Las obras urgentes para evitar hasta 4 cortes de agua por semana y el debate pendiente para un recurso esencial
En los próximos 4 meses deberán ejecutarse tareas tendientes a evitar que se duplique la falta de agua que ya sufre la región en cada verano.
Para atenuar el déficit de agua que ya se proyecta frente al próximo verano, la SCPL propuso al gobierno provincial una serie de obras que incluyen la contratación de bombas y el corrimiento de la toma del sistema acueducto, con inversiones que oscilan entre los 550.000 y 700.000 dólares.
Las proyecciones dan cuenta de que el nivel mínimo del lago Musters podría llegar en diciembre, mientras que los niveles de marzo podrían quedar hasta un metro por debajo de la capacidad operativa para transportar agua.
Los paliativos necesarios para pasar el próximo verano tornan necesario diferenciar las decisiones urgentes, de los debates más profundos y que llevarán más tiempo para resolver.
En cada verano, faltan 2,2 millones de litros de agua por hora, es decir casi 53 millones de litros por día, lo que obliga a tener al menos uno o dos cortes del servicio por semana.
La colocación de bombas adicionales que se propuso el último viernes no es para resolver ese problema, sino para evitar que se agrave.
El riesgo concreto es que si la segunda toma del acueducto queda por arriba del nivel lago Musters, entonces en cada hora faltarán 4 millones de litros, mientras que por día la falta llegará a casi 100 millones.
Siguiendo ese razonamiento, entonces los cortes de agua para la región en la que viven 400.000 habitantes se aplicaían entre 2 y 4 veces por semana.
Las voces de la política
Entre las posturas que se escucharon en los últimos días, irrumpió la del intendente de Sarmiento, Sebastián Balocci, quien expresó su opinión contraria a las obras que se requieren con urgencia.
El jefe comunal sarmientinoió confundió acciones que se necesitan de forma urgente, con una discusión que llevará mucho más tiempo.
Es que si bien es necesario estudiar alternativas como la que mencionó en torno a la desalinización de agua de mar, no puede perderse de vista que los actuales costos de esa tecnología la tornan inviable por el momento, al menos para el consumo de agua de la población.
Y aun cuando se cuente con los fondos necesarios, no es un proceso que podrá resolverse en los próximos meses. Caleta Olivia puso en marcha una planta, pero estuvo lejos de aportar las soluciones esperadas, ya que sigue dependiendo del acueducto del lago Musters.
Balocci también confundió la cercanía del lago con la propiedad del recurso. No es una cuestión de “solidaridad” distribuir el agua para el consumo humano y el desarrollo productivo.
Las reservas de agua pertenecen a todos los ciudadanos de Chubut, al igual que el petróleo y gas que se produce en cercanías de Comodoro Rivadavia y Sarmiento.
Lo contrario implicaría establecer fronteras entre ciudades. La guerra del agua no debería ser entre ciudades hermanas.
Al mismo tiempo, el planteo abre la puerta a otra pregunta, que involucra a todos los actores políticos de la región: ¿estarán a la altura del problema, para buscar las mejores soluciones en el corto y mediano plazo? ¿Se podrá diferenciar lo que urge resolver en la emergencia, frente a los debates de más largo alcance (que tampoco se dieron en los últimos 20 años, aun cuando había tiempo para preverlo)?
Y sobre todo: ¿se evitará que el tema del agua caiga en los tiempos de campaña electoral, que ya han comenzado?
El interrogante no es forzado, si se tiene en cuenta que ya en 2016 se dio un escenario similar y desde ese momento se plantearon proyectos paliativos, pero la tormenta del año siguiente postergó las discusiones y llevó a olvidar el problema del lago hasta reiniciar el nuevo ciclo de sequía.
Si a esto se añade que la obra de repotenciación del acueducto se licitó en 2013 y sigue inconclusa, sin olvidar el hecho de que ya desde entonces Sarmiento exigía un legítimo reconocimiento por proveer de un recurso vital y sin contraprestaciones a cambio por parte del Estado provincial, la conclusión es que se han perdido los últimos 8 años… y el problema cada vez se agrava más.
