Los pingüinos de Chubut, las aves marinas que invitan al turismo, la conservación y a la ciencia gracias a su amplía distribución
Habitan la Patagonia desde hace mucho tiempo, pero hace un siglo comenzaron a asentarse en colonias sobre la costa continental de Chubut. En la provincia habitan más de 30 colonias de pingüinos, siendo un privilegio para la zona. Una de las más modernas está en la Estancia El Pedral, mientras que Punta Tombo, que inaugurá su temporada este lunes, nació cerca de 1920. En este informe, te contamos sobre la presencia de esta especie en estas latitudes, el trabajo de investigación y conservación que permite saber más sobre ellos y lo qué pasa en su ruta migratoria.
Un pingüino puede nadar unos 12,000 kilómetros en el trayecto de migración que realiza cada año. "Taylor Swift", una hembra, por ejemplo, recorrió 5,700 km hacia las costas de Brasil, completando unos 12,000 km, ida y vuelta. “Messi”, en cambio, sumó 8,000 kilómetros. Mientras que “Dibu Martínez”, primero se fue al sur para luego corregir su ruta hacia el norte; un comportamiento que hoy es analizado por un grupo de investigación.
Estos datos, con nombres de estrellas del fútbol o de música, surgen del estudio que realiza Global Penguin Society (GPS), la fundación que encabeza el científico y conservacionista Pablo García Borboroglu, que el año pasado fue distinguido con el premio Indianapolis Prize, considerado el Nobel de la Conservación.
La investigación, a través del seguimiento con transmisores satelitales, estudia el comportamiento de estas aves que eligen a Chubut como su lugar de hábitat en el mundo, permitiendo trabajar en su conservación y preservación, algo fundamental para que sigan eligiendo Chubut con todo lo que conlleva en materia de turismo, ciencia y naturaleza; un verdadero privilegio.
Este lunes abre la temporada de Pingüinos de Magallanes Punta Tombo, el emblema turístico de Chubut en relación a esta especie. Sin embargo, pocos saben que la población de pingüinos en la provincia va mucho más allá de este hermoso lugar, ubicado entre Trelew y Comodoro Rivadavia.
En Chubut hay más de 30 colonias de pingüinos y cada una tiene sus características e historia: desde las Islas Leones y Tova con al menos 150 años, Tombo que tiene registros desde 1920, hasta la colonia en “la Estancia El Pedral”, que se descubrió como colonia hace 15 años, a Punta Clara que data de 1940.
García Borboroglu lo explica: “Nosotros hipotetizamos que antes los pingüinos estaban limitados a las islas por la cantidad de predadores terrestres que había, pero cuando apareció el desarrollo ganadero y hubo una gran disminución de predadores, como zorros o pumas, fue una gran oportunidad para ellos de conquistar el continente y ahí nacieron colonias como Tombo”.
“Recientemente completamos un censo de toda la población de Chubut y Río Negro, y censamos 35 colonias. Obviamente hay colonias más chicas, otras mucho más grandes, pero lo que tiene Chubut de importante es que es el lugar que alberga a la mayor población mundial del pingüino de Magallanes, inclusive están las dos colonias más grandes del mundo: San Lorenzo, al lado de Punta Norte, en Península Valdés, que tiene 204.000 parejas reproductivas; y la segunda que es Punta Tombo con 139.000 parejas reproductivas”.
Por supuesto, no todas las colonias están abiertas al turismo. Además de Tombo se puede visitar San Lorenzo, Cabo Dos Bahías, algunas islas próximas, Caleta Valdés y la colonia de la Estancia El Pedral. Cada una tiene diferentes pautas de manejo y conservación de acuerdo a sus características. El resto son lugares donde el hombre no llega o no están preparados para abrirlas a visitas.
“Es la única manera de que las colonias sean saludables, seguras y sigan creciendo”, cuenta Borboroglu en este sentido, y lo ejemplifica con el trabajo que se realizó en la colonia de la Estancia “El Pedral”, en Punta Ninfa, donde hace 15 años se descubrió una colonia con su equipo de trabajo.
“Cuando llegamos había muchos problemas de conservación porque había mucho disturbio humano. Gente que llevaba perros, prendía fuego para hacer asado al lado de los nidos, cazaban, arrojaban basura, un desastre, pero lo logramos proteger y de 12 pingüinos que tenía al principio ahora tiene más de 8000 mil”.
