La explosión del Cine Coliseo, la responsabilidad de un inocente y el recuerdo de una tarde trágica
"Explotó el Cine Coliseo", eso era lo que se presumía que había ocurrido cuando un estruendo sorprendió a quienes estaban en el cine el domingo 30 de julio de 1972. Una nube de polvo cubrió toda la sala, escombros y mampostería caían del cielorraso sobre los espectadores.
"Explotó el Cine Coliseo", eso era lo que se presumía que había ocurrido cuando un estruendo sorprendió a quienes estaban en el cine el domingo 30 de julio de 1972. Una nube de polvo cubrió toda la sala, escombros y mampostería caían del cielorraso sobre los espectadores.
Se estima que había más de 1200 personas mirando “El profesor Patagónico” y “Argentinísima”, dos estrenos muy esperados para la época, cuando una caldera –que estaba ubicada detrás de la pantalla- explotó a causa de un desperfecto técnico.
Se dice que las cuatro primeras filas de asientos volaron por el aire y quienes estaban allí sufrieron múltiples heridas; los tres grandes centros asistenciales de la ciudad recibían heridos que llegaban “en oleadas”.
Una tarde que quedó en la memoria de los comodorenses con un saldo de 3 muertos y más de 30 heridos.
Ir al cine era uno de los planes que más entusiasmaba a los habitantes de Comodoro Rivadavia en la década del 70. Funcionaba a sala llena y todos esperaban los estrenos que llegaban desde Buenos Aires.
“Era todo un acontecimiento ir al cine y más al Coliseo. Nosotras, con mi hermana, íbamos a ver todas las películas de Sandro primero en el cine Coliseo, después en el “Comodoro y después en el cine de Km 8 que eran los tres cines que llenaban”, recuerda Liliana Cabrera una vecina de Km 8 que estaba el día de la tragedia que sacudió a la ciudad el 30 de julio de 1972.
“Yo tenía 13 años y mi hermana uno más, habíamos logrado que mi vieja nos de unos pesos para ir al cine y nos fuimos en el colectivo, cuando llegamos sacamos las entradas y nos tocó en la fila 15, arriba”.
Con la entrada se accedía a dos funciones, en este caso se trataba de “El profesor patagónico” con Luis Sandrini y “Argentinísima”. La sala de proyección era comandada por don Eleuterio Lorenzo, un ypefiano que a contra turno y para llevar unos pesos más a la familia numerosa que tenía, había aprendido el oficio de operador. Diez años trabajó en la empresa cinematográfica, algunos días en el Coliseo y otros en el Cine Comodoro, empalmando cada cinta con prolijidad para que los espectadores no notaran los cortes durante las funciones.
Ese día, Eleuterio estaba allí, listo para un día de trabajo más. Dicen quienes asistieron a la función de las 17hs que dentro de la sala se sentía más calor de lo habitual, pero nadie imaginó lo que sucedería a pocos minutos de iniciada la proyección.
“Le avisan a mi papá “che, gringo” la caldera está haciendo ruido. Mi viejo salió corriendo porque los que prendían la caldera eran el acomodador o mi papá. El primero que llegaba la prendía, ese día tampoco la prendió mi papa. La prendió el acomodador que llegó primero; el señor Saldivia”.
Justo en el momento en que Luis Sandrini estaba viajando en el tren “La trochita” y en diálogo con el cantante Piero se escuchó un estruendo ensordecedor.
“En ese momento se levantó la pared con pantalla y todo y cae. El ruido es tremendo y quedamos todos como helados. Desapareció todo lo que estábamos viendo y empezó a subir como un humo denso para arriba y ahí todos a los gritos, sin luz. Toda la gente se vuelca al pasillo pero yo veía que no tenía por dónde meterme, entonces empiezo a saltar butacas para poder llegar adelante y cuando me doy cuenta, mi hermana estaba sentada todavía, vuelvo y me dice ¿y la película? Ella se había quedado shokeada. Entonces la sacudo y la obligo a seguirme”, relata Liliana.
Marta Lorenzo es una de las hijas de don Eleuterio, el día anterior había ido junto con su hermano al cine a ver el mismo estreno. “Cuando explota la caldera, mi papá estaba bajando las escaleras porque la sala de proyección estaba arriba y un vidrio de la confitería se le cayó en el brazo. Le hizo un tajo bastante grande en el brazo. Y de ahí no sabemos más nada porque yo sé que mi papa era alto, ágil y si pasaban 10 segundos más a mi papa lo agarraba adentro de la caldera”.