Más aun. El primer ciclo de sequía, que terminó por secar el lago Colhué Huapi, comenzó a fines de los años 90. Desde entonces para acá, los distintos gobiernos han sido incapaces de afrontar el problema con la seriedad que el problema demandaba.
Datos de una crisis anunciada
“Al registro actual, ya resulta crítico para el nivel mínimo de operación de la toma de agua del acueducto”, advierte un informe elaborado a pedido de la Cooperativa, fechado en la primera semana de agosto, para proyectar una situación que podría empeorar el habitual déficit de agua de cada verano.
El actual período de sequía, que se reflejó en la escasez de nieve en la cordillera, ya permite avizorar que aun cuando lloviera en los próximos meses, los niveles de recuperación no serán suficientes. De este modo, el escenario que se proyecta es similar al del año 2016, cuando también la sequía llevó al lago Musters a un nivel que ponía en riesgo la operatividad total del sistema acueducto.
“Las simulaciones indican que es evidente que a partir de este momento y considerando la escasa a nula acumulación de nieve en la Alta Cuenca, sumado al registro de temperaturas superiores a las medias históricas, incrementando la evaporación –establecen los informes de analisis- el nivel del Musters en el peor escenario se encontrará por debajo del nivel mínimo de operación en las próximas semanas, estimándose que puede llegar aproximadamente a un metro por debajo del mencionado nivel hacia fines de marzo o principios de abril de 2022”.
Los consumos de cada ciudad: Comodoro y Caleta Olivia demandan casi el 90 por ciento del agua
El sistema del acueducto lago Musters entregó durante el mes de mayo un total de algo más de 3 millones de metros cúbicos de agua, de acuerdo con otro de los informes que apuntan a sumar al análisis.
El mayor consumo corresponde a Comodoro Rivadavia, con un 75 por ciento del total, es decir unos 2,3 millones de metros cúbicos; Caleta Olivia demandó en ese mes casi un 14 por ciento del total, con 423.000 metros cúbicos; Rada Tilly consumió un 4,5 por ciento, con algo menos de 137.000 metros cúbicos; Sarmiento demandó, para consumo humano, una proporción similar, con el 4,2 por ciento y algo más de 129.000 metros cúbicos.
Además, en el recorrido de 140 kilómetros hasta llegar a Comodoro Rivadavia, el sistema entrega agua para otros usuarios.
Para actividad petrolera se registraron 15.600 metros cúbicos, equivalente al 0,51 por ciento del total; además se entrega agua a diversos usuarios, que demandaron en ese mes unos 25.000 metros cúbicos, equivalente al 0,82 por ciento, entre otros consumos menores.
En base a estos datos, parte de las medidas dispuestas por el proyecto de ley de Emergencia Hídrica apunta a generar conciencia en el uso eficiente del recurso, dentro de las propias ciudades, impulsando campañas de toma de conciencia.
Vale recordar que en Comodoro Rivadavia ya rige una ordenanza, la número 10.307 del año 2012, pero que en la práctica no ha tenido mayor aplicación debido a la falta de controles.
Según datos del Instituto Provincial del Agua, en la urbe petrolera el consumo por habitante se ubica en los 469 litros por día, lo que es cuestionado por técnicos con conocimiento del área:
“Ese dato es exagerado porque incluye todas las pérdidas que puede haber en la ciudad, da el triple de la media que se da en el país por habitante y lo que recomienda al Organización Mundial de la Salud -indicó uno de los conocedores del tema-. Se necesita medir también el ingreso exacto a la ciudad y sería bueno que el municipio avance con los mico medidores domiciliarios, que se había anunciado meses atrás pero quedó en nada”.
“El comité de cuenca sirve sólo para hacer catarsis”
Además de impulsar la ley de Emergencia Hídrica, el gobierno provincial convocó, a través del Instituto Provincial del Agua, a una reunión del comité de cuenca, para el próximo 24 de agosto, según confirmó su titular, Nicolás Cittadini.