UNA VIDA DEDICADA A LA INVESTIGACIÓN
Borboroglu hace más de 35 años trabaja en la conservación y preservación del pingüino. En la década del 80 ya limpiaba pingüinos empetrolados en las costas de la provincia y en 1991 participó de la gran campaña que se realizó para salvar a miles de pingüinos afectados por un derrame de petróleo que mató más de 17.000 ejemplares en dos meses. Desde entonces, se dedica al estudio y conservación de esta especie, analizando diferentes aspectos de su ecología, incluyendo su comportamiento, su patrón migratorio y su vida en tierra para reproducirse y en el océano para alimentarse y migrar
Recientemente, a través de un proyecto de investigación que es liderado por Global Penguin Society, financiado por National Geographic y que involucra a Parques Nacionales, la provincia del Chubut, el Conicet, García Borboroglu se puso a la cabeza de otro estudio: la colocación de transmisores satelitales a 20 pingüinos en diversas colonias de la costa del Chubut para poder obtener información sobre las rutas de migración.
Los resultados fueron sorprendentes. “El estudio nos permitió tener grandes avances en relación al comportamiento de la especie”, explica el investigador. “Estos pingüinos son uno de los grandes migradores. De las 18 especies de pingüinos que hay en el mundo, es una de las que más migra. Nadan alrededor de 16.000 kilómetros por año y pueden vivir entre 30 y 35 años. Entonces calculamos que un pingüino, en su vida, nada el equivalente a dar 12 vueltas al planeta”.
“Otra cosa importante de esta especie es que en el 85% de los casos tienen una alta fidelidad de nido, es decir, vuelven a su nido. Entonces, por más que naden 12 mil kilómetros durante el invierno, tienden a volver y se vuelven a encontrar con su pareja para reproducirse. Hay estudios que demuestran que en Tombo hay parejas que han estado juntas reproduciendo 17 años, al menos. Pero la pregunta nuestra era qué pasaba en el invierno: ¿siguen estando juntos? Y lo que vimos es que cada uno migra por su lado, y tiene sentido porque los machos son los primeros que regresan al iniciarse cada temporada reproductiva en septiembre y después llegan las hembras.”
“Lo que también vimos este año es que no todos migran, sino que hay un porcentaje, un cuarto aproximadamente, que son residentes; están todo el invierno en el océano, pero están frente a las costas de Chubut, Península Valdés, el Golfo San Matías. Se alimentan, comen y cuando empieza la temporada, vuelven a su nido a reproducirse.”
“Por otro lado, al seguir su ruta migratoria, vemos cómo esto se solapa con las áreas que son frágiles para los pingüinos, si atraviesan zonas de intensas pesquerías, riesgo de contaminación de petróleo o desarrollo petrolero y demás, y nos ayuda a proponer acciones de conservación puntuales para mitigar cualquier impacto sobre ellos”, enumera sobre todo lo que permite saber estas investigaciones realizadas hasta el momento.
Pero el trabajo no se detiene. La Global Penguin Society también trabaja junto a la Universidad de Stanford. Uno de los estudios apunta a saber cuáles son las condiciones del océano que buscan los pingüinos para su migración, intentando predecir cuáles serán los cambios que va a haber en el océano en función del cambio climático, lo que podría cambiar el patrón migratorio de las especies en un futuro.
En este sentido, ya se visualiza un cambio de comportamiento que impacta en la distribución y tamaño de las colonias, explica el especialista. “Cuando vemos a la población en Chubut, vemos que hay colonias grandes del sur, como Islas Leones o Punta Tombo, que han declinado en los últimos 20 o 30 años, pero las del norte han incrementado de forma muy importante su población, como Caleta Valdés o San Lorenzo”.
EDUCAR Y CONCIENTIZAR
Este año los transmisores satelitales se colocaron en cuatro colonias del frente de Chubut para que se cubra todo el espectro de colonias, desde las más pequeñas a las más grandes. Así, a mediados de abril, antes de que los pingüinos vayan al mar, un grupo de investigadores les colocó transmisores a pingüinos de colonias de Bahía Bustamante, Isla Leones, estancia El Pedral y San Lorenzo.
Como se mencionó anteriormente, se analizó el viaje de alimentación, pero también se utilizó como herramienta de educación y concientización, permitiendo que la comunidad pueda seguir en vivo en forma online la ruta migratoria de los pingüinos, y así conectarse mucho más con ellos visitando la página www.globalpenguinsociety.org
“A la gente le gustó mucho esta posibilidad de conectarse con un pingüino transmitiendo en vivo en medio del océano durante todo el año. Tenemos gente que en Uruguay seguía a “Messi” y cuando llegó a la costa, la gente fue a buscarlo a ver si lo veía. A ese nivel estamos. Fue muy buena la campaña, sobre todo con estos nombres de celebridades”, dice García Borboroglu.
Para el investigador es esencial concientizar y educar sobre la importancia de la conservación. “Todos ganamos, porque la naturaleza gana, el turismo gana y la conservación gana. En Chubut hay al menos 20 mil familias que dependen del turismo de naturaleza y conservar también tiene un correlato muy fuerte para las economías regionales, entonces la protección de la naturaleza también beneficia a la economía, no es solamente una cuestión de preservación, y Chubut tiene el privilegio de ser un paraíso de la naturaleza muy importante, pero también es una gran responsabilidad.”
