un compromiso de tirar toda la carne al asador, tanto desde Buenos Aires como desde los jefes de las tres principales localidades de la provincia. Incluso, con anuncio de visita presidencial y todo. Y luego, llegó desde las mismas oficinas, la otra convocatoria, esta vez, al gobernador Mariano Arcioni.

NUEVO PLANTEO

Se tejieron todo tipo de versiones en torno a las varias reuniones -porque no fue sólo una con Juan Manzur-, que mantuvo el gobernador Mariano Arcioni este jueves en Buenos Aires: primero de cronistas acreditados en Casa Rosada, luego de funcionarios de segundas líneas de Nación, incluso desde oficinas del Congreso y hasta despachos de Fontana 50, mezcladas con posteos en Twitter y posteriormente gacetillas oficiales con versiones lavadas.

La cuestión continuó el viernes, con una serie de desmentidas a la información publicada sobre un pedido nacional para bajar la lista del gobierno: El gobernador Arcioni en rueda de prensa en Rawson, así como dirigentes del PJ de la talla de Juan Pablo Luque y Florencia Papaiani, salieron a denunciar operaciones y filtraciones, aunque sin ser muy específicos sobre los autores y los supuestos beneficiados.

Lo primero que hay que decir es que la idea de ciertos sectores del gobierno nacional de que el arcionismo debería bajar su lista, no son nuevas, y ya se han expresado en varias oportunidades. Primero, en la semana de los cierres de lista, hubo llamados a Arcioni para que no presentara nada, y ofreciendo un lugar para que se sume Fabián Puratich a la lista del PJ, algo que fue descartado por el mandatario.

Ya con el resultado puesto, en esta columna hace dos semanas contamos antes de que se hiciera público en medios nacionales, que habían existido sondeos desde operadores de Nación hacia el gobierno chubutense para que renuncien sus candidatos, a cambio de una ayuda económica, pero que habían vuelto a ser rechazados. 

Y si bien el pedido de la dirigencia de PJ el martes fue claro y contundente, acerca de que esa idea no era acertada -algo que es totalmente cierto, porque nada indica que esa maniobra sumaría votos al Frente de Todos- este jueves volvió a existir un elegante pedido a Arcioni, no tanto en la reunión de primera hora, sino en la que ocurrió a la tarde.

Hay que contar que el primer encuentro en horas de la mañana con Juan Manzur -quien hasta unos días antes era un colega gobernador-, fue en muy buenos términos. Según pudimos reconstruir, allí el Jefe de Gabinete le habría puesto al mandatario chubutense todos los funcionarios nacionales a disposición, tras lo cual, se organizó una intensa agenda en la que Arcioni recorrió despachos de las áreas de Ambiente, Minería y Energía, de las que salió muy entusiasmado. De ahí la frase de la gacetilla chubutense que habla de “la importancia de retomar la producción y el cambio de la matriz productiva provincial”.

El encuentro a primera hora del jueves entre Juan Manzur y Mariano Arcioni.

Luego de ese periplo por diferentes despachos oficiales, llegó la otra reunión, la tapada, porque fue ya tarde y ningún cronista la informó ese mismo jueves. Comenzó pasadas las 18, cuando al gobernador Arcioni, que venía de la gira por diferentes despachos, lo estaba esperando nuevamente Juan Manzur, pero esta vez junto al "armador político", el funcionario que había recibido dos días antes a la dirigencia del peronismo chubutense: el ministro del Interior, Wado de Pedro

Y en esta ocasión, la reunión habría sido en otros términos, más picantes, más ligados a estrategias de campaña y puntos a trabajar para el 14 de noviembre. A partir de lo que se puede reconstruir de ese encuentro, partiendo de una boca a boca de actores allegados a ambos sectores, quedan algunas conclusiones interesantes.

NEGOCIACIÓN

Ante un nuevo esbozo de la "idea" de bajar la lista del Chusoto que se volvió a sugerir por parte de los funcionarios nacionales, hubo una explicación con argumentos de parte de Arcioni de que esa no era una buena salida, que podía incluso ser perjudicial al mismo Frente de Todos, enviando un mensaje contraproducente hacia el electorado que podría terminar volcándose aún más hacia Juntos por el Cambio.