Previo a ese anuncio, el subsecretario de Ambiente del municipio de Comodoro Rivadavia, Daniel González, se mostró escéptico de los alcances de ese tipo de convocatorias:
“Cada vez que se reúne el Comité de Cuenca es para hacer catarsis, pero necesitamos que se defina en forma concreta qué tipo de obras se van a hacer para garantizar el consumo de agua a la población”, indicó el funcionario municipal.
Es imperiosa la necesidad de que los actores político institucionales asuman la situación con la seriedad que requiere. El funcionario dejó latente la eficiencia de los organismos creados para discutir el futuro de un recurso vital.
González también precisó que en una de esos encuentros, surgieron como conclusión algunos datos sobre el consumo de agua en las zonas rurales, “donde se utilizan 800 hectómetros por año, mientras que en Comodoro se consumen 50. Es necesario controlar el riego en los distintos valles de la cuenca”.
Ese punto fue refutado también por Balocci, al señalar que “el agua de riego queda en el lago, porque desde los sistemas de riego vuelve a través de los canales de drenaje”.
Uno de los alcances de la ley de emergencia es el de establecer compuertas en los canales de riego de las áreas rurales, con sistema de monitoreo en tiempo real, lo que permitirá optimizar esos sistemas. Así lo plantea el artículo 6 del proyecto:
“Estáblecese que en plazo de cuatro meses de promulgada la presente, el Instituto Provincial del Agua iniciará un proceso de implementación de un sistema de compuertas y aforos con transmisión diaria de información de caudales, hacia una plataforma cuya información se centralizará y administrará en dicho organismo. Dicha información será de público acceso para consulta y utilización de organismos y la ciudadanía en general, a través de la página web oficial del IPA”.
La norma también promueve el uso de captaciones de agua subterránea para subsanar el déficit de agua proveniente de fuentes superficiales.
Sobre este punto, González recordó que desde el municipio comodorense se viene realizando un trabajo para optimizar los acuíferos de la zona, para lo que se han invertido unos 40 millones de pesos, al tiempo que recordó que “recientemente el secretario Maximiliano López empezó a gestionar con Nación para la perforación de nuevos pozos en manantiales Behr, porque hasta ahora lo que venimos es invirtiendo en recuperación de pozos que ya estaban”.
Los acuíferos son una contribución, pero no resuelven todo el déficit de agua, ya que aportan sólo el 10% de las necesidades de la ciudad. En ese punto, González también reconoció que se debe seguir trabajando en reducir las pérdidas de agua, particularmente en la zona de los kilómetros, donde hay emprendimientos productivos que también demandan grandes consumos de agua.
Necesidad de obras: paliativos y de largo alcance
Los requerimientos de la SCPL para la realización de las obras necesarias se vinculan a proyectos que dependen del área de Servicios Públicos de la provincia.
Entre los trabajos de urgencia, se cuenta la colocación de bombas electro sumergibles, para cubrir la diferencia que podría quedar entre la superficie del lago Musters y una de las dos tomas del sistema acueducto. Esa diferencia podría alcanzar un metro.
Por otro lado, sigue pendiente la obra de más largo alcance, que prevé el corrimiento de la toma, en alrededor de 180 metros en dirección Este, respecto de la ubicación actual.
Los costos son estimados entre 550.000 y 700.000 dólares, dependiendo de las etapas en que se realicen estos trabajos.
El proyecto del traslado de la toma se había previsto en la crisis anterior, en marzo del año 2016. Luego llegó el otoño, se redujo el consumo y en el invierno nevó en la cordillera, por lo que el lago recuperó su nivel.
Un año después se produjo la inundación-catástrofe, con más de 400 milímetros de lluvia caídos en 10 días y hasta el lago Colhué Huapi recuperó gran parte de la superficie perdida.
Ahora, llegó la sequía nuevamente y todo indica que cada vez lo hará durante períodos más extensos y frecuentes.
Es de esperar que no pase otro puñado de años sin las decisiones necesarias: la naturaleza ya avisó que no queda tiempo para seguir improvisando.