“Me gustaría ser inspectora de soldadura”, dice Agustina Mansilla cuando piensa en el futuro. Lo dice con convicción, con la seguridad de saber para dónde apunta el norte y sabiendo que, este, recién es el inicio de un camino que comenzó hace dos años atrás. 

Agustina tiene solo 28 años y es la coordinadora de un importante centro de capacitación de Comodoro Rivadavia, donde hombres y mujeres asisten durante el año para especializarse o iniciarse en el arte de la soldadura. Es que, en tierra de petróleo e industria pesada, el oficio puede ser una muy buena salida laboral, el ingreso a un yacimiento o la conquista de un trabajo estable. Con todo lo que eso significa en estos tiempos.

A Agustina le gusta su trabajo. Lo deja ver cuando habla de lo que hace. Está entusiasmada y aún le cuesta entender cómo todo cambió en tan poco tiempo. Es que, si hace tres años le preguntaban, ella iba a dedicar su vida al turismo, la carrera que estudió y de la cual se graduó en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Sí, la chica de la foto, del casco blanco, los guantes amarillos y las gafas de seguridad, es técnica en turismo y se recibió previo a la pandemia, lo que cambió todos los planes.

Agustina el día del acto de colación en que recibió el título de técnica en Turismo.

“Así comenzó todo”, dice Agustina al contar su historia a ADNSUR. “Yo soy técnica en turismo, me recibí en 2019; y en 2020 cuando comenzó la pandemia, iba a trabajar en una agencia de viajes, pero se paró todo”. 

“En ese momento me quedé en mi casa, como muchos, a ver qué pasaba, y después de unos meses comencé a buscar trabajo. Quería trabajar, tener mi sustento económico y entré a una ferretería”, cuenta al repasar su historia. 

Para Agustina entrar al rubro fue un mundo nuevo totalmente desconocido. A la distancia, cuenta que se apoyó mucho en su papá, que es gasista matriculado, y en su hermano, que se dedica a la electricidad.

El trabajo le gustaba, de a poco fue aprendiendo y teniendo más responsabilidades, pero luego de un año sintió que era momento de buscar nuevos aires. Una empresa de materiales eléctricos buscaba personal y allí fue por una nueva experiencia, aunque esta vez no iba a resultar como pensaba. Es que cuando estaba en la ferretería “disfrutaba de la atención al cliente y el aprender. En esta empresa, en cambio, estaba más abocada a cobranza minorista y papeles y sentía que no era mi lugar”, cuenta.

Pero la joven quería disfrutar su trabajo y, con el apoyo de su familia, decidió dejarlo y buscar una nueva alternativa. Lo que nunca pensaba era que, en ese interín, se iba a encontrar con la soldadura. 

“Fue todo de casualidad. En abril quedé en un curso de atención al cliente, neuroventas y tecnología, auspiciado por Pan American Energy y la Agencia Comodoro Conocimiento. Y comencé un curso de soldadura en el Colegio Domingo Savio. No sabía si hacerlo o no, pero mi papá me dijo que me anime, que lo haga, que era algo diferente. Quería ocupar el tiempo en hacer algo y pensé ‘lo tomo como un hobby, de paso tengo el conocimiento, que me va a sumar un montón’. Terminé en julio y quería seguir soldando porque me gustó, me gustó que era la soldadura y yo, superarme a mí misma, trabajar mucho la paciencia. Era ‘hoy me va a salir un cordón espectacular’. Y capaz no me salía, pero decía ‘vamos de vuelta’. Y era estar desde las 7 hasta las 11 de la noche soldando. Terminaba con los ojos detonados, cansada, pero terminaba la clase y pensaba ‘bueno, me salieron’, pensaba”. 

Agustina guarda muy buenos recuerdos de ese curso, principalmente por quienes fueron sus profesores, Oscar y Sergio, quienes la motivaron a aprender y a superarse día a día en la técnica. Con orgullo cuenta que su trabajo final fue una parrilla, pero pensaba que todo iba a quedar en un hobby hasta que un día, mirando las redes sociales, vio un curso que brindaban en conjunto la Agencia Comodoro Conocimiento, Aporte y Pan American Energy.

“Lo vi en redes y me inscribí, puse que tenía conocimientos básicos y dije ‘voy a intentarlo, si me quedo, me quedo’. A la siguiente semana me llamaron que había quedado seleccionada. No lo podía creer”.

Para Agustina era una posibilidad para seguir aprendiendo, pero no imaginaba que también iba a ser una oportunidad laboral. “La primera semana que estaba haciendo el curso de soldadura, mi jefe se me acerca y me dice ‘me gusta tu perfil’, que le gustaría que cuando termine de hacer el curso trabaje para ellos. Yo quedé helada. Justo había conseguido trabajo en una agencia de viajes donde podía manejar mis tiempos. Cuando me dijo eso, pensé que esto era ser idóneo, pero me animé y me arriesgué porque necesitaba un puesto seguro en lo económico y disfrutaba mucho soldar, me sentía segura. Así que acepté”.

Agustina se formó en el curso que brinda Aporte junto a Pan American Energy y la Agencia Comodoro Conocimiento.

Agustina terminó el curso y luego se capacitó en diferentes áreas. Estuvo en Calidad de Obra, donde le enseñaron todo desde cero y en paralelo comenzó a capacitarse para ser instructora de soldadura y de amolado. “Era un mundo totalmente nuevo, me dieron toda la parte teórica de soldadura leyendo libros y haciendo trabajos”.

En la actualidad, la joven es la encargada de la certificación de amoladores y asistente de las certificaciones de soldadura. Mientras tanto, estudia para ser inspectora de soldadura, su próximo objetivo.

Agustina aprendió a soldar por hobby y terminó encontrando un oficio que hoy enseña a otros. Foto: Fredi Carrera.

ENSEÑAR A SOLDAR

Agustina, de alguna forma, está a cargo del curso de soldadura que esta semana comenzó Aporte, junto a la Agencia Comodoro Conocimiento y Pan American Energy. Durante un mes y medio, 20 personas se capacitarán en soldadura para poder tener una salida laboral.

Por supuesto, en el curso hay muchas historias como la de ella. “Hay de todo, tenemos muchos jóvenes, chicos de la escuela secundaria que están terminando el último año, amas de casa, gente que está trabajando y se toma un tiempo para poder hacer el curso y otros que están desempleados. Hay gente de todas las edades y muchas mujeres. Algunas tienen ganas de trabajar de esto, otros lo hacen porque veían a su papá soldar y nunca se animaron a hacerlo, y ahora se animaron y están en cancha”.

Agustina junto al grupo de soldadura del grupo tarde. Durante un mes y medio, 20 personas se capacitarán en soldadura gracias a un trabajo conjunto entre Pan American Energy, la Agencia Comodoro Conocimiento y Aporte.

La joven admite que la enorgullece estar del otro, enseñando los procesos que permitan realizar bien cada tarea para poder aprender todas las técnicas que implica este oficio. Con humildad, asegura que aún le falta mucho por aprender para “seguir incorporando conocimiento”. 

“Este es el principio de un mundo que era totalmente desconocido para mí, pero que estoy conociéndolo y que me gusta y quiero seguir ampliando”, dice con orgullo la joven que encontró en un hobby, un oficio que hoy la lleva a viajar por diferentes puntos de la Patagonia enseñando a soldar.

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