Los sótanos de Alberto crujen. Desde que la Justicia tiene su teléfono varios prendieron una velita para que nada se evidencie en los chats. No quieren quedar pegados. La preocupación es por partida doble: la denuncia de violencia de género y la causa por corrupción.

Mientras tanto el gobierno de La Libertad Avanza se frota las manos y gana tiempo para poder evaluar cómo generar expectativa positiva sin tener elementos que la población pueda palpar al día de hoy.

Todo es importante en una Argentina en convulsión: lo de Alberto y lo actual.

Alberto y sus causas judiciales y mediáticas exasperan los ánimos sociales. Reaviva la repulsión a la casta política de antaño con una doble vara burda y que sale a la luz. ¿Cuántos más como Alberto?

Descansar en ese episodio es un arma de doble filo. Los días continúan y las problemáticas necesitan solución. Esta semana, UNICEF visibilizó con una campaña audiovisual que 1 millón de niños de va a dormir sin comer. El dato es abrumador. Claramente la responsabilidad no es de la gestión que lleva apenas 8 meses. La responsabilidad es cada gobierno que no permitió generar un andamio sólido para que el país no decaiga a este nivel. 

Sin embargo, el problema heredado o aumentado, lo tiene hoy Javier Milei y su gabinete. Hay que poner todo a disposición para que no pase un día más con tantos niños que no comen. ¿Lo hacen? ¿Lo intentan? ¿Saben? Son preguntas que nos hacemos varios de nosotros. Políticamente, la novela de terror de Alberto, le resulta funcional al poder de turno. Pero a esos chicos con hambre no les llama la atención. Hay una necesidad que impera.

Los datos de la realidad argentina no resultan alentadores. Falta empleo, la inflación está lejos de los dos dígitos pero el sueldo no alcanza, la capacidad instalada de la industria bajó al 54,5% en junio y las provincias estan desesperadas por adherir al RIGI sin saber cuando llegaran las ansiadas inversiones.

Políticamente, el gobierno nacional, tampoco esta con aguas tranquilas. De puertas para adentro las internas no calman y en cualquier momento estallan. Pero nadie hace nada.

Mientras tanto, ya no hay tolerancia de los opositores “dialoguistas” en cuanto a las respuestas que demandan los distintos sectores. El Congreso motoriza su agenda propia mientras se espera el presupuesto y algún proyecto que, desde el Ejecutivo, muestre acciones en pos de la población. Pero no llegan. No activan. “Hay que ir por una agenda propia” tiró un diputado que piensa en las elecciones del 2025.

La agenda es tan propia que no tiene en cuenta como opera el oficialismo en los hechos. Javier Milei se ha dedicado a pisar todo tipo de gastos para lograr el déficit fiscal y la baja de la inflación. Pero esta semana, hubo dos pasitos que pueden subir el gasto si siguen avanzando. La Cámara de Diputados logró media sanción para el financiamiento universitario. La misma cámara motorizó la movilidad jubilatoria y se espera que el Senado lo trate en los próximos días. ¿Tiene herramientas el gobierno para frenar estos proyectos? Algunos esperan el regreso del concepto presidencial sobre “degenerados fiscales”.

Pendulamos. De un extremo al otro. De la corrupción de Alberto a la pobreza infantil. De los chats degenerados y violentos a la falta de política públicas consistentes. De una oposición sin reacción a un oficialismo feliz por planillas de Excel. Me pregunto cómo no vamos a estar mareados los argentinos.

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