La desaparición de Luciana Muñoz Aguerre, de 20 años, generó gran preocupación en Neuquén. Desde el 13 de julio, cuando salió de su casa y no regresó, las autoridades desplegaron un operativo de búsqueda sin precedentes. A pesar de los esfuerzos, aún no se encontró rastro de la joven.

El gobierno provincial elevó la recompensa a 10 millones de pesos para cualquier persona que pueda proporcionar información precisa sobre el paradero de Luciana. Este incremento refleja la urgencia y la seriedad con la que se está manejando el caso.

Desde el sábado pasado, la Policía llevó a cabo operativos de rastrillaje en áreas clave, concentrándose en la bajada del río Limay y abarcando unas 600 hectáreas de meseta. También utilizaron lanchas para explorar el espejo de agua y helicópteros para sobrevolar un radio de 100 kilómetros en las zonas donde se reportó haber visto a Luciana. A pesar de estos esfuerzos, los resultados son negativos hasta ahora.

Un testigo clave emergió en la investigación. Se trata de un remisero que habría trasladado a Luciana desde la casa de un chico llamado Isaías, en el barrio Toma Norte, hacia Los Hornitos. Según una fuente, el testigo declaró que llevó a Luciana "a comprar droga". Esta declaración dio un nuevo giro a la investigación y ha abierto la posibilidad de que Luciana haya sido captada por una red de trata para explotación sexual.

La hipótesis de que Luciana podría haber sido víctima de una red de trata de personas está siendo considerada seriamente por las autoridades. Varios testigos mencionaron que la joven ejercía la prostitución y tenía problemas de consumo, lo que podría haberla hecho vulnerable a la explotación.

El caso, que inicialmente estaba a cargo de la fiscal Lucrecia Sola, pasó a manos del fiscal Andrés Aznar después de la feria judicial. Aznar ha intensificado las acciones investigativas, incluyendo el llamado a declarar a testigos clave y la realización de allanamientos. Uno de los allanamientos recientes llevó al secuestro de los teléfonos de los padres de Luciana, en un intento por encontrar pistas adicionales.

Luciana Antonella Muñoz Aguerre mide 1.50 metros, es de tez trigueña, delgada, tiene ojos marrones y cabello rubio. El día de su desaparición, vestía una chomba negra, jeans nevados y zapatillas negras. La última imagen que se tiene de ella proviene de una cámara de seguridad de un kiosco cercano a su casa, donde se la ve con el pelo rapado y vestida de manera diferente a como la recuerdan sus familiares.

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