Sextorsión: se hacía pasar por un conocido abogado de Trelew y pedía dinero a cambio de llegar un arreglo
Uno de los miembros de una banda delictiva operaba desde el Instituto Penitenciario, imitando la voz de un popular penalista. Seducían a hombres con fotos de menores a través de las redes sociales. Después los llamaba el supuesto "padre" de los chicos pidiéndoles un resarcimiento para silenciar el caso.
Cayó una banda integrada por tres personas que elegían a sus víctimas en las redes sociales, les enviaban fotos de menores y luego amenazaban con denunciarlas por grooming si no les daban dinero a cambio.
La organización la integraban un hombre, que extorsionaba a las víctimas desde el Instituto Penitenciario, su pareja y su hermana, que se dedicaban a contactar a la gente y pasar a buscar el dinero.
El hombre se hacía pasar por un conocido abogado penalista de Trelew, Fabían Gabalachis, a quien trataba de imitarle la voz, el tono y el léxico, aunque -a juzgar por las escuchas- lo hacía con muy poco talento.
En otras ocasiones, el estafador también se hacía pasar por el padre de la menor al que le decía que había descubierto las fotos íntimas y pretendía que le entregara una suma de dinero para silenciar el caso.
ALLANAMIENTOS
Estas personas operaban en Trelew, Rawson y Gaiman, donde en la trampa cayeron varias víctimas, y también en Santa Cruz y Río Negro.
La Policía allanó en las últimas horas, los domicilios de las dos mujeres y la cárcel donde está detenido el supuesto cabecilla de la banda.
La investigación, denominada operativo “Pyme familiar sextorsión”, estuvo a cargo de el equipo de Cibercrimen de Esquel.
En los procedimientos, según publicó Radio 3, secuestraron más de 30 celulares y tres notebooks, además de una decena de tarjetas SIM.
ASÍ OPERABA LA BANDA
Según fuentes de la investigación, las mujeres elegían a sus víctimas empleando un perfil falso de Facebook. Al prinicipio, iniciaban una charla casual y, más tarde, llevaban la relación a un plano sentimental.
Cuando las víctimas entraban en confianza, les proponían practicar sexting e intercambiaban fotos subidas de tono.
En ese momento es cuando entraba en escena el detenido en el Instituto Penitenciario al que le pasaban la información del contacto.
El estafador llamaba por teléfono a las víctimas desde la cárcel, a las que les pedía dinero para “arreglar” el asunto.