El destino jugó a favor de Daniel. Pocos lo saben y solo algunos lo recuerdan. Sin embargo, cuando Comodoro Rivadavia vivía el boom del petróleo, recibía a personalidades que marcaban la importancia de su potencial energético. 

Daniel Landi fue testigo, quizás, de la visita más importante que tuvo esta ciudad, no solo por el operativo que conllevó la llegada del sha de Persia, Mohammad Reza Pahlavi, y de su esposa, Farah Diba, sino también porque fue un hecho nacional que involucró la agenda del entonces presidente Arturo Illia y además evidenciaba el horizonte que buscaba tener Argentina de la mano de YPF, la petrolera estatal que nació en estas tierras.

Daniel recuerda ese 17 de mayo de 1965 con lujo de detalle. ¿Cómo olvidarlo?, marcó una parte de su carrera. El peluquero hoy está radicado en Carlos Paz, Córdoba, y ante la consulta de ADNSUR, accede a recordar esa fecha en un momento particular en que el Chalet Huergo vuelve a ser noticia, esta vez por la erosión costera que amenaza su estabilidad a futuro.

“Esto fue en 1965. Me acuerdo porque se paralizó Comodoro”, dice Daniel con precisión. “En aquella época yo tenía la peluquería en el Comodoro Hotel. La emperatriz traía a su propio peluquero, pero resulta que se enfermó en Bariloche y lo mandaron de vuelta a Irán. Entonces YPF, como sabían que venían a Comodoro, me llamó. En ese entonces yo atendía a la familia San Pedro que eran los interlocutores de relaciones públicas, me vinieron a ver y me preguntaron ‘si yo podía’. Les dije que sí y bueno, así fue”.

Daniel junto a su esposa Norma y uno de sus nietos en su su última visita a Comodoro.

EL DÍA QUE SE PARALIZO COMODORO

Daniel recibió la invitación para peinar a Farah Diba a una semana de la visita real. En principio tenía que trasladar su peluquería al Chalet Huergo, donde se alojaron el sha y la emperatriz. Sin embargo, a último momento hubo modificaciones en el itinerario y se decidió que tantos hombres como mujeres almuercen en el Comodoro Hotel, donde finalmente Daniel peinó a la emperatriz. Para él fue lo mejor que pudo pasar, dice a la distancia.

“Yo tenía la peluquería en el subsuelo y tuve que atenderla en la suite presidencial, lo que hizo todo más sencillo. Pero solo le tuve que arreglar el cabello. En realidad ya estaba peinada, le tuve que acomodar el cabello para que vaya a almorzar”.

Daniel peinando a la emperatriz de Persia. Foto: angelfire.com

Farah Diba tenía dos intérpretes que había traído de Persia. Ellas fueron las interlocutoras entre Daniel y la emperatriz, aquella joven de 26 años que en 1959 se había convertido en la tercera esposa del sha, quien durante su reinado intentó revivir el pasado de uno de los imperios más fascinantes de la historia.

En su vida era todo lujo, por eso su visita fue muy resonante en la ciudad y el Chalet se convirtió en un palacio. “Se cerró todo Comodoro, pusieron alfombras por todos lados, en la entrada al Comodoro Hotel y el Chalet Huergo y recorrieron las zonas petroleras de YPF en helicóptero, porque no podían tocar tierra”, recuerda Daniel. “Incluso trajeron mozos de Buenos Aires, como cinco o seis del doctor Illia. Me acuerdo porque el día antes, que era domingo, atendí a todos los mozos para que estén prolijos”.

El Chalet Huergo se ambientó por completo. Se construyó un baño en la planta baja y además de la alfombra roja se colocaron cerraduras, picaportes y griferías hechas en oro. Además se cambiaron muebles, objetos decorativos y se ambientó detalladamente el lugar para que refleje las costumbres iraníes. Y todo por solo un par de horas, ya que el sha y su esposa estuvieron en la ciudad solo un cuarto de día. Luego fueron despedidos por una multitud. Lo positivo es que el operativo glamour, del que sin querer formó parte Daniel, fue todo un éxito. 

