La búsqueda de Araceli Linares, la primera persona “trans” desaparecida en Comodoro
Araceli Linares, fue vista por última vez el 9 de febrero de 1998. Trabajaba en la zona roja de la ciudad y se la vio subiendo a un Ford Taunus blanco. Su desaparición generó una búsqueda inmediata por parte de sus amigas, quienes realizaron rastrillajes.
A Araceli Linares se la busca desde el 9 de febrero de 1998, el hecho sentó precedentes porque fue la primera persona “trans” que desapareció en la ciudad. Trabajaba en “la zona roja” de Comodoro y se la vio por última vez en la esquina de Rivadavia y Francia, subiendo a un Ford Taunus blanco; desde entonces familia y amigos nunca más supieron de ella.
Según su DNI se llamaba Miguel Angel Linares, tenía 24 años, ejercía el trabajo sexual y fue una de las primeras personas trans de la ciudad en estudiar en la Universidad; algo que en aquellos años iba en contra de lo “socialmente aceptado”.
“Esa noche fue un alboroto, se sabía que se había ido en un auto pero que no había regresado. No era algo para alarmarse porque nosotras hacíamos esas cosas, algunas compañeras se iban dos o tres días y después volvían”, recuerda Daniela Andrade amiga de Araceli y actual Directora de Diversidad LGBTIQ Social y Étnica de Comodoro Rivadavia.
Araceli vivía en el centro de la ciudad junto a sus padres. Según cuentan sus amistades, en esos años recién comenzaba el camino de la transición con lo cual tomaba sus recaudos y salía de su casa vestida con ropas de varón; luego, en la casa de alguna de sus compañeras, se cambiaba y caminaba por las inmediaciones de Rivadavia, Chacabuco y Francia, donde ejercía el trabajo sexual.
Araceli era una chica “muy buena, muy tranquila, si yo cierro los ojos todavía siento su sonrisa. Difícil verla enojada, estudiosa. No tenía problemas con ninguna de las compañeras”, explica Daniela tratando de entender quién podría haberle hecho daño.
En aquellos años todavía había que esperar cuarenta y ocho horas para radicar la denuncia por la desaparición de una persona; tiempo valioso que se perdía en la búsqueda. Por eso, sus compañeras iniciaron rastrillajes inmediatamente y por propia cuenta por distintos puntos de la ciudad buscando algún indicio de Araceli. “Nosotros manejábamos un montón de hipótesis, porque también había muchos pesqueros japoneses y nosotras nos subíamos a los barcos a trabajar y a ganarnos el mango. Cuando vos te subías a un lugar como esos, primero tenías que tomar la decisión de hacerlo, después de que conocías cómo te podían tratar arriba de un barco no te volvías a subir. Hablaban en otro idioma, era como un poco peligroso.
Romper cadenas
En los años ´90 los Códigos Contravencionales vigentes establecían una serie de artículos que criminalizaban el “travestismo” y la “transexualidad. El colectivo trans -que todavía era un movimiento incipiente en Comodoro- naturalizaba la discriminación, la violencia, incluso vejaciones a las que eran sometidas por el solo hecho de ejercer el trabajo sexual y que, en muchos casos, la misma sociedad convalidaba.
“Varias veces caíamos presas juntas con Araceli en la Seccional Primera. Porque éramos personas trans, había códigos contravencionales que criminalizaban el vestirte de mujer. Cuando había razias la policía nos llevaba detenidas por hacer el trabajo sexual que no estaba penado – hasta el día de hoy no lo está pero regularizado tampoco- nos llevaban por eso. Era como que hacíamos disturbios en la calle y te captaban”, explica Daniela sobre aquellos años.
El padre de Araceli era policía de la provincia de Chubut, un dato que también resuena en su entorno. “Era re loco eso y le preguntábamos, “tu papá es milico” y bueno, decía ella, si me tiene que correr va a tener que correrme y se va a cansar de correrme porque me voy a ir. De ultima me escondo en mi casa”, decía. “Pero Araceli era la hija de un policía o el hijo de un policía. ¿por qué si es hijo de un policía no se puso todo para poder encontrarla o encontrarlo?”
El grupo de amistades consultó videntes, la municipalidad puso un colectivo para trasladarlas a la zona de Rocas Coloradas donde se había señalado como un posible lugar. “Buscamos por los campos y cerros, pero no encontramos nada”
Cuando se cumplieron 12 días de la desaparición, y sin pistas concretas sobre su paradero, unas cuarenta personas marcharon por las calles de la ciudad pidiendo justicia y la aparición con vida de Araceli.
La investigación
La causa N° 9720/ 98 estuvo a cargo del juez Dr. Carlos Pellegrini y un tiempo de la Fiscal Liliana Ferrari. “Hubo avances en la investigación, muchas entrevistas con familiares y amigos. En algún momento se encontraron prendas de vestir que aparentemente habrían pertenecido Araceli en el momento de su desaparición”, dice Ferrari en diálogo con “Expedientes Comodoro”, tratando de recordar detalles del caso. “También se intentaba realizar un ADN con esas prendas para ver si efectivamente le habían pertenecido. Esas fueron las últimas notificaciones o intervenciones en las que tuve en la causa y después ya no seguí. También hay que recordar que en aquellos años no eran tan frecuentes la realización de pruebas de ADN porque eran costosísimos. Excepcionales”.
La Dra Ferrari también recuerda que eran tiempos difíciles para el colectivo trans. “No había la apertura que hoy existe respecto a lo que es cuestiones de género; en las que afortunadamente hoy se ha avanzado”.
El amor por los números
Araceli quería ser Contadora y sus compañeras confiaban en que lo lograría para convertirse en “la Contadora del Colectivo Trans”. Vestía jenas, campera de cuero amplia, tenía cabello largo y enrulado “pero ella se lo ataba, se hacía un rodete o lo metía adentro de la campera y pasaba como varón cuando iba a la Universidad”, recuerda Daniela. Araceli estaba convencida de que el ascenso social vendría de la mano de la formación académica, por ello inició sus estudios en la Facultad de Ciencias Económicas. “Estudiaba de día y trabajaba de noche. Muchas veces se dormía en las clases”, cuenta Andrea Bordón con quien compartió parte de la vida universitaria hasta el día de su desaparición.
“En esos años era muy complicado porque no teníamos DNI, el acceso a la educación era difícil para una persona trans y no todas querían luchar por ese derecho. Nosotras pensábamos que era la única forma de tener fututo”.
Según el Censo de 2022, en Argentina hay unas 170.519 las personas trans y no binarias. En Comodoro, solo entre 100 y 120 están registradas.
A partir del año dos mil se produjo el gran despegue del movimiento LGBT+ en todas sus ramas. Pero recién en 2010 se conquistaron derechos que dieron lugar a la sanción de leyes que cambiarían la historia. La Ley de Matrimonio Igualitario de 2010, la Ley de Identidad de Género de 2012, la Ley de Reproducción Asistida de 2013 y el nuevo Código Civil y Comercial de 2015.