Viajaron de Comodoro a Europa por turismo, pero una perrita tenía otros planes y terminaron viviendo en España
La historia de Silvina tiene ribetes cómicos (ahora, reconoce ella, porque en su momento no les pareció tan gracioso) y lo que empezó como unas vacaciones terminó con toda la familia instalada en Gandía y al frente de un emprendimiento gastronómico. Su relato se entrecruza con el de Abril, su hija mayor, que algunos años atrás había decidido emigrar y trabajar en distintos países. Una situación “mascoteril” y una sucesión de “señales” fueron determinantes para su decisión de quedarse en España.
“Vinimos de vacaciones, en diciembre del 2020, post-pandemia, cuando el mundo empezaba a abrirse de a poco”, recuerda Silvina sobre su llegada a España.
Su hija Abril, la mayor de 5 hermanos, ya estaba viviendo en Europa hacía varios años. Cuando terminó la secundaria decidió que quería viajar y conocer el mundo, y contó con el apoyo de sus padres. “Para estudiar yo iba a usar un tiempo y un dinero que no quería desaprovechar, pero al no estar segura de lo que quería estudiar decidí esperar a ver si me surgía algo con más pasión”. Tras un primer intercambio en Alemania a los 18 años, volvió a su hogar en Rada Tilly y tomó la decisión de que quería seguir viajando. “Eso fue en 2017, y fue la última vez que estuve en Argentina”.
Con becas de trabajo, Abril vivió en Nueva Zelanda, Irlanda, Santander (España) y había decidido quedarse extender su tiempo en Islandia cuando recibió una llamada de su madre, desde la costa española, proponiendole emprender un negocio familiar.
Pero el cómo y por qué llegó la familia a instalarse en España, es una historia muy divertida… al menos ahora, contada con cienta distancia temporal, porque atravesarla puso a todos en crisis, reconoce Silvina.
Escuchá a Silvina y Abril contar su historia en este episodio de "Comodorenses por el Mundo", el podcast de ADNSUR. Si no tenés Spotify, podés escucharla acá.
Aprovechando la apertura en los vuelos internacionales y el regreso a una “nueva normalidad” - en diciembre del 2020 viajaron a España, porque ese era el destino que uno de sus hijos había decidido para avanzar en sus estudios. Tenían pasajes que habían pospuesto por el Covid-19, los reprogramaron, y aunque debieron tomar vuelos distintos, la familia finalmente se reunió en Valencia.
"Tenemos dos perritos, dos salchichas mini, nunca viajamos con los ellos, siempre los dejamos en una guardería o los cuida algun familiar. Pero con el tema de la pandemia, me dije ‘si llegan a volver a confinar quien los cuida’, y me agarró una desesperación… Averigué en las líneas aéreas y me dijeron que no había problema en viajar en cabina. Me terminó saliendo más barato pagarles el pasaje que la estadía en la veterinaria", cuenta Silvina.
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Luego de algunos días recorriendo España en modo “vacaciones”, la familia vuelve a Valencia y deciden llevar a su perrita al veterinario porque notaron que algo en ella no era normal. Tras una exhaustiva revisión, la veterinaria les dió una noticia inesperada, que los obligaba a no poder viajar con la perrita al menos por los siguientes meses.
“Habíamos alquilado una semana un departamento… Volví, me senté, y les dije ‘tenemos un problema’… Empezamos a ver quién podía quedarse con los perros, porque teníamos que volver a trabajar, Abril estaba en Irlanda, y no la dejaban salir porque estaban con confinamiento de nuevo. Fue un día bastante estresante. Me dije ‘vamos a dormir, y mañana vemos qué hacemos’…. y al día siguiente mi linea aérea me manda un mensaje que mi vuelo de regreso a Argentina estaba cancelado. Mi esposo se reía y me decía ‘te toda quedarte con los perros’, y al otro día también le cancelan el vuelo a mi marido"
Si bien habían pensado en algún momento instalarse en otro país “para estar más cerca de los chicos, si se iban todos afuera del país, no teníamos una fecha certera, nada organizado", y la situación no los tomó para nada preparados. “Nosotros salimos de vacaciones, cerramos la puerta de casa con llave y nos fuimos, teníamos que explicar en nuestros trabajos (Silvina es docente y su esposo trabaja en el Poder Judicial) que no podíamos volver. No nos creían”.
Mudados “a la fuerza” en otro país, se adaptaron rápidamente. “Fue un cambio completo, pero yo creo que cuando te vas a otro país tenés que hacer algo, no solo para vivir sino para incorporarte a una nueva sociedad, vincularte a la gente local”, dice Silvina.
“Yo estuve un tiempo viviendo con ellos, en playa de Gandía y trabajando en Valencia, hasta septiembre de 2022, y después me fui a Islandia… en invierno, 20º bajo cero, dos metros de nieve, oscuro la mayor parte del día, era toda una experiencia”, cuenta Abril entre risas.
La idea era trabajar un par de meses y volver, pero Abril decidió quedarse en Islandia. En la misma llamada telefónica que se lo iba a contar a su mamá, ella se le adelantó con una propuesta difícil de rechazar.
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“Teníamos la oportunidad de abrir una cafetería”, resume Silvina, y la experiencia laboral de Abril era un pilar fundamental. “Ella tiene el know-how de la hotelería, yo no sabía ni como usar la máquina de café, pero si ella sabe, yo aprendo”.
“Empezamos a tirar nombres y alguien dijo ‘La Rada’, y ese quedó”. Ahora tienen un local en el pueblo, en Gandía, y otro en la playa.
“Lo que más me sorprende aquí es la calidad de vida… los argentinos tenemos un país bellísimo pero lamentablemente estamos acostumbrados a no vivir como nos merecemos en el día a día, y eso hace todo, salir a la calle y no haya pozos, que todo funcione, que puedas andar sin preocuparte si te roban el móvil, que los chicos salgan y no pase nada. Ojo, en las grandes capitales pasa de todo, pero en las pequeñas ciudades tienen una mejor calidad de vida, y creo que eso es lo que hace la diferencia y a nosotros nos sedujo”, señala Silvina, al tiempo que remarca que “el vinculo con otras personas, el afecto, el llamar al otro y decirle: ‘¿estás?, paso 5 minutos’… acá hay que acordar con mucha anticipación”.
“El respeto por tu tiempo, por el tiempo del otro, que tienen en Alemania valoro mucho… y en Nueva Zelanda la forma que tienen de ver su propia vida, de hacer lo que te gusta y te hace feliz, sin tanta presión ni estereotipo”, agrega Abril.
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