“La idea era recorrer el mundo pero me quedé en Brasil 22 años. Me gustó un poquito”, dice Liliana Ostrovsky y ríe. La artista plástica vivió gran parte de sus 52 años en el vecino país y, previo a la pandemia, decidió regresar a su Comodoro natal cuando vio la violencia que desencadenó la asunción de Bolsonaro y una enfermedad golpeó a su familia. 

Liliana es conocida en la ciudad. Muchos la han visto dibujando en alguna feria en el Centro Cultural, en algún paseo o en alguno de los grandes eventos que hace años comenzaron a realizarse en una ciudad que comenzó a mirar al mar y a apreciar la cultura, con todo lo que ello significa. Sin embargo, pocos conocen la historia de esta mujer que sueña con llevar su arte a otros puntos de Argentina.

Liliana en la Feria de Diseño que se realizó hace unas semanas en el Centro Cultural de Comodoro Rivadavia.
Liliana en la Feria de Diseño que se realizó hace unas semanas en el Centro Cultural de Comodoro Rivadavia.

Liliana es comodorense. Descubrió su amor por el dibujo de chica. En la entrevista con ADNSUR, cuenta que su madre guarda dibujos suyos, de sus 3 años, en una agenda y aún se sorprenden por el nivel de detalle que tiene para una nena de esa edad. Es que la artista siempre fue buena para dibujar. Por eso, cuando terminó la secundaria en el Colegio Perito Moreno decidió desprenderse del útero materno y se fue tras sus sueños.

Bahía Blanca, la tierra donde una de sus hermanas estudiaba, fue la mejor opción para emanciparse y tener a la familia cerca. Así, se fue a la provincia de Buenos Aires a estudiar el profesorado en Artes Visuales, la carrera que tanto quería.

Liliana finalmente se recibió en la carrera, pero en vez de volver a Comodoro como hacen muchos, eligió “conocer el mundo” y comenzó su propia aventura. 

Liliana junto a su padre y su hermana melliza.
Liliana junto a su padre y su hermana melliza.

UNA VIDA EN BRASIL

Cuenta la dibujante que su recorrido inició en Brasil, tierra vecina a la Argentina, donde el mar y el sol son una invitación a adentrarse en una cultura distinta. Su idea era quedarse solo unos meses, sin embargo, su estadía se extendió durante 22 años. 

“Me gustó un poquito”, dice entre risas, “pero ahí fue donde comenzó todo. Comencé a hacer caricaturas en vivo en Ruas das Pedras, donde en esa época había muchos artistas y muchos artesanos. Empecé haciendo retratos, pero no quedaban buenos, porque si bien yo dibujaba bien, una cosa es dibujar en casa, más libre, tranquila y otra cosa es dibujar a alguien que no viste nunca en tu vida, frente a esa persona y que salga bien el dibujo”. 

Poco a poco Liliana fue variando del retrato a la caricatura. Se sentía más cómoda con ese formato y dejó de sentir “el síndrome del impostor”, dice entre risas. “Sentí que el camino era por ahí y me sorprendió la respuesta del público porque yo jamás pensé que iba a poder hacer dinero con esto. Así que fue el puntapié inicial para decir ‘bueno, puedo viajar con papel y lápiz en la mano’. Esa era mi idea, viajar con poco peso y el dibujo fue la llave”.

Liliana estuvo tres meses en Buzios. Dibujó, vendió sándwiches en la playa y trabajó en un restaurante, pero luego decidió buscar otro destino. Visconde de Maua, una villa turística en la montaña con características similares al Bolsón, fue el lugar donde llevó sus caricaturas, su base para conocer otros lugares de Brasil. 

“Allá me quedé 8 años. En esa época viajábamos mucho haciendo dedo con otros artistas callejeros y artesanos. Viajábamos y volvíamos. Llegué a viajar hasta el norte de Brasil dibujando, parando en los pueblitos y ciudades, conociendo otras culturas y aprendiendo a hablar portugués, porque el dibujo me ayudó mucho a ir estableciendo vínculos aunque no supiera mucho el lenguaje”.

En uno de sus viajes, la dibujante se animó a conocer una gran ciudad de la que se hablaba mucho, pero que ella tanto temía por la inseguridad. Estaba a solo cuatro horas, pero el temor era más fuerte; hasta que un día decidió viajar para aprovechar aquella amnistía para extranjeros que le permitiría radicarse en el país.

Liliana fue varias veces a Río de Janeiro, hasta que finalmente se estableció y se quedó durante 15 años, otro ratito. 

Liliana junto al dibujante brasileño Ziraldo. Foto: Archivo de la artista, Rio de Janeiro 2015.
Liliana junto al dibujante brasileño Ziraldo. Foto: Archivo de la artista, Rio de Janeiro 2015.

En la ciudad de la playa de Ipanema, Liliana continuó dibujando y comenzó a incursionar en la ilustración, rubro que la llevó a trabajar en la publicación de tres libros y conocer el otro Río de Janeiro: “el de las necesidades”.