El presidente Arturo Illia junto al sha y su esposa.

UN APASIONADO Y UN MAESTRO DE LA PELUQUERÍA

Para Landi la visita del sha de Persia significó un hecho único en su carrera. Sin embargo, no fue algo aislado. Con orgullo cuenta que peinó a dos Miss Argentina, la Miss Universo Norma Noland y a Patricia Goodliffe, el último gran amor de “El Zorro”, Guy Williams, quien venía asiduamente a la ciudad por su trabajo en Austral como comisario de abordo. 

Cuando se produjo la visita Daniel tenía solo 22 años y recién había llegado a Comodoro desde La Plata, donde conoció los secretos de este oficio que aprendió con solo 10 años y que perfeccionó durante toda su vida gracias al consejo de un maestro que lo incentivó a estudiar peluquería. 

Para Daniel eran solo unas vacaciones en el sur de Argentina. Sin embargo, su destino tenía otros planes y poco tiempo después se radicó en la ciudad gracias a la invitación de un reconocido peluquero de la zona. “Estaba de vacaciones y conocí a Félix, me dijo ‘se me fue el peluquero, ¿por qué no te venís?’. Le dije ‘bueno, esperame un mes’. Y al mes aparecí y ya me quedé en Comodoro”.

Daniel trabajó en una sucursal que Félix tenía en Kilómetro 8. También en una peluquería frente al Hotel Comodoro que luego alquiló y más tarde en el subsuelo del propio hotel que hoy pertenece a la familia Roqueta.

La clientela era buena y variada gracias a su ubicación y a los propios huéspedes del hotel. 

“Ahí atendía mucha gente que venía de afuera. Eran otras épocas y cuando venían ‘los dueños del petróleo’, decía yo, tenía que trasladar la peluquería al Chalet Huergo. Fueron buenos tiempos”.

Daniel en sus mejores épocas. El hombre llegó a tener 8 locales y asiduamente participaba en diferentes eventos de moda.

Daniel fue innovador en la peluquería de la ciudad. Con orgullo cuenta que fue de los primeros en hacer publicidades televisivas de peluquería junto con Carlos Omar, Juan Carlos Negri y José Bladillo, recuerda su participación en una programación de tv de Canal 9, también aquellos desfiles que se hacían en Comodoro y los festejos por el Día del Peluquero en el Salón Luso.

En la ciudad llegó a tener 6 sucursales distribuidas en distintos barrios, otra en Caleta Olivia y una restante en Chile, pero en 2016 se retiró de la actividad. 

Por un tiempo, y a la distancia, mantuvo la última sucursal de Rivadavia y Viamonte, pero hace dos años la cerró definitivamente. 

En la actualidad, junto a Norma, su esposa, a quien conoció un día que fue a atenderse a su peluquería, están radicados en Carlos Paz, donde disfruta su descanso y recuerda los mejores momentos de su vida aunque admite que “fue difícil dejar”. Y es cierto, tres meses después del cierre tuvo un problema coronario que lo obligó a ser intervenido. Por suerte, pudo salir adelante y hoy disfruta de los placeres de la jubilación. 

“Me costó bastante, una terapia. Fue bravo, pero ya estamos acostumbrados descansando tranquilos", dice entre risas. "Ahora es el mate de siempre, el jardín, la quintita, hacer los mandados y viajar a Comodoro a ver a los nietos e hijas. Pero la verdad es que si tuviera que comenzar de vuelta sería de vuelta de peluquero, porque la profesión me dio todo: una familia, clientes, clientas y viajes por el mundo. Conocí cerca de 40 países, fui a tres campeonatos mundiales de peluquero como asistente e hice cursos y conocí mucha gente. Si tuviese que volver haría lo mismo”, dice el hombre que hizo de la peluquería su vida y se dio un gusto de pocos, peinar a una emperatriz, una visita que quedó marcada a fuego en la historia de la ciudad.

Daniel junto a Norma, sus nietos y sus hijas Paola y Romina.
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