Daniel Ferrada, el chef del camino que dejó su huella en Rada Tilly y Comodoro.
Fue parte de los Chucaro, aquel grupo de chefs que comenzó a definir una identidad gastronómica de Chubut. Estuvo al frente de Rueda La Mata en Rada Tilly, el restaurante que se distinguió por traer a prestigiosos chefs, como Santiago Giorgini y Francis Mallmann, y tuvo un paso por Esquel donde comenzó su historia en la provincia, en el Centro de Alta Montaña La Hoya. Daniel Ferrada es un nómade, y hoy se encuentra en Estados Unidos, luego de iniciar un viaje por el mundo que lo llevó a 13 países y a crear “Cocineros del camino”, una empresa que le permite hacer gastronomía de otra manera.
“Chubut me dio todo lo soy”, dice Daniel Ferrada y no se olvida de su paso por la provincia, el lugar donde dio un salto gastronómico que lo llevó a participar de diferentes emprendimientos, eventos de promoción turística y agrupaciones gastronómicas que dejaron una huella. Hoy Ferrada es el ‘chef de los caminos’, como se denomina en su canal de Youtube y se llama su empresa; y se encuentra en Virginia, Estados Unidos, trabajando con German Lucarelli, un chef argentino que llevó las recetas de sus abuelas a ese país y factura más de un millón de dólares con su cadena de restaurantes.
Ferrada hace un año llegó a esas tierras, luego de un largo viaje que lo dejó varado en Perú, en plena pandemia, y que le ha permitido conocer al menos 13 países en una experiencia gastronómica distinta.
Oriundo de Malargüe, Mendoza, Ferrada llegó a Chubut, luego de formarse en Buenos Aires, donde comenzó a dar sus primeros pasos en la cocina. Era muy joven cuando se fue a Capital Federal buscando salir de su tierra en busca de oportunidades. La ciudad donde estaba su hermano, Germán, fue su destino, y junto a él dio sus primeros pasos.
Por entonces, el mayor de los Ferrada trabajaba en la cocina del Gato Dumas junto a Germán Lucarelli.
Daniel se sumó a ese mundo de platos y cámaras, pero empezó de abajo. Su tarea era lavar copas y manejar. “Era lo primero que había de trabajo”, recuerda en diálogo con ADNSUR desde Maine, donde hoy vive. “Entré en un mundo donde era chofer, bachero y los fines de semana trabajaba de seguridad en Boliche. Dije ‘estás en Buenos Aires, no estás en tu tierra, entonces tenés que defenderte y trabajar de lo que sea, y así empecé. Pero de a poco me empecé a meter más en la cocina y miraba a los cocineros. Veía a mi hermano, a los amigos, íbamos a los eventos y miraba al Gato Dumas, que hablaba con los capos de cocina y se iba, pero pasaron cinco años y pude progresar”.
Cuenta Daniel que luego de cinco años trabajando en la empresa del Gato Dumas, el chef le dio la oportunidad de manejar el catering de su firma. Y tras esa experiencia llegó la oportunidad de venir a Chubut, gracias a la empresa Frontera Sur que lo trajo para manejar La Hoya.
“Ahí comienza mi carrera más profunda en la gastronomía”, admite Daniel, quien vino junto a su mujer, Marita Muñoz. “Llegamos a un lugar desconocido para nosotros a manejar La Hoya, que venía en una época de muchos tropiezos. Hicimos una buena temporada, hice muchos amigos, y empecé a amar Esquel porque empezó un mundo nuevo que era diferente a lo que conocía. Eso fue en 2005, después me contrataron de Lago Futalauquen para la temporada”.
“Ahí iba a puerto Limona y soñábamos con mi mujer tener un restaurante en el parque, y el segundo año, en 2007, abrimos nuestro propio restaurante. Primero nos mirábamos las caras pero después hacían cola. A la gente le gustaba pero siempre me criticaban porque no podían tomar un buen vino por la distancia que había en la ciudad. Entonces lo tuvimos cuatro años, y después salió la oportunidad de abrir El Mirador en Esquel”.
