Una tormenta de nieve, un avión carbonizado y el milagro de un saco de correspondencia intacta
En un avión Late 28 (Latécoère), viajaba Próspero Palazzo junto a su copiloto César Brugo, cuando se estrelló en cercanías de Pampa Salamanca el 23 de junio de 1936. Ese vuelo trágico–que había partido de Bahía Blanca e hizo escala en Trelew- lo convirtió en el primer mártir de la avión comercial que tuvo Chubut.
El 23 de junio de 1936, un trágico suceso sacudió a la comunidad aeronáutica argentina. En aquella fatídica jornada, el avión Late 28 (Latécoère) se estrelló en las cercanías de Pampa Salamanca, llevando consigo a Próspero Palazzo, experimentado piloto, y a su copiloto César Brugo. Este lamentable incidente marcó un hito en la historia de la aviación comercial en la provincia de Chubut, convirtiendo a Palazzo en el primer mártir de la aviación comercial en la región.
A bordo de la aeronave no viajaban pasajeros, únicamente una carga de correspondencia de suma importancia cuya entrega resultaba vital. Este último vuelo de Palazzo con la empresa “Aeroposta Argentina” se erige como un emblema de la aviación comercial, ya que enfrentó condiciones climáticas adversas, incluyendo un temporal de nieve, arriesgando su vida con el firme propósito de garantizar la entrega y distribución del correo, una responsabilidad que le había sido encomendada de manera imperativa.
El legado de Próspero Palazzo se mantiene vigente en la memoria colectiva, recordándonos la valentía y la determinación que caracterizan a los pioneros de la aviación. Su sacrificio, en pos de cumplir con su deber, trasciende el tiempo y sigue siendo un ejemplo de compromiso y dedicación en el ámbito de la aviación comercial.
El Laté 28 era un avión más grande que su antecesor, Leté 25. También más potente, con espacio para piloto, copiloto y ocho pasajeros, pero sin equipo de radio. Los pilotos de aquella época eran, sin duda, audaces. Sabían cuál era la ruta que debían seguir, salían con un parte meteorológico orientativo, pero una vez en vuelo no podían saber cuándo esas condiciones climáticas podían variar de manera repentina. Así y todo, se calzaban un sacón de cuero, guantes, gorro y hasta algunos se untaban el rostro con un aceite que les permitía soportar el viento y el frío, y se lanzaban al aire.
Ese 23 de junio de 1936 “en el camino se encuentran con un temporal impresionante que fue lo que los planchó- relata el periodista Ángel Sánchez -sin visibilidad se enfrentan a un cerro, intentó levantar y el avión ya no tenía velocidad. En el giro chocó contra el cerro y encapotó. En el lugar del accidente, cuando encontraron el avión, había una rastrillada de más de 50 metros que desembocaba en un cerro. Evidentemente Palazzo intentó un aterrizaje de emergencia”.
Inmediatamente se inicia la búsqueda de posibles sobrevivientes, en la tarea colaboró el ejército argentino, que envió sus primeras patrullas, pero no lograron acceder por la cantidad de nieve que había en el lugar. También se solicitó el apoyo a Camarones y se alistó una comitiva de la Policía de la provincia de Chubut. La nieve acumulada en el lugar era un obstáculo para avanzar en la búsqueda del avión.
Entonces “YPF pone a disposición el barco Aristóbulo del Valle y con él, logran llegar hasta Puerto Visser y de ahí avanzar de a pie”, recuerda Pablo Arbeletche, piloto privado de avión, historiador aeronáutico y docente.
Según relata Sánchez, “cuando encontraron el avión Próspero, estaba tomado del volante con la parte derecha del cuerpo toda quemada. César Brugo fue expulsado como 15 o 20 metros y tenía la parte izquierda y el brazo quemado y calcinado. Fuego a bordo. Eran audaces, audaces locos”.
¿QUÉ PASÓ EN EL AIRE?
Las causas de aquel trágico accidente nunca pudieron conocerse con certeza. Sin embargo, son dos las hipótesis que se manejan: una tiene que ver con una tormenta de nieve que Palazzo no habría podido sortear y la otra con un desperfecto técnico en el avión que podría haber generado un principio de incendio y obligó a un aterrizaje forzado.