“Todas estas especies han estado millones de años en estos lugares y nosotros los humanos hemos venido en el último momento. Entonces tenemos que acostumbrarnos a que estos lugares son muy ricos en fauna y cuando uno se encuentra con esta fauna la debe respetar. No necesitamos tener un guardafauna o un policía al lado para poder respetar a los animales. Tenemos que entender que son animales salvajes. No tenés que tirarle una piedra para conseguir una foto u obsesionarte con que el animal vaya al mar o tratar de darle de comer. Sin hablar de gente que realmente no los respeta, porque hay gente que les tira tiros a los lobos marinos o hace caballito en los cachorros de elefante marino, o decapita maras. Hay muchísimas cuestiones de gente que vandaliza o no respeta. Lo importante es que cuando uno visita estos lugares, los visite y pueda irse sin dejar ninguna huella, ningún rastro de que estuvo en estos lugares”.
MÁS LEGISLACIÓN PARA CONSERVAR
Más allá de todo, Chubut ha avanzado a pasos agigantados desde 1991 a la fecha en materia de preservación. El investigador lo dice, el histórico derrame ayudó a visibilizar el problema. “Era un tema que no se reconoció políticamente y luego, con un trabajo con diferentes ONG, se logró que se apruebe una ordenanza de prefectura para alejar la ruta de los buques petroleros de las costas. Eso sumado a la tecnología moderna de detección de derrame de petróleo ayudó a disminuir el impacto. Para que te des una idea, en los 80 morían 40.000 pingüinos empetrolados por año en Chubut y esa cifra disminuyó a 20 individuos por año como mucho”.
“En nuestro caso, hemos trabajado mucho para proteger las costas de Chubut. Por ejemplo, hemos coordinado la creación del Área Marina Protegida para Punta Tombo junto al Gobierno, ya que originalmente, cuando se creó el Área Natural Protegida, esta contaba con solo 210 hectáreas en tierra, las cuales, incluso hoy, protegen únicamente la mitad de la colonia de pingüinos de Punta Tombo. Además, no había ninguna protección para las zonas marinas que los pingüinos utilizan para alimentarse. En 2015, realizamos todo el trabajo necesario para que la Legislatura aprobara la creación del Área Marina Protegida, extendiendo así la protección también al mar. También creamos la Reserva de Biosfera de la Unesco Patagonia Azul, que es la más grande del país, desde Puerto Visser a Isla Escondida y va desde la ruta 3, tierra adentro, hasta 24 millas marinas mar adentro. Es el sector costero de mayor biodiversidad de Argentina.”
Por supuesto, aún queda mucho trabajo por hacer, principalmente en tiempos en que las presiones humanas aumentan. “Necesitamos trabajar mucho más en Chubut en la legislación que protege estas especies, porque hoy es insuficiente y esto hace que ponga a estas especies en vulnerabilidad. Es importante que la ley acompañe esto, porque a medida que aumenta la población empieza a haber muchas interacciones dañinas para la fauna y no necesariamente hay leyes que las protejan. Chubut no tiene Fiscalías ambientales donde se pueda denunciar daños al ambiente o a las especies, donde fiscales y jueces tengan una formación específica ambiental, pero aún así, si no hay leyes, no hay mucho que fiscales y jueces puedan hacer. También tenemos que entender que todo lo que es fauna es un bien público que le pertenece al Estado y no es propiedad del dueño de la tierra donde esta fauna se encuentre. Eso hay que entenderlo para evitar daños innecesarios".
“Pero manejar lugares turísticos donde el atractivo son valores naturales y ambientales frágiles es una gran responsabilidad”, insiste García Borboroglu. “Entonces los que gestionan estas áreas deben tener la capacidad de poner límites a determinadas cuestiones. No puede ser que vengan tres o cuatro cruceros un mismo día y entre toda la gente que quiera ir a estos lugares sin ningún tipo de regulación o implementación de capacidad de carga, no solamente para proteger el ambiente y las especies, sino también para proteger la experiencia del visitante. Entonces tenemos que tener la capacidad de limitar y si hay muchísima gente en el sendero el resto deberá esperar a que vaya saliendo gente para entrar, como pasa en todos los destinos del mundo, porque si no se arruina la experiencia y empieza a tener impacto sobre el lugar y sobre la imagen internacional del destino.”
García Borboroglu lo dice “para los Pingüinos de Magallanes su hábitat es de fundamental importancia, dadas sus caracteristicas de vida y su fidelidad a su nido y colonia. Para su ciclo de vida es crucial y por eso hay que cuidar las colonias todo el año, incluso en invierno cuando el pingüino no está”.