La Sur Orquesta Big Band: la resistencia musical de Comodoro Rivadavia
La Sur Orquesta es la primer Big Band de jazz en Comodoro Rivadavia y la única en la provincia del Chubut. Son un grupo de personas que integran la resistencia musical que le hace frente a todos los que dicen que en esta ciudad “petroca” no hay mucho por hacer.
Nicolás Digorado es músico. Un trombonista con una gran formación académica y de persistentes inquietudes artísticas. Fue así que en 2021, en plena crisis de pandemia decidió formar la Big Band de jazz.
En el preciso momento en que debía mantenerse el distanciamiento social y que las reuniones estaban casi prohibidas, a este músico se le ocurrió convocar a todos aquellos vientistas que quisieran sumarse al proyecto.
“Dios los cría y el viento los amontona” pregona el dicho popular, y así fue como Nico logró convocar a 18 músicos deseosos de hacer sonar sus instrumentos. Nada más sano que una excusa artística para salir del confinamiento: la Sur Orquesta Big Band ya tenía su formación completa y a la cabeza Digorado como director.
Eran 9 de la noche y el frío invernal ocupaba la ciudad. Ya casi nadie circulaba, y por la calle Belgrano la oscuridad se acentuaba un poco más. De algunas casas el olor a guiso casero se escapaba por las ventanas.
Espacio Collage es un centro cultural autogestivo que está casi contra el cerro: Belgrano 1053. Por el portón abierto entraban y salían mujeres, en ese horario se practica zumba. Había chicas con pantalones cortos y ropa de color. Pareciera que la temperatura casi bajo 0 no calara los huesos cuando la sangre circula al ritmo de la danza. En el salón principal casi no se podía conversar, porque la música sonaba fuerte y porque el frío congelaba las palabras antes de llegar a destino.
De a poco, comenzaron a ingresar al lugar algunos hombres, casi todos con ropa oscura, camperas dobles y capuchas. Todos al hombro traían mochilas o fundas con instrumentos. Los abrazos y choques de manos retumbaban contra la chapa del techo. Mientras buscaban las sillas para acomodarse las conversaciones eran indistintas.
Cuando llegaron casi todos se dio inicio al ensayo. Formaron una U con las sillas y se ubicaron por segmentos: en la base las trompetas, de un lado los trombones y del otro los saxos. En un costado delante de la formación se ubicó el tecladista. Ese día el contrabajo y la batería no pudieron asistir.
El despliegue de atriles y partituras fue inmediato y a la par comenzaron a soltar el aire de todos “los fierros”. Mariana, la única mujer saxofonista pasaba inadvertida entre el batifondo momentáneo de sus compañeros.
Nico era uno más entre todos hasta que llegó el momento y se hizo escuchar: “Amigos, hoy vamos a comenzar a trabajar con “Achild is born”, “Ahuk Ahuk” y “Greetings And salutations”, y en ese instante comenzó a vibrar el salón.
“Acá hacemos escuela, si alguien maneja el instrumento pero no sabe leer, aprende. Algunos tocan de memoria, otros leen partituras, la cosa es que todos se van curtiendo. Hay temas más fáciles que se sacan enseguida y otros arreglos que tendrán que practicarlos más”, comentó el director de la orquesta.
La sección de trompetas fue la primera en comenzar a trabajar. Nico se paró enfrente. Con el pie marcaba el pulso y con la boca imitaba el sonido de las trompetas:”1, 2 y 3”, les marcó, y comenzaron a soplar.
Dani Strubia es el responsable de la dirección audiovisual de la orquesta y la producción de los shows y no se pierde ningún ensayo.
“La big band les da espacio a un montón de instrumentos que solos no funcionan, o funcionan en bandas que pueden tener una fila de caños, pero no ensambles tan grandes como este”, comentó Strubia y agregó:
“La orquesta comunica una experiencia sonora. Escuchar a un big band interpretando una obra con 15 vientos sonando a la vez es muy interesante y esto en Comodoro no existía”.
En lo que respecta al jazz, Pablo Kusselman fue el primer antecedente en la ciudad. En la década del 80 tuvo una escuela de música y muchos comodorenses estudiaron con él. Tenía pequeños combos de jazz adaptados para formaciones pequeñas. También estaba el maestro Colina, saxofonista y formador de músicos.
Mariana Barberi hace solo 2 meses se sumó a la orquesta. Lo primero que la atrajo fue el ambiente, se divierten mucho y a eso hay sumarle el apoyo constante de sus compañeros:
“En la orquesta profundicé la lectura de partituras y el género musical me atrapó, nunca antes lo había tocado”, contó la saxofonista.
