Corazón de madre Mundialista: “gritar un gol de un hijo es un Mundial es algo único”, dice la mamá de Gabriel Mercado
Marcela es la mamá de Gabriel Mercado, el último jugador de Chubut que defendió los colores de la Selección Argentina en un Mundial. En la previa del Día de la Madre, la mujer dialogó con PdC y ADNSUR, y contó parte de lo que debe vivir una madre de un futbolista, entre el desapego, los miedos, los sueños y los gritos de gloria.
“Yo siempre espere el fracaso para que se vuelva”, dice Marcela (53). La frase tiene lógica saliendo del corazón de una madre que vio como su pequeño se fue a 1321 kilómetros de distancia por un sueño que muchas veces no se cumple y que a veces dificulta el futuro.
Quien la dice es la madre de Gabriel Mercado, el último jugador de Chubut que disputó un Mundial con la Selección Argentina. Antes fue el turno de Sergio “Chiquito” Romero, oriundo de Misiones pero crecido en Comodoro, y mucho antes de Gabriel Calderón, el hombre de Rawson que fue subcampeón del Mundo en Italia 90, al lado del más grande de toda la historia.
Este domingo Marcela como todas las madres de Argentina celebrará su día. Seguramente cuando usted lea esta crónica, su primer hijo varón ya la habrá llamado desde Brasil, su actual destino luego de una larga carrera que comenzó en Argentina, continuó en España y Qatar, y ahora sigue en el vecino país.
Por supuesto, Marcela ya no espera el fracaso, hace mucho tiempo dejó de hacerlo y admite que hoy solo quiere que su hijo sea feliz, más allá del lugar donde elija vivir. Es que en el ocaso de la carrera del defensor, ella siente que no volverá a Puerto Madryn, aquella ciudad que alguna vez eligieron para vivir con Mercado, cómo le dice a su ex esposo y papá de Gabriel, con quien comenzó esta historia.
EL PRINCIPIO DE LA HISTORIA
Marcela y Javier son oriundos de Ezeiza y Buenos Aires, respectivamente, y llegaron a Puerto Madryn en 1985. Años antes se habían conocido en un boliche de Montegrande, donde Marcela vivía.
Esperaban a su primera hija cuando decidieron migrar a la ciudad donde estaba el abuelo paterno de Gabriel. Cómo dice Marcela, “Vinimos acá en busca de trabajo porque la realidad en Buenos Aires era tan difícil como siempre”.
Por ese entonces Marcela tenía 17 años y Javier 24, y apostaron a la ciudad del Golfo Nuevo para buscar un porvenir y formar su familia, donde nacieron sus cinco hijos: Lorena, la mayor, Gabriel, Alejandro y los mellizos: una hermana y un hermano.
Cuenta Marcela que desde chico el ex Racing, River y Estudiantes, fue apasionado por el deporte, principalmente aquellos que hacía su hermana mayor. “A Gabriel siempre le gustó el deporte. Comenzó con el fútbol de pequeño, cuando estaba en preescolar, con Julio Calvo que había puesto una escuelita frente a su casa, pero también hacía gimnasia acrobática y atletismo, porque le encantaba hacer deporte, pero aparte molestar a la hermana; porque si la hermana hacía algo él también lo hacía”.
En la Escuelita de Julio Calvo, Gabriel duró un suspiro y luego se sumó a las inferiores de J.J Moreno. Marcela lo acompañaba, incluso llegó a ser utilera del equipo en los partidos de la Liga Del Valle.
Lo cierto es que poco duró esa experiencia, porque poco tiempo después, con 10 años, tuvo la oportunidad de sumarse a las inferiores dé Racing de Avellaneda.
Marcela admite que no fue fácil que su hijo se fuera a Buenos Aires. Sintió el golpe de los 1321 kilómetros que separan la capital de Puerto Madryn, tanto que no duda en admitir que esperaba el fracaso de su hijo con tal de tenerlo cerca.
“Fue muy difícil, yo siempre esperé el fracaso para que se vuelva. Lo único que le pedía era que por favor estudiara porque era lo único que me importaba. Era difícil porque se viajaba muy poco”.
Para colmo a los Mercado y a Gabriel la plata no les sobraba. Eran tiempos difíciles. Ellos viajaban en El Pingüino a Buenos Aires y él llegaba en tren a Avellaneda. Recién cuando llegó a Primera, mucho tiempo después que salió campeón del Mundo con la Selección Sub20, pudo comprar su primer auto, un Volkswagen Gol que compró a través de un plan de ahorro.
Marcela recuerda aquellos días, la primera pretemporada con el Cholo Simeone y la foto que tiene en su casa para la posteridad, la segunda con Mostaza y la tercera con Caruso Lombardi, el polémico entrenador que lo tenia de suplente.
Cómo buena madre que siente con el corazón incluso guarda una anécdota que le quedó de Caruso. “Me acuerdo que lo tenía de suplente y un día fui a verlo y cuando lo puso dije: ‘ahí lo puso este pelotudo’ y una mujer dice ‘No, mi marido lo quiere mucho a él’. Era la mujer de Caruso, me quería morir”, dice entre risas.
