El murmullo alrededor de la pista es indescifrable, la música se entremezcla con las conversaciones. Las chicas llegan y se abrazan, los chicos de pelo largo con flequillos salvajes se mueven entre los grupos. Tienen 17 años y algunos más de 20. En la cabina del DJ está Cachute y desde allí controla la noche. Mira el reloj y le da play a “Voice” de Russ Ballard, le sube el volumen y como en trance todos comienzan a bailar. Las vibraciones del tema golpean los pechos y los cuerpos se agitan. En esa pista se respira poder y fuerza. Comienza la noche y hasta que el sol no atraviese las ventanas, la fiesta no para.

En el año 1982 Ernesto Terzano (padre) era el dueño del night club “Sweet Helen”, pero ese año con la llegada de su nieto Jonatan decidió fundar Jonathan Club y la Avenida Armada Argentina al 1560 en “la Rada” comenzó a ser la cita obligada para quienes gustaban de la buena música y el encuentro con amigos.

Silvia Terzano es la hija de Ernesto y en una entrevista con ADNSUR rememoró aquellas épocas. Ella administró el lugar junto a Tito Melin y un gran equipo que fue cambiando a medida que pasaron los años.

“Los night club era lugares donde se iba en pareja a tomar algo, y el boliche vino a cambiar esas costumbres”, dijo Silvia. La gente iba en grupos, allí se encontraban y divertían.

El boliche que explotaba todos los fines de semana en Rada Tilly. Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club
El boliche que explotaba todos los fines de semana en Rada Tilly. Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club

“Yo estuve frente al boliche 8 años y fueron épocas hermosas. Estaba con mi prima Bachi Podestá en la puerta, cobrábamos la entrada, decidíamos cuándo parábamos el ingreso de la gente, se llenaba mucho, ir al boliche era todo un acontecimiento en aquella época”, recordó.

En esos años funcionaban en paralelo Naranja, El Marqués de Tilly y Ronanó, este último mantenía el formato para parejas. Cada uno tenía sus características en función a la música que se escuchaba y la onda de la gente que iba.

“Recuerdo que en Jonathan había grupos que tenían su espacio asignado. Uno estaba siempre en la barra grande y de ahí no se movían, otros estaban cerca de la cabina del DJ”, comentó Silvia.

“El sentido de pertenencia que tenían los jóvenes con el boliche fue lo que lo hizo tener éxito”, fundamentó.

Silvia no sale del asombro, pasaron 40 años y la gente sigue recordando el lugar y lo añora. Cada rincón del boliche dispara recuerdos y anécdotas. Aquel edificio de ladrillos a la vista que simulaba un castillo marcó un hito en varias generaciones. Hoy sus paredes ya no existen y para muchos invocar su nombre es lo necesario para revivir aquellos tiempos.

LOS DJ

Ernesto Terzano (hijo) también añoró aquellas décadas y habló con orgullo del trabajo que hacían. Jonathan tuvo los mejores DJ de Comodoro Rivadavia y eso nos distinguía”, afirmó Ernesto.

Cristian Tuckschewitz, conocido como “Cachute”, Mario Vaquinzay, Federico Blanco y Claudio Dietsche fueron algunos de los responsables de musicalizar aquellas noches eternas.

La cabina de los DJ. Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club
La cabina de los DJ. Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club

Cachute contó algunas anécdotas a ADNSUR: “Antes de ir a trabajar me dormía una buena siesta. Llegaba, hacía una prueba de sonido, y comenzaba a pasar música, siempre cuidando mucho el equipo”.

La cabina era su reinado y allí tenía todo lo que necesitaba para llevar la noche adelante. Una de las principales novedades que tenía era el equipo que habían construido a medida para el boliche: “Mario Durante lo diseñó y construyó. Horacio García y yo lo ayudamos. Tenía 3 metros de largo y más de 1 metro de alto. Había una consola de efectos, a veces a la noche yo apretaba un botón y “tiraba bombas” y la gente se tiraba al piso”, relató Cachute.

Mario Vaquinzay puso música hasta mediados de la década del 90 y su paso por Jonathan lo marcó en su trabajo.

“En esa época todavía se ponían vinilos y cds y tenías que tener todo muy organizado. Estaba todo catalogado, hip hop, bolichero, grunge. Vos mirabas y sabías el número de track o el número de surco en el disco, ibas creando constantemente”, recordó Mario.

LA BARRA

La bebida era fundamental para mantener hidratados a quienes amanecían en Jonathan. El gancia batido, el fernet con Coca y la cerveza eran los protagonistas.

Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club
Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club

Ernesto Terzano recordó a uno de los personajes que preparaba tragos, le decían Tomate y su nombre era Oscar Barrionuevo: “Era un personaje, se ponía una curita en la cara para que las chicas se acercaran y le preguntaran que le había pasado, y él siempre les contaba alguna historia fantástica que obviamente, era mentira”.

EL INGRESO

Casi todos recuerdan a Bachi y Silvia en la entrada. En aquellas épocas no había seguridad, no era necesario. Estas dos mujeres estaban atentas a todo lo que sucedía, y sabían cuándo y a quien se le debía poner freno.

“Esas dos mujeres eran bravas, no se les escapaba una”, comentó Cachute mientras recordaba alguna anécdota de la cual no quiso dar detalles.

Música y amaneceres en la playa: las noches en Jonathan Club que marcaron un hito en Rada Tilly

Los Terzano fueron los primeros en implementar el famoso “free pass”. Los viernes algunas chicas y también “Tomate” iban al centro a repartir en la calle San Martín y era así que luego el boliche explotaba de gente.

LOS DE SIEMPRE

No importaba como se llegaba a Rada Tilly, en colectivo, a dedo o en el auto de algún amigo. Algunos hacían la famosa “vaquita” para cargar combustible entre todos.

En épocas de vacaciones de invierno o verano se esperaban a los que estudiaban en otras ciudades y se reorganizaban los grupos que se habían originado en la escuela secundaria. “Los del Perito”, “los de la Enet” y “los empanadas”. Tertulias en la vereda, a veces alguna corrida porque se “iban a las manos”.

Llegaba la hora de volver a la casa y muchos se resistían, la cosa seguía afuera, algunos se iban a desayunar una buena hamburguesa en algún local de la villa o del Comodoro que estuviera abierto para luego al fin descansar en casa, luego de una larga y fructífera jornada entre amores y también amigos.

Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club
Foto: Grupo de Facebook Jonathan Club

A fines de los 90 el boliche cerró sus puertas, atrás quedaron los amaneceres en la costa y las conversaciones entre amigos apoyados en el capot de algún auto estacionado. Los boliches se diversificaron en Comodoro Rivadavia y aquellos jóvenes de los años 80 crecieron y sus costumbres de fines de semana y amigos se transformaron.

Hoy es posible escuchar en alguna charla de sobremesa a “chicas y chicos” que ya superan los 50 hablar de Jonathan Club y las cosas que allí vivieron y mientras aquellos recuerdos resurgen, pareciera que el tiempo no ha pasado.

“Jonathan es eterno, como Roma”, dijo Ernesto Terzano (hijo) al finalizar la entrevista y sobre esta frase no hubo más acotaciones.

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