La triste situación de María Isabel Flores, conocida por todos en Caleta Olivia como “Pocha”, sigue generando conmoción en la ciudad santacruceña. Vecinos y ex alumnos de la mujer se juntaron este lunes en la puerta de su casa para brindarle apoyo. Hasta esa vivienda también se acercó la jueza Rosa González, quien decidió tomarle declaración a la denunciante en su domicilio, debido a las dificultades que tiene para movilizarse.

“Rosita me dijo que me quede tranquila porque nadie me va a sacar de mi casa, que todo estaba encaminado y se iba a resolver”, contó la mujer de 87 años tras la declaración, según detalló La Opinión Austral.

"Pocha", sentada en una silla, acompañada de vecinos que fueron a apoyarla.
El Caletense

Durante su relato ante la magistrada, “Pocha” reiteró que no quiere dejar su casa de la calle Irigoyen, donde vive hace tantos años y que hoy habita en forma irregular, luego de que su hijo la vendiera sin que ella supiera.

Estoy muy emocionada, recibí muchas visitas y pido que no me abandonen”, solició la docente jubilada, quien denunció que durante mucho tiempo fue engañada por José Avellaneda, uno de sus hijos. El acusado, un dirigente sindical que fue candidato a concejal y diputado provincial, desapareció sin dejar rastro.

Las maniobras fueron descubiertas por el otro hijo de “Pocha”, quien vive en Europa y viajó a Caleta a finales del año pasado, para visitar a su mamá en las fiestas. “Mi hermano estuvo viviendo la vida loca con la jubilación de mi mamá”, afirmó Daniel, un chef reconocido a nivel internacional.

Esa “vida loca” no sólo se habría sustentado con los haberes mensuales de su madre, que él cobraba a través de un poder, sino con préstamos y adelantos de sueldo que solicitó a su nombre. 

José Avellaneda, acusado por la estafa, es un reconocido dirigente gremial y político de Caleta Olivia.

Según detalló La Opinión Austral, el abogado de la familia, Daniel Aybar, ya realizó los trámites en el banco y consiguió cambiar el CBU para que el acusado no pueda acceder al dinero.

Como no accedía al total de su jubilación, “Pocha” hacía lo que podía con lo que su hijo le entregaba, lo que apenas le alcanzaba para comprar comida y remedios. La venta de la casa habría sido posible gracias a la firma de un papel del que la víctima nunca supo su contenido. 

“Tenemos que agotar todas las vías legales a los fines de evitar que en este lugar se cometa sacrilegio, triunfe la inmoralidad y el negocio inmobiliario, porque acá quieren destruir (la casa de “Pocha”) y poner una entidad bancaria”, remarcó el abogado, quien agregó que la Justicia no va realizar un desalojo, ya que consiguieron una medida cautelar de no innovar que le impide al nuevo dueño acceder a la vivienda.

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