Héctor Fabián Esponda fue encontrado muerto dentro de su auto la madrugada del 28 de diciembre de 2020 en El Calafate. El auto había sido prendido en llamas intencionalmente para ocultar el crimen; sin embargo, el cuerpo delataría el crimen, ya que presentaba 39 puñaladas entre el pecho y la espalda.

El autor del crimen fue identificado como Luis Antonio Sanfelippo, oriundo de La Plata, Buenos Aires, y se reconoció como consumidor de cocaína.

Según declaró en el juicio que lo sentó en el banquillo de acusados recientemente, en aquella oportunidad, había contactado a Esponda, quien era remisero, para que le llevara un poco de droga, y una discusión desató el brutal crimen.

Héctor Esponda fue asesinado de 39 puñaladas.
Héctor Esponda fue asesinado de 39 puñaladas.
El Calafate

No sé lo que pasó, la relación con Esponda era buena“, manifestó el acusado en el juicio la semana pasada en las instalaciones de la Cámara Oral de Río Gallegos, antes de llorar y pedirle perdón a los familiares de la víctima.

El tribunal que llevó adelante el juicio definió por unanimidad condenar a Sanfelippo a la pena de 20 años de prisión por el delito de “homicidio simple“.

EL RELATO DEL HOMICIDA

“El día del hecho, estaba en mi casa y lo llamé para que me trajera droga. Cuando llegó en el Corsa que usaba como remise, lo hice pasar. Dejó las llaves, los 10.000 pesos y el celular sobre la mesa. Entonces me dijo: “Dame la plata que después te traigo la bolsa“. Le respondí que no, que así no era la cosa, que así no funciona. Le pedí que trajera la droga primero y después le daba el dinero", contó durante su testimonio.

“Esponda intentó tomar el dinero que estaba sobre la mesa. Comenzamos a forcejear y, de repente, sacó un cuchillo. Cuando lo vi, logré quitárselo y lo agarré del cuello. Fue entonces cuando empecé a apuñalarlo de frente. Esponda se desvaneció, y no sé qué me pasó, pero seguí apuñalándolo varias veces mientras yacía en el piso. Solo quería que no se levantara. No pude parar de lastimarlo, estaba desesperado. Era él o yo. Jamás pensé que haría algo así, pero fue algo que no pude evitar”, indicó en su relato.

“Esponda vendía droga; todos los que consumen en El Calafate lo sabían", dijo.

Tras el brutal asesinato, Sanfelippo reconoció: “empecé a limpiar la casa. Había sangre por todos lados y un olor que me descomponía. Me bañé y dejé mi ropa manchada de sangre junto con unos trapos en un canasto plástico que escondí debajo de una planta en el patio. Luego caminé unas cinco cuadras, pedí un remise y me dirigí a un lugar llamado Campo de Invierno. Allí tiré el cuchillo al lago", concluyó.

Con información de la Opinión Austral, editada y redactada por un periodista de ADNSUR.

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