Así como Francia es el seleccionado con bajas más importantes (sus motores Ngolo Kanté y Paul Pogba, sumados Presnel Kimpembe y Christopher Nkunku), ninguno tuvo tantos jugadores "tocados" en las últimas semanas como Argentina. Salvo la situación de Giovani Lo Celso, el resto igualmente había tenido problemas que supuestamente desaparecerían con los días. Pero Scaloni, todavía en Buenos Aires, había advertido que no llevaría a ningún futbolista que necesitara recuperarse durante la competencia. A pleno o afuera.

Algunos llegaron a Medio Oriente sin lesiones pero con falta de ritmo futbolístico: Cuti Romero, Juan Foyth, Leandro Paredes. A Paulo Dybala el tiempo le calzó justo para jugar por lo menos 20 minutos en el último partido de la Roma. De hecho, cuando Scaloni supo que Dybala jugaría ese rato en su equipo, adelantó la oficialización de la lista para el viernes 11 en vez del domingo 13, tal lo pensado originalmente. El técnico sabía, eso sí, que el cuerpo médico debía analizar a dos jugadores en particular.

El detrás de escena de los cambios sorpresivos en Argentina: “partir desde las certezas y alejar los nubarrones”

Uno de ellos era Marcos Acuña, a quien recurrentemente le aparece un dolor en la zona del pubis. Ese problema, se sabe, es traicionero en el fútbol: nunca avisa si aparecerá. Acuña actuó los primeros 45 minutos del amistoso contra Emiratos Árabes con muy buen rendimiento. En el vestuario aseguró que no había sufrido en ningún momento; suficiente para seguir considerándolo. El otro futbolista a evaluar, Nicolás González, merece un párrafo aparte.

El 22 de octubre, González pidió el cambió a los 8 minutos del partido de la Fiorentina contra el Inter; según comentó, "más por precaución debido a un pinchazo que a otra cosa". Al día siguiente, en su club le detectaron un edema que no llegaba a ser un desgarro pero sí una leve lesión muscular a considerar. Desde allí, no participó en ninguno de los seis encuentros siguientes de su equipo. Nicolás sería suplente en el Mundial, aunque uno de esos suplentes que siempre terminan acumulando minutos. Ayer, en la jornada convulsionada de Doha, volvió a lesionarse. Tal vez exigido por el cuerpo técnico para determinar si podían encontrarlo a plenitud, finalizó la práctica y comentó que le había surgido un dolor. Los rápidos estudios establecieron una nueva lesión en la misma zona, suficiente para que un habitual en las convocatorias quedara afuera de la Copa del Mundo.

Su reemplazante fue Angel Correa. Lógica decisión: había sido el vigésimo séptimo de una lista de 26; es decir, el último en perder su lugar. Claro, Nicolás González y Correa no son jugadores de mismas funciones y posiciones. Sucede que Scaloni y compañía no encontraron un jugador que, desde la izquierda hacia adentro, pudiera llegar a posiciones de gol, la cualidad más valorada de González. Correa se adapta a distintos pedidos y es, en definitiva, un jugador de ataque, lo que rápidamente buscaron.

Pero al jueves todavía le quedaban un par de capítulos. Había llamado la atención la frase de Scaloni en Abu Dhabi cuando se refirió a que los jugadores "están grandecitos" como para contar si tienen algún problema físico. Ese dardo estaba direccionado: Joaquín Correa no había reconocido un dolor en la rodilla producto de una tendinitis. Luego de que en el partido contra Emiratos lo vieran caminar con dificultad, le consultaron y en ese momento sí el futbolista admitió lo que le pasaba. Aquí vale agregar lo siguiente: difícilmente un futbolista cuente que algo malo le está pasando, sobre todo si ese problema obviamente no es de gravedad. Correa, probablemente, habrá sentido que el dolor se le iría y que, en el peor de los casos, no le impediría jugar. Para evitar esos "malos entendidos", en otras previas de mundiales el médico de la selección argentina viajaba a ver personalmente a cada uno de los futbolistas. Lo cierto es que, al no moverse con total comodidad el miércoles, Correa también quedó desafectado, casi como una consecuencia de aquella frase de Scaloni de no querer futbolistas que no estuvieran al 100%.

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La decisión sobre su reemplazante fue más pensada. Joaquín Correa era el tercer centrodelantero del plantel, detrás de Lautaro Martínez y Julián Álvarez. En ese sentido, podía ser considerado Giovani Simeone, de buenos números en el fútbol italiano. Aunque diestro, Correa se mueve fundamentalmente por la banda izquierda, el costado muy desprotegido con las bajas de Lo Celso y Nicolás González. Allí surgió la alternativa de Alejandro Garnacho, el pibe que ya sorprende en el Manchester United. Se decidieron, finalmente, por Thiago Almada, de apenas minutos en un amistoso de la selección en Estados Unidos, en una gira en la que sorprendió positivamente por frescura y entusiasmo. El exVélez será uno de los once futbolistas de la historia de la selección argentina en llegar a un Mundial habiendo jugado menos de dos encuentros previos con la camiseta nacional. Igualmente, no fue eso lo que más sorprendió, sino que se puede emparentar su juego con el de Angel Correa. Ante dos jugadores descartados diferentes entre sí, dos reemplazos parecidos.

Hoy, desde las 12, la selección se entrenará a puertas abiertas para la prensa. Sería positivo, también, que el médico Daniel Martínez brinde algunas precisiones. En la era de la comunicación, todo tipo de organizaciones importantes (la AFA y la selección lo son) deben reducir el margen de conjeturas. Sería interesante que se refiera a cómo están otros futbolistas. A días del Mundial, el ideal es disipar las dudas, partir sólo desde las certezas, alejar los nubarrones. El país está pendiente de lo que suceda con la selección.

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