En Argentina hoy se llevan a cabo las elecciones con mayor incertidumbre desde el regreso a la democracia. Nadie tiene claridad sobre quién puede ganar. Todos tienen una mínima chance y las encuestas tienen resultados diversos. 

Por la configuración del sistema electoral, las PASO funcionan como una mega encuesta que aporta claridad sobre la demanda del electorado, despeja la cancha de los actores que solo arman un partido y se presentan a los comicios con la sola intención de quedarse con algo del dinero que el Estado reparte para las elecciones y también permite que luego de los resultados haya tiempo para ajustar la estrategia de cara a los comicios generales.

¿Cómo llega el electorado a votar? La última semana aportó escenas de violencia que aumentaron el descontento con la política. El crimen de Morena Domínguez la nena de 11 años que mataron cuando estaba yendo a la escuela y el médico que también fue asesinado para robarle fueron apenas dos imágenes que se llevan todos los flashes por la brutalidad de los casos y la cercanía con la elección, pero no son otra cosa que escenas de la vida cotidiana en muchas ciudades del país, sobre todo las ciudades más grandes y el conurbano bonaerense. La inseguridad es un flagelo que se vive a lo largo y ancho de todo el país. 

Con este sentimiento una parte importante de los electores irá a votar. 

En todos los búnkers de campaña, los asesores llegan a la misma conclusión: los problemas que más aquejan a los argentinos están alrededor de su metro cuadrado. 

¿Qué quiere decir esto? Que sus preocupaciones son por temas como la inseguridad al salir de sus casas, el miedo a estar en una parada de colectivo y ser un blanco fácil de ladrones armados dispuestos a disparar por un celular o unos pocos pesos. Otro factor es la angustia por la situación económica, por la ansiedad de no saber si tendrán plata para pagar la educación de sus hijos o si podrán mantener los gastos del auto, aquellos que lo tienen, y en los casos más extremos, comer todas las comidas de un día.

El sentimiento que reflejó la marcha fúnebre en Lanús por la muerte de Morena tuvo dos manifestaciones claras: una fue la bronca con la clase política porque las soluciones no se ven en el horizonte y otra fue un canto que decía: “no se vota”, en un claro rechazo con la política.

Frustración, miedo, angustia, bronca y sensación de abandono son sentimientos que acompañarán hoy al elector al cuarto oscuro. La gran pregunta es: ¿La oferta satisface la demanda? Si la respuesta es sí, habrá un claro ganador, y si la respuesta es no, también lo habrá, pero con muchísima menos legitimidad. 

Pero aún así, alguien ganará, porque las elecciones, como las matemáticas, arrojan siempre un resultado. ¿Se elegirá un viejo conocido o la cancha se inclinará a favor de un cambio? ¿Y sí se elige cambiar, qué tipo de cambio se pedirá: moderado o agresivo? Todos misterios que quedarán develados cuando caiga la noche. 

Con el resultado definido se despejarán muchas incógnitas, como la diferencia de votos en la interna de Juntos Por el Cambio entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. 

¿Será una distancia corta o habrá un abismo entre uno y otro? ¿Quién ganará en Entre Ríos? Allí compite el intendente de Paraná Adán Bahl contra Rogelio Frigerio. ¿Y en Santa Cruz? 

El sindicalista Claudio Vidal está entre los favoritos en la cruzada anti K en la capital del kirchnerismo. 

Otra batalla muy mirada será la interna entre Jorge Macri y Martín Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires.

Todos quieren ganar y todos parecieran tener chances, pero, tal vez, el fenómeno más importante de la elección será la fragmentación política. Los años de las mayorías están cada vez más lejos.

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