LO LINDO DEL FÚTBOL
Con el paso del tiempo, la cancha se volvió parte de la vida de Marcela. Por entonces ya estaba separada de Mercado y había conformado una nueva pareja con quien tenía una pequeña. Mía se la pasaba en brazos de Gabriel y muchos creían que era su hija. Sin embargo, era su hermana menor.
Hoy Mia tiene 13 años y selló el vínculo familiar con la Academia. Es que no sólo recibió su carnet por parte del Chango Cárdenas, sino que además fue bautizada por Juan Manuel Arias, el cura de la Academia.
“Ella vivió la época de gloria de Gabriel. Cuando salió campeón en Estudiantes los periodistas creían que era su hija, después viajamos a Japón con River y también con el plantel de Sevilla. La verdad hemos recorrido el mundo gracias a mi hijo, desde ir al Bayern Múnich con Sevilla hasta ir a jugar contra el Barcelona; hemos viajado lo que soñé en mi vida, incluso en el Mundial de Rusia, fue algo increíble”.
Cuando habla del Mundial de 2018 a Marcela se le eriza la piel y no duda en decir que el gol a Francia y el día que salió campeón del Mundo Sub20, en Canadá junto a Leo Messi, han sido los momentos más felices en la carrera de Gabriel. Es que a una madre siempre le gusta ver triunfar a su hijo.
“Fue algo increíble. Viajamos justo para ese partido. Te lo cuento y me dan ganas de llorar, es una sensación que no se puede describir. Pero en la cancha hemos pasado de todo: cuando hizo los goles en Estudiantes ante Argentinos, goles que ha hecho con River en la Sudamericana. La verdad que he disfrutado mucho del fútbol”.
Marcela recuerda cada momento, desde aquella primera convocatoria, cuando el Tata Martino lo llamó minutos después que él había llegado a Puerto Madryn para visitar a su madre, hasta la última con Scaloni. Sin embargo, admite que ese primer llamado es uno de los recuerdos más lindos que le quedaron.
“Son las cosas que me quedaron presentes. Me acuerdo que lo fuimos a buscar con mi hija al aeropuerto de Trelew, nos fuimos a la cantina de Marcelino y cuando veníamos para Madryn lo llamaban desde un teléfono desconocido y no quería atender. Pero cuando atendió era para que se sume a los entrenamientos de la Selección. Así que llegamos a Madryn y le programaron un vuelo para el otro día. Llegó y se fue”, dice entre risas.
Cuando lo cuenta, la mujer transmite lo que se siente en un momento así, y no duda en decir que “fue increíble como se dio todo, porque fue algo completamente inesperado, debutó y jugó muy bien”.
En esa eliminatoria, Mercado integró la lista de los preseleccionados al Mundial, pero quedó afuera de la lista de 23. Sin embargo, cuatro años después tuvo revancha, en Rusia, cuando quedó marcado por un centro perfecto que habilitó a Marcos Rojo ante Nigeria, y el gol que le convirtió a Francia, en lo que finalmente fue la eliminación en 8vos de final de la Copa.
Gabriela pudo estar en ese partido. Luego del encuentro frente a Nigeria, Alejandro decidió viajar junto a su esposa y ella se coló. “Ellos programaron un viaje relámpago y me llevaron de colada. Cuando terminó el partido programamos el viaje con una agencia. Salimos a las 5 de la mañana de Trelew, hicimos conexión en Dubái y llegamos a Rusia. Fue algo impresionante. Es algo que no se puede creer, es maravillosa la sensación, aún después de la derrota, uno se siente satisfecho, porque gritar un gol de un hijo es un Mundial es algo único”, dice con orgullo.
Marcela asegura que esa etapa fue maravillosa pero también compleja, porque como buena madre sabe que “los procesos son muy difíciles”.
“Es como que fueran inquilinos, todo el tiempo trabajando para pagar el alquiler, y mi hijo tiene el concepto que cuando entra a la cancha lo está haciendo por los pañales de la hija. Entonces es como que siempre trabaja para conseguir algo. Ahora le regaló una casa a su hermana. La verdad que esas cosas a uno lo emocionan”.
Mercado, se encuentra en el ocaso de su carrera. Con 35 años quema los últimos cartuchos en el fútbol de Brasil, aunque muchos sueñan con que vuelva a jugar a tierras argentinas.
Marcela también sabe que queda poco, y si bien le gustaría tenerlo en Puerto Madryn, hoy elige que esté donde sea feliz. “Él hoy está muy bien. Fui a verlo contra San Pablo y está feliz, disfruta mucho, están segundos y le gusta mucho el fútbol de Brasil. La verdad donde decida estar con su familia, donde ellos quieran y estén bien, bienvenido sea”, dice con tranquilidad, sin embargo, aclara: “Para mi Madryn es maravilloso”, quizás tirando un guiño a ver si pica, porque como toda madre, a pesar del tiempo, quiere tener a su hijo cerca.