Una vez que el discurso de Arcioni convenció a los interlocutores nacionales de desistir de la idea de un renunciamiento que tampoco estaba garantizado por parte de los candidatos, hubo una contrapropuesta: hay posibilidad de acceder a las medidas que Chubut necesita para una mayor asistencia económica y para reactivar su economía con una nueva matriz productiva; pero para eso, el gobierno chubutense y sus candidatos deben dar una clara señal en la campaña previa al 14 de noviembre.

Concretamente, el pedido de Nación apunta a que en la campaña que comienza, la lista del Chusoto “no se interponga en el camino y libere la pista” a la propuesta del Frente de Todos, en la búsqueda de acortar la distancia con Juntos por el Cambio. Se trata de una pelea que obsesiona a Cristina Kirchner: la de no resignar las dos bancas de la mayoría en el Senado, que la dejarían sin quórum propio.

La respuesta del gobernador habría sido que eso no depende ya de él o sus candidatos, ya que en primer lugar hay una responsabilidad en la elección de los nombres que el Frente de Todos puso en su propia boleta. Y le habrían respondido que más allá de eso, hay cosas que sí se pueden hacer, como por ejemplo, “bajar línea” a sus intendentes. Esto apunta a un interesante grupo de jefes comunales de pequeñas localidades y parajes del interior, que en las PASO hicieron triunfar a la lista de Chubut Primero, y que en esta ocasión se pretende que puedan a traccionar votos hacia la boleta del gobierno nacional.

Rubén Calpanchay, Genaro Pérez, Mario Pichiñán, Marcelo Limarieri y Ariel Molina. Algunos de los intendentes que militan con Arcioni.

Y el otro pedido habría sido bien concreto: morigerar el contenido del mensaje, hacerlo más amigable con el gobierno de Alberto Fernández. En buen romance, que los candidatos de Arcioni ataquen con su discurso a Nacho Torres, pero que dejen tranquilos a los candidatos del albertismo, y que no cuestionen las políticas nacionales.

Claramente, ese pedido estaría apuntado a Federico Massoni, quien suele hacer uso de una verborragia que tiene como blanco a La Cámpora y a actores locales del peronismo. Incluso el mismo jueves, cuando trascendió el contenido del encuentro Arcioni-Manzur, el ministro de Seguridad salió por las redes a denunciar la “polìtica anacrónica” y a asegurar que “Linares no quiere opciones porque no se le cae una idea. Mandemos a la casa a los vagos y a los que viven de privilegios”.  

¿Está en condiciones Arcioni de comprometer un mensaje light de Massoni contra el gobierno nacional? ¿Es capaz de garantizar que exigirá a su funcionario que acate sus lineamientos en aras de un acuerdo político? No parece posible por estas horas, en las que ya hemos contado que entre ambos no pasan por el momento más cordial en su relación.

Una lectura a modo de conclusión, marca que la gestión de Arcioni necesita claramente una mano del gobierno nacional para avanzar en una serie de pasos que le den mayor oxígeno, incluso con medidas que pueden depender de los votos de los diputados peronistas en la Legislatura. Y a su vez, el gobierno nacional cree necesitar una mano de la fuerza provincial del Chusoto para implementar su plan de levantar votos en noviembre con el objetivo de revertir el resultado contra Juntos por el cambio.

La negociación está abierta, nada está cerrado aún, y allí entran en juego otros actores que se resisten a muchas de estas movidas. ¿Habrá predisposición de los legisladores provinciales del Frente de Todos de dar una mano a la gestión de Arcioni? ¿Accederá Massoni a bajar el tono de sus críticas al gobierno nacional ya los candidatos del PJ local? ¿Se dejarán convencer los intendentes de las localidades del interior de trabajar a favor de la boleta de Carlos Linares?

La campaña acaba de comenzar, y habrá un mes y medio para descubrir si estos acuerdos que se tejen en los despachos nacionales son capaces de llevarse a la práctica, o si todo sigue igual, para unos y para otros. Está en juego, nada más y nada menos, que el quórum del oficialismo en el Congreso, y la tranquilidad de la gestión chubutense.

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