La pileta de Kilómetro 5, ubicada en el barrio Presidente Ortiz a pocos metros de la Usina, fue en sus inicios utilizada para refrigerar las turbinas, alcanzando una temperatura de unos 27ºC. El agua salada provenía del mar, situado a corta distancia. Desde la década del 50 hasta los años 80, esta piscina tuvo un uso social y recreativo.

Recuerdos imborrables de la pileta a cielo abierto de Comodoro Rivadavia se mantienen vivos en la memoria de numerosos habitantes de la localidad. Tanto jóvenes como adultos recuerdan con nostalgia las sensaciones que les producía este emblemático lugar. Marcelo Vázquez, conocido como Elo, comparte sus vivencias como vecino del barrio, recordando con emoción los momentos previos a cada visita, cuando junto a su madre se preparaban para disfrutar de la pileta.

“La escena más típica primero comenzaba en casa: si estaba el día lindo, mi vieja preparaba una bolsa con su termo, sus dos o tres cosas para el mate y otro termo para mí con una chocolatada”, rememoró Elo.

LA PILETA

Recuerdo el color azul pintado, chapas alrededor y mucho calor. Había que pasar los pies por una especie de canaleta en donde te mojabas con agua salada para tirar el barro que traías de afuera”, mencionó el actor entre risas, como si viviera otra vez ese preciado momento. 

Si alguien “camina” el barrio seguro se encuentra con muchas personas que estuvieron alguna vez en esa pileta. Y así es, María Rosa Bertossa y Raquel Torres, por ejemplo, son dos antiguas vecinas y algunos podrían llamarlas las “fanáticas del Kilómetro 5” porque defienden a capa y espada todo lo que tiene que ver con el Patrimonio Histórico del mismo. Ambas son integrantes de la Asociación de Rescate Histórico “Detrás del Puente”.

Ellas le abrieron el “arcón de los recuerdos” a ADNSUR y contaron su parte.  “Con respecto a su surgimiento tendríamos que hacer referencia primero al edificio de la usina, que se construyó para abastecer a YPF de energía en el año 1925. La pileta vendría a ser como un apéndice del mismo. Las turbinas eran refrigeradas por el agua de mar. ¿De qué manera funcionaba eso? , nos transportamos a la orilla del mar, donde vemos la casa de bombas que tanto llama la atención y que es tan bonita. Estaba construida de tal manera, que se tomaba el agua de mar, entraba por un canal, refrigeraba y salía por otro canal o lo volcaba en lo que todos conocimos como la pileta del Km5. Ésta era como una fuente de auxilio para la usina ante la falta de agua o ante otro tipo de emergencia”, contó María Rosa.

Las dimensiones que tenía eran olímpicas: contaba con dos trampolines y diferentes profundidades y es por eso que desde los más temerosos al agua a los nadadores más expertos podían utilizarla. Alrededor contaba con una zona de pedregullo que era donde se instalaban los visitantes, y también había vestuarios y un quiosco.

Fuente: Facebook Fotos Antiguas Comodoro Rivadavia

EL GUARDAVIDAS, LOS TRAMPOLINES Y LOS VESTUARIOS

Raquel recordó con picardía al guardavidas: “Era un señor muy musculoso, bien morocho porque estaba al sol todo el día. Era un chileno de apellido Vázquez y usaba una mallita muy chiquita, raro para esa época. Siempre estaba atento a todos los chicos y a las dos piletas, él estaba ahí, como un sargento paradito; siempre dando vueltas”.

Como si viajara en el tiempo y estuviera allí otra vez contó sobre los trampolines: “tenían de dos medidas, era maravilloso. Los pibes venían hacer un espectáculo, porque daban vueltas en el aire. Las chicas, cuando éramos adolescentes, los mirábamos. Estábamos copadas con las pruebas que hacían; algunos caían mal pero lo disimulaban, para no hacer papelones”. 

Otro detalle que recuerdan María Rosa y Raquel son los vestuarios. Ambas, con una memoria visual casi idéntica describen el detalle de las chapas y banquitos de madera. Uno de cada lado: el de hombres y el de mujeres.

NADADORES DESTACADOS

La pileta convocaba a los veraneantes pero también a los deportistas, como por ejemplo Albornoz,  que marcó récord de permanencia en la pileta. Raquel comentó: “era nadador muy importante. YPF invitaba a todos para que lo fueran a alentar y la gente le daba jugo de tomate; pasaba la noche nadando a ahí”.

Adelina de Jesús José tiene 70 años y ya no vive más en Km. 5 pero aún conserva las imágenes vivas de aquella pileta: “A eso de las 2 de la tarde venían los colectivos de YPF y de línea y se bajaban montones de chicos todos su carnet y con su mochila”.

Foto: Casa Usina Verónica Birkhofer

“Cuando comenzaban los meses de verano es una alegría porque ya se sentía el bullicio de la pileta y cuando abrían era hermoso poder ir a la pileta, a encontrarnos con gente conocida y el ruido que se sentía del bullicio de la pileta, los gritos, eso nos daba una alegría como que venía el verano”, agregó Adelina.

Todos en Kilómetro 5 tienen algo bueno para decir sobre aquella pileta.  Escuchar a María Rosa, por ejemplo, puede ser un placer, por que guarda en ella cada detalle y cada fecha. No solo se aprende al escucharla, sino que se pueden revivir los momentos vividos.

Tal vez su frase final en la entrevista resuma lo que para muchos significo aquella gloriosa “pileta de Km5”: “Era una maravilla porque era un punto de encuentro. Todos en este barrio sienten un orgullo enorme, primero por contar con la usina y, después, con la pileta”.

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