El fisicoculturista que creó un mítico gimnasio y que lleva 45 años vigente
Manuel Álvarez tiene 68 años, nació y se crió en Comodoro Rivadavia, y desde muy chico tuvo un sueño único que pudo cumplir conforme pasó el tiempo. Haciéndole frente a todo lo que se le cruzó a lo largo de su vida y entregando lo mejor de sí, el fundador del "Súper Conan" dialogó con ADNSUR y Pasta de Campeón para contar su vida dentro de la disciplina.
Es un día normal en el gimnasio ubicado en la intersección de la avenida Figueroa Alcorta y calle Salta, suenan Los Piojos de fondo a todo volumen y Manuel se acerca a su escritorio mientras varias personas entrenan con mucha motivación.
Nacido y criado en Comodoro Rivadavia, puntualmente de la clase del 1956, a los 15 años ya pensaba en crear algo diferente para la época: un gimnasio. "Ya tenía ese sueño sí o sí, nací con esa ambición. La gente me decía que no lo iba a lograr y que no iba a poder vivir de esto. Era todo negativo, pero yo siempre pensé en salir adelante", relata, y agrega que después de haber finalizado la secundaria en la nocturna, tuvo un paso por la Policía del Chubut, pero lo terminó dejando de lado para cumplir con su meta.
"No fui a la universidad, no nací con ese don, pero siempre tuve la humildad de salir para adelante".
Con buena onda y la humildad con la que se lo caracteriza, el fisicoculturista de 68 años y fundador del "Súper Conan" decide hacer un recorrido que va desde sus inicios hasta la actualidad y por qué no también de su futuro al mando de una histórico lugar ubicado en pleno corazón del barrio José Fuchs.
"El Súper Conan se llama así porque pensé que tenía que ser algo superior y terminó dando sus resultados", cuenta Manuel, asegurando ser el iniciador del culturismo en la Patagonia Argentina. "Este gimnasio se crea en 1980, lleva 44 años y recuerdo que tenía mucho entusiasmo conmigo mismo para fundarlo, además de fe y actitud. Con todo eso se me dieron los resultados positivos. Estaba muy abocado en esto, me la jugué y salió muy bien, no puedo quejarme de nada. Siempre salí adelante con la humildad para con las personas y el gimnasio también", describe.
A los 15 le dio luz verde, arrancó a entrenar y unos años después su sueño se hizo realidad: "puse el gimnasio y a los 26 salí a competir", cuenta, en una decisión que fue acompañada por el apoyo de sus padres. "Siempre me apoyaron, jamás me dijeron nada, amén de estar contentos. A mi vieja siempre la llevaba a los torneos que se hacían afuera, ella estaba feliz y se ponía a hablar de mi alimentación, entonces la gente se acercaba a anotar lo que decía". Y en ese sentido, asegura que no logró contagiarles a ambos esa pasión que él tenía: "no entrenaban, miraban todo desde afuera. Les gustaba que me moviera, que hiciera torneos y demás".
No obstante, Manuel afirma que la llegada del Súper Conan al barrio José Fuchs sorprendió sorprender a gran parte de Comodoro, donde tanto jóvenes y grandes fueron sumándose de a poco a hacer actividad física. "La realidad fue muy positiva, les gustó y empezaron a venir personas de todas las edades. Les encantó el sistema y siguen viniendo hasta la fecha, tengo mucha gente de esa época que continúa porque les gusta el ambiente, mantener el estado físico y descargar esa tensión que tanto hace falta", comenta.
"La juventud en esos momentos se dedicaba mucho al deporte. Yo hacía mis torneos y entraban 25 alumnos míos: la pasaban muy lindo y se sentían muy bien".
Pero el gran fisicoculturista comodorense no solo se encargó de llevar adelante su gimnasio, sino que también le dio forma a las máquinas. Si las comparamos con las de cualquier otro centro de entrenamiento, podemos notar que tienen algunas diferencias, pero que más allá de eso conllevan la misma funcionalidad. "Todas las hice yo, fui sacando cálculos de las personas para con las máquinas y fue dándose todo".
"Son artesanales, menos los discos que son comprados en Buenos Aires. Las máquinas, en sí, son fierros de nuestro Comodoro provenientes del petróleo en lo que tiene que ver con los lingotes, los bástagos y otras cosas. Con todo eso lo fui armando paulatinamente y tranquilito... Ese es el verdadero artista, el que hace sus cosas metódicamente de forma segura y bien fuertes... Ahí estuvo el objetivo para que salga todo perfecto".
En el año 1987, Manuel compitió por primera vez en un certamen nacional que se desarrolló en la provincia de Córdoba. Previo a eso, ya había tenido participación a nivel local y regional, pero el gran salto fue precisamente 13 años antes de llegar al nuevo milenio. "Todavía tengo el diploma y los trofeos bien guardados, también mis medallas que significan mucho porque hay una historia detrás de cada una", afirma, emocionado.
Conforme pasó el tiempo no le aflojó y fue cada vez por más, inclusive, llegó a crear la competición local "Mister Comodoro" que tuvo un total de 37 ediciones donde, tanto hombres como mujeres, dejaron la piel para llegar a lo más alto. En ese evento concurrían deportistas de toda la región que van desde Río Negro, Chubut y Santa Cruz, entre otros.
