El testimonio de una chubutense que viajó a Turquía para ayudar en los rescates por los terremotos: "La desolación es total"
Iona Coronato Jones viajó hasta Hatay, epicentro del devastador terremoto de 7.6 grados -que dejó miles de muertos -como parte de la delegación de "Cascos blancos". Y relató los difíciles momentos que le tocó atravesar: "Llorás como un bebé cuando volvés al campamento".
Más de 60 mil personas murieron en Turquía tras dos terremotos de gran magnitud que dejaron a varias regiones en prácticamente ruinas en el mes de febrero.
Una delegación argentina de “cascos blancos” viajó hacia las zonas más afectadas para brindar ayuda. Entre ellos está Iona Coronato Jones, oriunda de Puerto Madryn, Licenciada en Ciencias Políticas y traductora, quien partió rumbo a Hatay, epicentro del devastador terremoto de 7.6 grados.
“Mi labor fue intérprete de inglés - español”, para mediar entre las fuerzas de seguridad y los cascos blancos en medio de los operativos de rescate. Pero además, fue la cara visible a la hora de dialogar con los medios de comunicación del lugar,
“Nadie estaba preparado porque no es un lugar de terremotos. Me quedaron grabadas muchas cosas, pero la desolación total fue una: toda una ciudad venida abajo prácticamente”.
Y relató - en diálogo con LU17- que “la gente estaba muy agradecida. Éramos los que venimos de más lejos. La gente a través del fútbol nos reconocía de inmediato, y después seguía el agradecimiento sentido de que estuviéramos ahí para ayudar”.
La delegación estaba compuesto por 32 personas entre cascos blancos y un grupo de rescate de la Policía Federal Argentina (PFA), además de dos canes rastreadores.
“Mi cabeza trabajó como en modo operativo, era transmitir el mensaje al receptor”, porque todo el contexto era muy cargado “emocionalmente”, reconoció.
Y destacó que "tenés que saber hacer que gente que no conoce un mismo idioma se comunique por un mismo objetivo, rescatar a una persona o sacar un cuerpo”
Finalmente, indicó que “el profesionalismo es lo que te permite salir de ahí con vida. Llorás como un bebé cuando volvés al campamento porque te das cuenta con un montón de cosas y están tensionado durante una jornada 12 horas de laburo”. Pero si“ volvería si puedo ayudar, sino no, para sufrir no”, concluyó.