Esas experiencias marcaron a fuego a Daniel y fueron la puerta de entrada a la Cuenca del Golfo San Jorge, donde llegó convocado por la familia Salgueiro y Pérez. La propuesta consistía en abrir un restaurante en Rada Tilly y hacerse cargo del tambo que la familia Salgueiro había puesto en Sarmiento, un atractivo proyecto de quesos y productos gourmet.
Así, Daniel y Marita llegaron al sur de Chubut, donde las montañas desaparecen y el mar se hace inmenso. Rueda La Mata se convirtió en uno de los mejores restaurantes de la villa y trajo a destacados chefs, en un momento en que la promoción turística, los eventos y la gastronomía estuvieron en auge, tal como se proyecta ahora desde Comodoro.
La experiencia duró un año y medio, y en ese ínterin, Daniel comenzó a trabajar junto a otros chefs de la región, como Pablo Soto y Gustavo Rapetti, en un Chucaros, (Chubut Cocina de Autor), un movimiento que influyó en muchos cocineros jóvenes como Adrián Rosales.
En paralelo, mientras trabajaba en promoción, Daniel soñaba con traer el mirador a la costa de Rada Tilly o armar un restaurante en Sarmiento. Sin embargo, esta vez su compañera dijo que no y tenía sus motivos.
“La vida del chef dueño era muy sacrificada y ella estaba un poco cansada de todo lo que habíamos vivido, porque habíamos estado 10 años de no tener horas libres, vacaciones, fiestas. Entonces un día dijimos ‘basta’ y decidimos cerrar a pesar que estábamos en auge, porque Rueda La Mata tenía muy buena clientela. Entonces le dije a mi mujer ‘vos querés viajar, bueno: vamos a vender todo, vamos a trabajar hasta el último día y nos vamos’”.
Daniel admite que con esa decisión murió una parte de él. Cuando iba por la Ruta 40 en dirección a Malargüe a dejar lo poco que les quedaba del restaurante, sabía que nada volvería a ser igual; dejaba la gastronomía que había conocido y se sumergía en una aventura de viajes y experiencias.
GASTRONOMÍA EN VIAJE
En total, Daniel y Marita viajaron por 13 países. La aventura comenzó en Europa, su primer destino, aprovechando que su hermano Germán estaba en España. En Toro participó de un torneo de tapas y obtuvieron los tres premios que tenía el concurso, con una tapa de langostino relleno de hongos con hoja de calamar.
A la semana de esa experiencia continuó el camino a Boston, invitado por un amigo, y así comenzó a viajar por distintos lugares, a través de las redes de amigos que había hecho. Ferrada incluso viajó a Italia para ir a ver al Papa Francisco y lo logró. Se sacó una foto con Bergoglio y le bendijo su chaqueta.
Pero Daniel regresó a Estados Unidos y creó Cocineros del Camino, su propio emprendimiento que lo llevó por diferentes lugares del mundo para participar de eventos. “Pensé ‘como turista ando trabajando y gano más plata haciendo esto que rompiéndome la cabeza en un restaurante propio’. Entonces íbamos a diferentes lugares y nos iban pagando. Entonces dije ‘este es un negocio’ y ahí empieza Cocineros, en el camino a viajar por diferentes partes del mundo contratado o no contratado, pero cocinando por diferentes lugares que realmente nos han gustado.”
Previo a la pandemia, Daniel viajó a Perú, donde quedó varado, y luego volvió a su tierra. Pero una vez que comenzó a flexibilizarse todo, viajó a Chile y hace un año volvió a Estados Unidos, primero a Washington y luego Virginia contratado por su amigo, Germán. Allí difunde lo que tanto le apasiona, la cocina criolla y los fuegos argentinos.
“Somos una línea de cocineros que hacemos cocina a carbón. Germán es amante de la Patagonia, cocina argentina, por eso su restaurante se llama Fuegos Perdidos, Patagonia. Ahora está lanzando un libro que está en Amazon con 30 mil copias, y yo vine con mi señora para poder apoyar este proyecto. Pero trato de disfrutar el momento, tratar de disfrutar de diferentes lugares, así como hice en Chubut, la provincia a la que le debo lo que soy, porque gracias a Chubut estoy donde estoy”, sentenció.