Denunció que un intendente la echó por ser "lesbiana" y recibió una brutal paliza: "No me cuidaron"
La víctima tiene 33 años, cuatro hijos y quedó en la calle luego de tener un conflicto con el mandatario patagónico, quien junto a sus allegados se burlaba por su identidad de género y orientación sexual.
La comunidad de Vista Alegre, en la provincia de Neuquén, se vio conmocionada por un caso que ha generado indignación. Una mujer de 33 años decidió alzar su voz y denunciar al intendente Daniel Ridao por haberla despedido de su puesto en la Municipalidad, argumentando que era “lesbiana”.
Daiana Herrera tiene cuatro hijos y fue echada en una historia que pudo terminar de la peor manera tras la denuncia al mandatario local y allegados por “homofobia” y persecución laboral, debido a los comentarios de los empleados por su identidad de género y orientación sexual.
Según explicó en diálogo con LMNeuquén, le bajaron el contrato laboral, que le renovaban cada tres meses, luego de que se agudizó un conflicto que ella mantiene con una familia local, y que casi la lleva a la muerte el pasado 19 de marzo cuando recibió una brutal paliza debido a un comentario en Facebook.
Aquella vez, casi pierde la visión y perdió los dientes. Entró en depresión y no salió de su casa por varios meses. A su triste situación se le sumó el fallecimiento de su padre. Según explicó, el intendente le había dicho que sólo la iba a contratar para cuidar el polideportivo, con un régimen de 12 horas, de día y de noche y alternando una semana.
Su situación se agravó luego de la muerte de su padre Héctor, cuando ella pidió “quedar en su lugar”, tal cual se establece como beneficio de los estatales, cada vez que ocurre la muerte de un empleado de planta permanente. Lo hizo amparada en el artículo 23° Estatuto del personal civil de la Administración Pública (EPECAP) del ingreso por fallecimiento de trabajador, perteneciente al grupo familiar.
A esa altura, Daiana tuvo que quedar de licencia por las lesiones que, más allá del contexto, ocurrieron cuando cuidaba el polideportivo municipal, que está ubicado muy cerca de su casa, y también de los agresores. "Eran dos personas, una mujer y un hombre y las lesiones que me hicieron fueron graves. Estuve dos meses, corrían peligro mis ojos, la persona que me pegó quería arrancarme los ojos”, expresó la mujer, en un tono de consternación.
Pero Daiana insistió en poder trabajar y de hecho lo hizo por algunos días, pero la situación no era la misma. Para llegar al polideportivo, tenía que pasar a oscuras por una zona de chacras y cerca de las dos personas que le dieron la golpiza, cuando le pidió a la municipalidad que tuvieran en cuenta esta situación. “No me cuidaron”, dijo.
Daiana volvió a trabajar en junio con más miedo que nunca, y una noche vio pasar a los agresores frente al polideportivo. Dijo que llamó a la Policía, y que al parecer tenían los teléfonos desconectados. Es por eso que le pidió al mismo intendente Ridao que la cambie de sector.
“Te contraté para que seas sereno, no empleado municipal”, dijo que le advirtió el jefe comunal. A esa altura, el comentario en la municipalidad comenzó a extenderse, pero ya no por el conflicto de su agresión, sino por la condición sexual.
“Empezaron a burlarse, porque no querían lesbianas en la Municipalidad, pero ellos no tienen derecho a meterse en la vida de nadie, acá yo sólo quiero trabajar. Y de ahí empezaron a decirme que yo no era una empleada municipalidad. El intendente no cumplió su palabra y me dijo que no me iba a renovar el contrato, porque esas eran las reglas, que tenía que volver a ser sereno”, cerró.