“Se comenzaron a abrir otra puertas y trabajé como ilustradora para una agencia de comunicación. Hacía cuadernillos sobre derechos humanos, prevención de enfermedades, muchos trabajos para concientizar a prostitutas y trans sobre sus derechos, todo a través del lenguaje de la historieta. Fue interesante porque conocí el otro lado de Río de Janeiro, el lado de las necesidades sociales, y de alguna forma colaboré con ese contenido y a través del dibujo. Allá también hice un curso sobre dibujo para animación de dibujos animados y al tiempo me llamaron para trabajar en un estudio de animación. Estuve cinco años ilustrando fondos de escenarios y también trabajé en un proyecto de una escritora que quería animar sus cuentos. Fue un año trabajando hermoso, súper bonito”.

Liliana participó en diferentes actividades sociales en Brasil.
Liliana participó en diferentes actividades sociales en Brasil.

Liliana estaba feliz con su vida en Brasil, el lugar donde comenzó su recorrido por el mundo. Sin embargo, en 2019 cuando asumió Bolsonaro, decidió que era tiempo de volver a Argentina por varios motivos.

“La cosa se puso un poco más pesadita políticamente, socialmente también se abrió una grieta gigante y aumentó la violencia, la intolerancia entre las personas. Empezó a ser más complicado conseguir laburo y, por otro lado, mi familia estaba atravesando momentos complicados porque una de mis hermanas tenía cáncer. Así que me vine para Argentina pero con pasaje de ida y vuelta”. 

Liliana quería volver a Brasil, pero luego llegó la pandemia, su hermana falleció y decidió quedarse en Comodoro y volver a vincularse con la ciudad donde comenzó todo. “Sentía ese desarraigo, el ‘no pertenezco a la ciudad’. La gente es muy diferente en la apertura, la alegría, incluso el clima. Son dos cosas opuestas, me costó un montón adaptarme y todavía me cuesta, pero la gente de Cultura de la Municipalidad me recibieron súper bien. Andrea Alberdi, Patricia, fue gente que me recibió con los brazos abiertos y de a poco fue fluyendo”.

La artista reconoce que el dibujo siempre fue su puerta de entrada para vincularse con la gente y los lugares, y en su regreso a Comodoro no fue la excepción. Así, aceptó una invitación para sumarse a una feria en la Plaza San Martín y comenzó su reconexión con su ciudad. 

“Justo había una feria en la plaza del perito y me preguntaron si quería hacer caricaturas ahí. Dije ‘obvio’, necesitaba trabajar y sentirme que estoy en mi lugar. La gente recibió súper bien el trabajo, no esperaba esa recepción del público, así que fue muy lindo saber que esa magia del dibujo acá funcionaba también, que es una cosa universal del arte hecho en vivo, que es atractivo”.

Año 2019. Liliana regresó y el dibujo fue su lugar para poder reencontrarse con la ciudad en la que creció.
Año 2019. Liliana regresó y el dibujo fue su lugar para poder reencontrarse con la ciudad en la que creció.

Su necesidad de vincularse también la llevó a comenzar a estudiar. Y una invitación a una reunión por el inicio de la tecnicatura en Periodismo fue el empujón necesario para ingresar en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco.

El año pasado Liliana se recibió de técnica en Periodismo y ahora continúa la licenciatura en Comunicación Social. En paralelo brinda talleres de caricatura, un mundo que le permite difundir y compartir su arte con otros amantes del dibujo. 

Liliana ha dado talleres en diferentes rincones de Comodoro, incluso en la universidad. “Presenté el proyecto en Extensión. Primero no sabían si iba a tener convocatoria, pero me lo aceptaron y se anotaron como 50 personas. Quedamos muy sorprendidos. Así que realicé el taller durante tres meses y se abrió una segunda convocatoria. También hice talleres particulares en collage, y vecinales. Hace un tiempo di un taller para niños en el Espacio Comunitario Mujica en Km. 8 y hace poco una propuesta en el Museo del Petróleo”.

Del Instagram de liliostrovsky

La artista asegura que disfruta mucho enseñar a dibujar. “Es algo hermoso porque a través de la caricatura las personas que dicen que no saben dibujar, por ser algo vinculado a lo humorístico y la expresión, se animan más. Yo les doy de una forma muy simple que fui desarrollando en la práctica, comenzando con formas geométricas, exagerar las cosas que nos llaman la atención y tanto niños como para adultos es una cosa nueva y sorprendente en los resultados”.

La charla va llegando a su fin. Liliana recuerda a su hermana, su padre, aquel hombre que fue director del Hospital en Comodoro. También admite que le gustaría regresar a Brasil pero hoy piensa más en Argentina. “Me gustaría llevar estos talleres a otros puntos de país, a los pueblitos donde por ahí no llegan tantas cosas. Eso me parece bonito”, asegura. Es que, como dice ella, cuando dibuja siente que forma parte del lugar.

Liliana junto al dibujante Max Aguirre en la Feria del Libro 2022.
Liliana junto al dibujante Max Aguirre en la Feria del Libro 2022.
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