SALTA - “No podemos más con nuestra tristeza. Pero no nos queda otra que seguir adelante. María sigue como puede, con todo su dolor a cuestas. Cada fecha, cada día, el dolor es más grande”. Celso Subelza (46) es el papá de Santino, el nene asesinado hace seis meses en Puerto Deseado (Santa Cruz) después del ataque sexual a su madre, quien sobrevivió a pesar de los golpes.

La pareja vive en Rosario de la Frontera (Salta). El cuerpo de Santino está en el cementerio de Benjamín Paz, una localidad tucumana. Las fronteras provinciales están cerradas por el coronavirus y eso les impide a los papás poder reencontrarse al menos con el recuerdo de su hijo.

A seis meses del horror, Celso habló con Clarín: “No podemos visitar la tumba del nene desde que se desató la pandemia, porque no nos dejan pasar de una provincia a otra. Es algo que no se puede soportar no poderle llevar siquiera una flor”.

Todo sucedió el 20 de febrero. Santino y María paseaban por Punta Cavendish, una playa ubicada a pocos kilómetros del casco céntrico de Puerto Deseado, cuando fueron sorprendidos por dos hombres. Tras golpear y violar a la madre, mataron al nene de 4 años porque “había visto todo y podía delatarlos”. El caso conmocionó al país.

María y Santino.
María y Santino.

María, de 44 años, había viajado a Puerto Deseado para visitar a otro hijo que vive en esa ciudad de Santa Cruz donde tiene una carpintería. Previamente, pasó por Buenos Aires para ver a su otra hija. Era el fin semana de carnaval.

Aquella trágica tarde su hijo la llevó a la zona de las playas para pasear un rato con el nene. Quedaron en que más tarde la pasaría a buscar. Mientras caminaban por el lugar, que tiene altos acantilados y muchas rocas, ocurrió el ataque.

A las víctimas las llevaron entre las rocas y allí violaron a la mujer, a la que también golpearon. Como la creyeron muerta, la dejaron en el lugar y se llevaron al chico. Pensaron que podía delatarlos. Entonces lo mataron a golpes y dejaron el cuerpo a orillas del mar para que la marea lo arrastrase. Pero eso no ocurrió.

La investigación fue rápida y a las pocas horas los dos sospechosos fueron detenidos. Alvarado, en un edificio abandonado conocido como “La Favela”. Se encontró con algunos amigos y cruzó a un comercio a comprar vino. Quedó registrado en las cámaras de seguridad. Al menor de 17 años lo entregó su propio padre, que regresó rápidamente de una mina donde se encontraba trabajando.

A seis meses del crimen del pequeño Santino: "Cada fecha, cada día, el dolor es más grande"

“La ayuda para nuestros corazones es que la gente nos acompaña. Nos manda permanentemente mensajes de aliento. Pero esto es una lucha de todos los días. Siempre hay algo que nos recuerda a Santino y eso es difícil se sobrellevar. Pero no queda otra que seguir adelante”, prosigue Celso desde Rosario de la Frontera, una localidad de 20 mil habitantes ubicada en el noroeste de la provincia de Salta.

La historia de este hecho brutal continuó con el suicidio de Alvarado, de 33 años. Se ahorcó en un calabozo de Caleta Olivia, el 20 de marzo, justo a un mes de haber cometido la violación y el crimen.

Oldemar Villa, juez de la causa, le dijo a Clarín que el fiscal pidió una ampliación de la declaración indagatoria, la cual se postergó por la pandemia de Covid-19. Está acusado de ser partícipe necesario de tentativa de homicidio en el caso de la mujer y de homicidio en el caso de Santino. En cuanto tenga la mayoría de edad, iremos al juicio oral”, agregó Villa.

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