Lana de guanaco: el lujo sostenible que revoluciona la Patagonia
En Chubut y Santa Cruz, un modelo innovador convierte al guanaco en un aliado estratégico de la producción ganadera y la conservación. ¿En qué consiste?
En las vastas extensiones de Chubut y Santa Cruz, los guanacos han pasado de ser considerados una competencia para la producción ganadera a ocupar un lugar clave en un modelo innovador. A través de la esquila sustentable, un método que prioriza el bienestar animal y la conservación, estas provincias están demostrando que es posible combinar producción con preservación ambiental.
Históricamente, el guanaco ha sido visto como un problema para los productores de la Patagonia debido a su competencia con las ovejas por los pastizales. Sin embargo, iniciativas impulsadas por científicos del CONICET y productores locales están cambiando esa percepción. En estancias como “La Rosa”, en Chubut, y en tierras productivas de Santa Cruz, se están implementando técnicas que aprovechan la lana de este herbívoro, considerada una de las fibras más finas y suaves del mundo.
Comparada con la vicuña por su calidad, la lana de guanaco en bruto puede alcanzar hasta 200 dólares el kilo, y su valor se duplica tras la descerdación y el procesamiento local. Estas características han captado la atención del mercado de lujo, cada vez más enfocado en materiales sostenibles.
Uno de los pilares del éxito de este modelo es la esquila en vivo. Este proceso, diseñado para minimizar el impacto sobre el guanaco, se basa en estudios poblacionales y en estructuras adaptadas para garantizar su bienestar. “El manejo de guanacos representa una alternativa innovadora que complementa la producción ovina sin afectar las actividades tradicionales”, explica Pablo Carmanchahi, investigador del CONICET.
Mediciones de cortisol y análisis de comportamiento, realizados durante el desarrollo de estos proyectos, han permitido ajustar protocolos que aseguren que los animales regresen a su hábitat sin estrés ni efectos duraderos. Esta combinación de tradición y ciencia refuerza la ética del proceso y lo posiciona como un ejemplo a seguir en la producción sostenible.
BENEFICIOS LOCALES: EMPLEO Y DESARROLLO REGIONAL
En Chubut y Santa Cruz, el impacto de esta iniciativa va más allá del manejo del guanaco. La posibilidad de procesar localmente la fibra —una etapa conocida como descerdación, donde se separan las fibras finas de las gruesas— está generando empleos y aumentando el valor agregado en las comunidades.
El trabajo en conjunto entre científicos, técnicoses y productores busca establecer una cadena de valor que no solo beneficie económicamente a la región, sino que también fomente el desarrollo de una industria ética. Tobías De Lillo, productor de la estancia “La Rosa”, destacó: “Lo que antes era un obstáculo, ahora se transforma en una solución. Estamos creando un modelo productivo que puede replicarse en otras regiones del país”.
EL ROL ECOLÓGICO DEL GUANACO EN LA PATAGONIA
Además de su lana, el guanaco desempeña un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas patagónicos. Como principal herbívoro nativo, regula el crecimiento de los pastizales y es una presa esencial para depredadores como el puma. Este equilibrio natural es clave no solo para la biodiversidad, sino también para actividades económicas como el turismo.
Los safaris fotográficos, cada vez más populares en la región, están creando nuevas oportunidades económicas basadas en la observación de la fauna autóctona. Estas iniciativas fortalecen la idea de que conservación y producción pueden trabajar de la mano.
La experiencia de Chubut y Santa Cruz está marcando un camino claro hacia un modelo de producción mixto, en el que la fauna y la ganadería coexisten y se potencian mutuamente. Este enfoque no solo beneficia a los productores locales, sino que también posiciona al sur argentino como un referente global en prácticas éticas y sostenibles.
Con la colaboración entre ciencia y tradición, el guanaco está dejando de ser solo un símbolo de la fauna patagónica para convertirse en un emblema del equilibrio entre conservación y desarrollo. En la Patagonia, conservar no solo es posible, sino también rentable y beneficioso para todos.