Los pies de los músicos no paraban de golpear el piso, parecían formar parte de una orquesta paralela hasta que al fin Nico les dijo: “Amigos, paremos con los pies”. Y así fue que las extremidades quedaron quietas, aunque algunas siguieron moviéndose chiquito y silenciosas.
A la Sur Orquesta Big Band se la podría confundir con un grupo de magos e ilusionistas encubiertos. Si alguien llegara de sorpresa a un ensayo podría no entender demasiado la dinámica. Corcheas que se mezclan con chistes y estos con soplidos y así sucesivamente.
Entre toda esa maraña Nicolás podía detectar notas altas y bajas, corregirlas e indicar tonos al pianista, mientras algunos lubricaban los trombones. Mariana escuchaba las indicaciones de Lautaro, su compañero de al lado. En un instante Nico se sentó y tomó su trombón. Hizo una señal con las manos y comenzó a sonar “Greetings And salutations de Thad Jones”, y así fue que la magia brotó entre los músicos.
En un principio hubo quienes le dijeron no a este proyecto. Esta negativa surgió de los que podrían haber colaborado con la gestión general y facilitar cosas: un lugar para ensayar, o tal vez algún dinero para la compra de instrumentos. Digorado prefirió no ahondar demasiado en este tipo de declaraciones porque no le suman nada a este proyecto que resiste y que demuestra que desde la construcción colectiva y comunitaria las cosas son posibles.
Todos los que forman parte de la orquesta viven en diferentes puntos de una ciudad que se caracteriza por las grandes distancias que existen de un barrio a otro. Algunos son parte de bandas de rock, reggae, ska y aunque veces tienen que lidiar con la ansiedad y la frustración ya que se torna difícil lograr un consenso entre tantas personas, igual se trabaja a gusto, y ni hablar de que ninguno cobra dinero por pertenecer a la orquesta.
“Hacemos uso del dicho "todo por amor al arte" .Cuando uno tiene ganas y pasión pasan cosas. Obvio la guita es necesaria para vivir, pero acá hay algo más profundo que empuja”, afirmó el director.
El jazz podría catalogarse como poco popular o exclusivo, pero Nicolás no entra en estas cavilaciones porque la orquesta funciona y en cada una de las presentaciones el público explota.
“No es un género de súper consumo, muchos dicen no escucho jazz, pero seguro que a los temas de Frank Sinatra los conocen”, dijo Digorado.
Nicolás es inquieto, es del tipo de personas que suele estar en una conversación pero también está piensa en otra cosa, sus ojos intranquilos y lo delatan:
“A mí me gustaría hacer música original, componer para 18 y eso en algún momento va a pintar. Tal vez sea el blue, o música latina, new age, los caminos se bifurcan, pero es un proyecto a largo plazo”, comentó Nico mientras buscaba cigarrillos en su riñonera.
La Sur Orquesta tiene un estilo blusero y actualmente trabajan en una nueva sesión en vivo en honor al centenario del nacimiento de Thad Jones. Desde sus inicios llevan varios shows presentados, viajaron a San Juan y a Puerto Madryn.
Los integrantes de la Sur Orquesta son: Nicolás Digorado en Dirección musical, Hugo Rodríguez, Gonzalo Jara, Alejandro Paredes, Lautaro Cabrapán, Julián Santiso, Mariana Barberi y Martin Jozwicki, en Saxos. Nicolás Digorado, Rodrigo Ramos, Juan Zambrano, Brian Soria en Trombones. Diego Peralta, Roberto Damián, Sergio Bayón, Juanjo Fazio, Martin Moreno en Trompetas. Contrabajo: Damián Donoso. Piano: Alejandro Kitler. Batería: Nahuel Araujo. Dirección audiovisual: Strubia y Fotografía: Alejandro Canario.
“La orquesta cumple una función y mantiene enfocados a los músicos, están motivados por un proyecto cultural comunitario. Esta orquesta es la única en la provincia. Es un orgullo trabajar con un grupo copado, y demostrarle a todos que en Comodoro se pueden hacer cosas”, culminó Nico.
El ensayo llegó a su fin. Mientras todos guardaban sus instrumentos se ponían de acuerdo en algunos detalles de su próximo proyecto. La calle Belgrano ya estaba totalmente desierta y del olor a guiso ya casi no quedaba rastro.