Mientras tanto, la gente, asustada, intentaba escapar. “Bajamos las dos y llegamos hasta donde estaba toda la multitud que se hizo un cuello de botella en la boca de salida y no podíamos meternos por ningún lado porque toda la gente estaba apretada. Lo recuerdo como una película de ciencia ficción”, dice Liliana.
La onda expansiva rompió puertas y ventanas de ingreso al cine y de la propia confitería que funcionaba en el primer piso. “La gente salía muy lastimada, eso me impresionó. Una señora con un nene con sangre en la cabeza. Me traumé, nos fuimos con mi hermana caminando hasta la parada de colectivo para volver a casa”.
Emergencia en el centro de la ciudad
Ambulancias, policías y voluntarios anónimos ayudaron a trasladar heridos, los diarios de la época señalaban que más de 3 mil personas estaban frente al Cine Coliseo observando la escena. La ciudad fue declarada en emergencia.
Marta recuerda cómo fue cuando recibieron la noticia del accidente de su papá. “Estábamos merendando y un señor golpeó la puerta. ´Señora no se asuste, explotó la caldera del cine a su marido se le voló el brazo´. Yo quedé aterrorizada, era tanto el caos que los familiares andaban buscando para saber dónde estaban internados o si les había pasado algo. Nosotros tuvimos la suerte de que sabíamos dónde estaba mi papá”.
El Hospital Regional, sanatorio La Española y Cruz Azul recibían decenas de heridos, algunos llegaban por sus propios medios, otros eran llevados por los mismos taxistas que ayudaron de manera voluntaria. El Dr Raúl Simoncini, ex intendente de Comodoro y ex director médico del Hospital Regional estaba cumpliendo guardia como residente y recuerda cómo de un momento a otro se alteró el tranquilo domingo.
“Siento por los altavoces el llamado a todos los médicos a concurrir a la guardia, en este caso los principales implicados eran los cirujanos y concurrimos todos, cirujanos, pediatras, ginecólogos. Se nos iba de las manos porque la gente llegaban en oleadas, estaba totalmente desorientada, confundida, eso fue un impacto, fue violento y la gente ni sabía que había explotado, que fue la caldera lo supimos más tarde”.
Según relata Simoncini, ese día eran unos 35 médicos los que estaban disponibles en el hospital, entre todas las especialidades. “El hospital tenía mucha espalda, porque si bien no era muy grande el servicio de guardia éramos muchos los que podíamos atender, además alrededor del hospital vivían otros médicos”.
El día después
La División de Obras Particulares de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia realizó una inspección en el Cine a fin de evaluar daños y arbitrar los medios para comenzar rápidamente con las reparaciones. Según el expediente suministrado por el Archivo Histórico Municipal para este informe, el saldo fue “deterioro total del escenario, desprendimiento de mampostería, revoques, desplazamiento de cielorrasos, pero sin riesgos de derrumbes” y el impacto de 30 heridos y 3 muertos.
“Había fallecido gente –recuerda Marta- entonces mi papá a casa no volvió, estaba señalado como responsable de la explosión del cine. Cuando los dueños del cine eran otros y mi papá era un empleado. Los que prendían la caldera eran el acomodador o mi papá. El primero que llegaba la prendía y ese día lo hizo el acomodador; el señor Saldivia”. Al señor Lorenzo le dieron una especie de arresto domiciliario “y esa era la vida que hizo mi papá durante un buen tiempo”.
La familia logró conseguir en Buenos Aires el expediente del Caso del Cine Coliseo. Allí decía que el cine debía tener de manera permanente dos calderistas especializados para prender, apagar y controlar la caldera. Algo que en la práctica no ocurría. “Diez años duró el juicio, todos los fallos salían a favor de mi papá y del otro muchacho y con eso pudimos ganar el juicio. Nadie fue preso en ese momento, había dos perejiles a quienes echarles la culpa…”, lamenta.
Liliana, como tantos otros vecinos que estuvieron ese día, durante mucho tiempo no logró entrar al cine. “Yo no volví más hasta que me puse de novia y mi novio me llevo al cine; es que fue algo muy fuerte lo que paso en la ciudad con esa explosión”, dice.