Pero para alcanzar eso no solo había que tener un buen físico: la alimentación y el aspecto mental también tenían un rol clave. "Primeramente hay que prepararse bien en la alimentación, luego viene el entrenamiento y ahí se va dando todo mentalmente. El cuerpo responde al máximo, uno lo exige y cuando se da esto, mejor se dan las cosas. Si tenemos alguna falencia o problema, podemos cometer muchos errores y no vamos a poder avanzar", dice.
"El descanso es muy importante, si no lo hacés bien, el cuerpo no te va a responder. Fácil, ocho o nueve horas para sentirse bien y venir a entrenar en el horario que a uno le guste porque eso depende de cada uno. Al estar bien descansado podés entrenar y luego te da apetito, te preparás una buena alimentación, no cualquier cosa porque es basura para el organismo y no vas a conseguir la masa muscular".
La pandemia, el encierro y no poder ejercitarse: un dolor de cabeza para los deportistas
En marzo de 2020, el coronavirus comenzó a expandirse por todo el mundo y ante la preocupación de que en Argentina se desataran graves olas de contagios y una importante cantidad de muertos, el gym tuvo que cerrar sus puertas.
A pesar de lo mencionado, Manuel no le dio mucha importancia y continuó dando lo mejor: "seguí firme, estaba positivo pensando que nunca me iba a pasar nada. Nunca usé un barbijo ni nada, hice caso en colocarme las dos inyecciones porque tenía que entrenar, viajar y competir. Todo eso me dio resultado y por suerte nunca me pasó algo grave". Y anunciando su fórmula del éxito, opina: "al entrenar, el cuerpo fortalece todo lo que es inmunológico y ayuda un montón... Donde te quedás, ahí es donde cometés el error. La gente venía, me llamaba por teléfono y entrenaba, se sentían bien, no podían soportar el estar encerrados sin hacer nada".
"La actividad física significó un alivio porque el encierro era algo dañino para las personas. El no trabajar el cuerpo es un gravísimo error, es algo lamentable, pero es la realidad".
Más allá del confinamiento, las olas de contagios y su avanzada edad, asegura que "en ningún momento pensé en dejar", sabiendo que próximamente se iba a normalizar lo que estaba ocurriendo a nivel sanitario.
La falta de ingresos por la lógica inactividad obligó a que varios comercios deban cerrar sus puertas, pero no fue así en el Súper Conan porque le hizo frente a la adversidad y pudo superarla tranquilamente: "nunca se llegó a ese punto por la sencilla razón de que uno, al ser positivo para con el gimnasio, siempre tiró para adelante".
Seguir rindiendo al máximo a tan avanzada edad, una receta que muy pocos tienen
Viejos son los trapos y con 68 años, Manuel no se relaja y sigue pisando fuerte el acelerador a pesar de todo: "todavía estoy entrenando y compitiendo, me agrada hacerlo y solamente en el año de la pandemia no pude, es algo que aparentemente llevo en mi alma y voy a dar lo mejor hasta el final".
"Muchas veces me preguntan 'Manuel, ¿vos querés ser como Arnold (Schwarzenegger)?' Y yo les respondo que 'Arnold es Arnold y Manuel es Manuel'. Son dos cosas distintas, no mezclemos. No nací para ser un culturista porque no tengo la altura acorde, lo que hago es un sacrificio, como también hice con los aparatos".
Como ejemplo en la disciplina y consultado por muchos jóvenes que quieren dar lo mejor desde lo físico, da por sentado que "el secreto radica en entrenar" y que luego "es la continuidad". En ese tenor, destaca estar lejos de las adicciones accesibles: “no consumo alcohol y tampoco fumo, no lo hago porque soy un deportista, sino porque lo siento así”.
"Tengo una misión importante que es fomentar el culturismo acá en la Patagonia, sentirme bien y salir adelante".
Tras muchos años de mantenerse en el alto rendimiento, Manuel hace una breve reflexión de que aun lesionado hay que continuar con la actividad, sin limitarse y en ese tenor aprovecha para contar una de sus cuestiones personales: "tengo mis dos rodillas lesionadas, pero todos los días hago piernas para que más adelante no estén estropeadas. Uno es un ser humano, no somos máquinas a las que se les cambian los artefactos. Hay que curarse y bien para no quedar con hechos más graves".
Por qué el Súper Conan sigue igual de bien con el pasar de los años
"En todo sentido, el gimnasio no cambió, lo mismo pasó con el entusiasmo de las personas que vienen. Está todo intacto, no encuentro nada raro", admite, mientras recuerda cómo era anteriormente.
Y también, deja a la vista la calidez humana que maneja al día de hoy para con los grandes y chicos que se acercan a levantar pesas: "de las puertas para afuera, si hay problemas, son de ellos, eso lo deben arreglar personalmente. Yo solo puedo escucharlos, actúo como psicólogo y es algo que, con los años, se termina dando solo. Esto le hace bien a los que vienen a esta casa".
Por último, recordando los inicios y llevándolo a la comparación con la actualidad, define en pocas palabras qué es lo que se le viene a la cabeza cuando piensa en el Súper Conan a poco de llegar a los 45 años de historia de forma ininterrumpida: "significa mucho, me siento muy orgulloso de haberlo logrado. Muchas veces la gente se acerca en la calle, me saluda, me felicita y terminan dando una difusión importante en las redes sociales. Esto significa que uno va por el buen camino".