Para Pablo Alberetche, quien estudió minuciosamente la historia de Próspero Palazzo, explicó que “no se sabe si realmente con el temporal sufrió alguna térmica que, un juego de vientos, y la nieve que cargó un engelamiento en las alas e hizo que el avión cayera y prácticamente se destrozara, algo que podría ser factible o puede ser que, al enfrentar la tormenta y los movimientos del avión, se iniciara un fuego a bordo, se hizo incontrolable y cayera. No se puede determinar la causa exacta. Nos quedamos con la teoría vinculada a que la tormenta de nieve le trajo alguna complicación, cayera al suelo y posteriormente se prendiera fuego. Además, iban con tanque lleno de combustible y eso hizo que prácticamente se incendiara todo el avión”.
EL ROL DE “AEROPOSTA”
Los relatos orales y documentos de la época señalan que la empresa “Aerposta”, de la que formaban parte Palazzo y César Brugo, no participó del operativo de búsqueda, rescate y traslado de los cuerpos de sus pilotos. Algo que, en principio, llama la atención.
“Adujo que no disponía de aviones para llevar los ataúdes”, señala Ángel Sánchez, entonces la empresa “Lahusen” pagó los pasajes en barco hasta Buenos Aires donde quedó el cuerpo de César Brugo y por tren trasladaron el de Próspero Palazzo hasta Tucumán, su provincia natal.
La Aeroposta Argentina fue la primera compañía de aviación del país, sumaba a sus filas pilotos comprometidos y dispuestos a volar en condiciones extremas. Los pilotos se exponían a peligros realmente inconmensurables, porque atravesaban incluso el desierto. Aeroposta había incorporado a pilotos que habían tenido su experiencia en la guerra. Con lo cual tenían a bordo a un hombre que debía valerse de su experiencia y de alguna manera era una misión de guerra", opina Alberetche.
María Inés Ibarguren es sobrina directa de Próspero Palazzo y cuenta sobre cómo se vivió en su familia aquel accidente. “Era sumamente riesgoso, pero el amor por la aviación estaba en todos los integrantes de mi familia. Mi Tío Vito, Pepe y Yeya también fueron pilotos”.
Cuando llevaron el cuerpo de mi tío Palazzo al panteón, se decía que no quedaba absolutamente nada adentro del cajón, los restos quedaron totalmente carbonizados. Sin embargo, fue una maravilla lo que hizo porque dio su vida por su vocación”.
Según cuenta Ángel Sánchez, La Sociedad Española ofreció el salón para realizar el velatorio de los dos pilotos durante viernes y sábado. “Había una cola que daba la vuelta hasta la calle Rivadavia. Le querían rendir homenaje, te imaginas la Patagonia en ese entonces, en 1929 tenía un servicio de barco dos veces al mes. No había otra comunicación y la “Aeroposta” les permitió un tránsito y una frecuencia de vuelo de dos veces por semana y hasta de tres, donde leían los diarios de un día para otro. Precario, todo precario, sin embargo comunicaron la Patagonia”.
EL LEGADO, MÁS QUE UN BARRIO
Próspero Palazzo dejó un gran legado en la comunidad de Comodoro Rivadavia. Un barrio lleva su nombre, un monolito emplazado en su memoria, una escuela con su nombre y el club del barrio "El aguilucho” inspirado en esa osadía que le permitió volar alto aun en condiciones realmente adversas.
“El Monolito evoca la figura de Próspero Palazzo y de César Brugo, que fueron estos mártires que perdieron la vida por una causa tan noble como el traslado de correspondencia y la preservación de las vías de comunicación”, explica Alberteche.
Se trata de una columna truncada con los brazos al costado que fue emplazada en el barrio homónimo un año después del accidente, en 1937, por la Municipalidad de Río Gallegos. “El Monolito está ahí porque por allí pasaba lo que sería la ruta 3, estaba frente al lugar donde Prospero Palazzo había fundado el Aeroclub y donde llegaban y bajaban los aviones antes de que apareciera la Fuerza Aérea” recuerda su sobrina María Inés que además ejerció la docencia en la Escuela secundaria que también lleva su nombre.
Próspero Palazzo fue un piloto joven, audaz, avezado e inquieto que incentivó la creación del Aeroclub de Comodoro Rivadavia y fue su primer presidente. También fue uno de los instructores del Club de Planeadores que funcionaba en Astra. “La figura de Próspero Palazzo ya es un emblema”, dice Alberetche, “creo que los chubutenses tenemos esta oportunidad hermosa de ponerlo en valor y trabajarlo, darlo a conocer, es nuestro y podría ser tranquilamente una razón para que la UNESCO declare patrimonio de la humanidad toda esta linda ruta e historia de la Aeroposta a la Patagonia”.