La clasificación de vinos por su color ya no está de moda. Por ello en las cartas de vinos de la nueva era nos encontramos todo un mundo en diseño y categorías para hacer de la elección del vino una experiencia sencilla… pero hay una cosa no cambia.

Uno de los criterios básicos se ubica en la fila de la derecha: el precio. El componente psicológico juega un papel importante. Se ha demostrado que el vino que más se consume es el segundo más barato; una medida contra la idea de parecer un tacaño. Y, paradojas de la vida, está de modé que los restaurantes aumenten el precio del vino, para inducir a los winelovers a disfrutar de las buenas botellas en casa. Así, hoy la mayoría de restaurantes buscan la rotación. Incluso podemos encontrar establecimientos que  permiten llevar tus botellas favoritas -pagando por el descorche - para poder disfrutar de su servicio y su cocina.

El Formato. Encontramos cartas en las que se puede escoger según el formato, no sólo el de 0,75l sino también el mágnum, el de tres litros para las mesas de grandes familias y de muchos amigos, o bien tamaños individuales tipo quinto para los que comen a solas. Hay más ofertas de vinos a copas de diferentes zonas para ir descubriendo…

Las Variedades. En Estados Unidos son muchas las cartas categorizadas por variedades, mayoritariamente poniendo en el escaparate a los monovarietales. También es común la clasificación del vino en función de su aroma o sabor, utilizando para ello descriptores sencillos y de fácil comprensión (afrutado, dulce…) Aunque de manera global podemos decir que la zona de los viñedos sigue siendo la principal referencia, ya sea para organizar los vinos por climatologías, alturas, densidades y/o denominaciones de origen.

Convergencia Tecnológica. Las nuevas tecnologías también nos aportan nuevos métodos que van mucho más allá de la descripción de un vino y su precio: las tablets táctiles se abren paso y en ellas podemos ir descubriendo la historia de cada elaborador con un montón de fotos, gráficos, mapas y datos técnicos. Además podemos buscar por los términos que más nos interesen: bodega, enólogo, tipo de elaboración, según sus certificados ecológicos, añadas y/o grados alcohólicos.

Escuchar a la cocina y reducir referencias. La lista de vinos tiene que ser nuestra aliada, no complicarnos más la vida. Por ello últimamente en lugar de ofrecer “ladrillos” con más de 600 referencias que producen tendinitis, lo que de verdad se lleva es una buena y sintética selección para que el comensal no tenga que perderse en un mundo de referencias y encuentre fácilmente la mejor pareja para su menú. Los ases en la manga de las cartas de vinos para poder armonizar un menú degustación, cada día más comunes, son los blancos de medio cuerpo. Del mismo modo, la tendencia es incluir vinos tintos ligeros para pescados y crear maridajes de contraste. También son tendencia los terceros platos, una especie de “pre-postre” que suele estar constituido por diferentes quesos. Aquí los vinos dulces son los “must” que toda carta debe tener.

Más que Vino. Las cartas de hoy buscan armonizar todo lo que el establecimiento ofrece. Todo está pensado para convivir con el resto de elementos. Así nos encontramos cartas que incluyen desde el agua, hasta el café y el té, y en ocasiones también se incluyen un selecto catálogo de cócteles, licores y destilados.

Fuente: https://www.clubtorres.com/

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