Surgió en el momento más difícil de la pandemia, cuando el mensaje era “quédate en casa” y las necesidades de muchas familias se hicieron más evidentes. Nicolas Tureuna junto a su esposa y familia decidieron comenzar asistir con una merienda a los chicos del barrio San Martín y así nació el Merendero “Los Piratitas” que funciona desde marzo de 2021 en la biblioteca Hugo Darío Fernández del mismo barrio. Allí unos 50 chicos asisten a tomar o llevarse su merienda.

“Nosotros sabemos y somos conscientes que con un plato de comida no vamos a solucionar nada, solamente pasar el momento, más allá que podamos dar una mano grande el problema es otro”, reconoce Nicoás Tureuna quien preside este espacio que surgió como un lugar de contención para los niños del barrio San Martín y aledaños.

El merendero del barrio San Martín que empezó en la pandemia y siguió activo para ayudar a los chicos

"La idea es detectar las problemáticas de base para poder acompañarlos”.

Las viandas se entregan los días miércoles y viernes, pueden merendar allí o llevarlas a sus hogares y compartirlas con sus papás. La idea, dice Nicolás, es que se siga manteniendo la mesa familiar. “Somos conscientes que como los niños tienen sus necesidades también los
padres, entonces por eso hacemos llegar a la familia”.

El merendero se solventa con la ayuda solidaria de la comunidad y fundaciones que a diario colaboran desinteresadamente. Es el caso de “Fundación Si” y “Manos Unidas” y “Mujeres Unidas del Club San Martín”.

El merendero del barrio San Martín que empezó en la pandemia y siguió activo para ayudar a los chicos

También un ropero comunitario que funciona martes, jueves y viernes en la misma biblioteca les permite recaudar fondos y más alimentos para brindar a las familias. “La gente viene, se lleva algunas prendas y deja un alimento no perecedero”.

Detrás de Nicolás hay una historia de solidaridad y carencias personales. Es hijo de madre soltera y el más chico de diez hermanos con el mismo espíritu. “Yo aprendí eso de muy chico de todos mis hermanos; siempre que necesité una mano estuvieron ahí y sin pedir nada a cambio entonces por ahí es una manera de uno devolver algo de lo que a uno le han brindado, y es una cadena porque después están los hijos que también van palpando eso de chiquitos y también aprenden. Yo me siento orgulloso cuando hablo de mis hijos porque tienen también
eso y se les nota”, cuanta Nicolás.

En la misma biblioteca se sumaron actividades como talleres culturales, deportivos y sociales por donde pasan más de 100 personas a diario. Es un espacio donde la voluntad es el motor y las ganas de ayudar el objetivo principal.

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