En la medianoche del 4 de septiembre del 1989, tras unas cuadras de discusión, Norberto Bianco (quien tenía 29 años en aquel momento) asesinó por la espalda y a quemarropas a su novia Silvia Rey (22 años) con su arma reglamentaria de la Prefectura Naval Argentina y –de manera inmediata- se quitó la vida en la esquina de Belgrano y Vacchina, pleno centro de Rawson.

A 34 años de un hecho que enlutó a la ciudad por todos los condimentos de la historia, ADNSUR logró reconstruir el perfil de los protagonistas a partir de los recuerdos de las personas que mejor los conocieron en vida. 

Para determinar el origen del noviazgo, hay que situarse en los años del regreso a la democracia y la explosión de una castigada juventud luego de la dictadura militar y la guerra de Malvinas. En ese momento, Silvia era una adolescente y Norberto ya cumplía funciones en la Prefectura.

Silvia y Norberto comenzaron su relación en el tiempo del regreso a la Democracia luego que la juventud de la época había sido muy castigada por la dictadura militar y la guerra de Malvinas. Imagen: Revista Gente.

El joven provenía de una familia de un buen nivel adquisitivo. Su padre, Norberto Luis Bianco había llegado a ocupar la presidencia del Superior Tribunal de Justicia y tenía una personalidad activa en la vida social de su tiempo. Era un lector infatigable, inquieto en los conocimientos y atento con sus allegados.

Uno de sus amigos de la infancia, Luis Orellana, recordó que salían a cazar juntos, compartían mucho tiempo con las familias de ambos, precisó la capacidad de Bianco en el manejo de las armas y también reconoció que tenía un carácter complejo. Pero sólo eran las impresiones de niño porque el contacto entre ambos se interrumpió cuando Bianco ingresó a la Prefectura Naval Argentina a la altura del 3° año del Nivel Secundario y luego la relación se volvió más esporádica.

Un femicidio salvaje: La mató por la espalda en el centro de Rawson y con su arma reglamentaria se quitó la vida

Desde que era muy chico, Norberto (hijo) tuvo una gran pasión por las armas que fue perfeccionando con el paso del tiempo a través de las tareas de cazas en los campos de la provincia y las ejercitaciones permanentes. Con el paso del tiempo, adquirió una profunda destreza, una gran puntería y lo enriqueció con una capacidad atlética como ‘buzo táctico’ en la Fuerza Federal.

¿QUIÉN ERA SILVIA REY?

Ella nació el 24 de marzo de 1967 en el seno de una familia de gente trabajadora, con sólidos valores y un recorrido histórico de sus abuelos que vinieron desde el Uruguay a un largo periplo que los situó en Buenos Aires, La Pampa y -finalmente- en Chubut. Su padre se llamaba Arturo Rey y forjó una familia maravillosa con hijos e hijas que aún mantienen un activo protagonismo en la vida social e institucional de la zona.

Corina del Carmen Pérez y Arturo Rey cultivaron una familia con los valores de la cultura del trabajo, la personalidad de bien y la preocupación por el otro. En ese ámbito, creció Silvia Rey (en los brazos de su madre). Imagen: Familia Rey.

Su madre, Corina del Carmen Pérez inculcó la personalidad de bien a todos sus hijos e hijas y -ante la pérdida de Silvia- sobrellevó el dolor a cuestas durante todos esos años, atravesó 24 operaciones de una compleja enfermedad y falleció el 13 de marzo de este año. 

ADNSUR dialogó con uno de sus hermanos, Mario Alberto ‘Beto’ Rey, quien sólo era 1 año menor que Silvia y compartió con ella muchos momentos a lo largo de su vida. “Mi hermana tenía un corazón de oro, era muy bonita físicamente, era altruista y le gustaba ayudar a la gente”, recordó.

 “Uno de los casos que la ‘pinta de cuerpo entero’ es cuando compraba facturas e invitaba a los ‘canillitas’ que vendían los diarios a que desayunen en la casa. Era solidaria y esos valores los tenemos por nuestros padres que nos enseñaron a ayudar y ser humildes. Ella tenía incorporados todos esos principios”, subrayó.

'Beto' Rey recuerda a su hermana como "una persona especial, muy solidaria y con los valores que nos inculcaron nuestros padres y abuelos". Imagen: Familia Rey.

“Por cercanía de edad, compartimos muchos momentos porque estudiamos en el mismo Colegio de Comercio. Yo egresé en 1987 y ella en 1988. Teníamos amigos y compañeros en común. Le gustaba el deporte y la música que había en esa época. Era una persona maravillosa”, exclamó.

“En aquella época, a los 20 años, uno ya maduraba y tenía que ponerse a trabajar o seguir una carrera con dedicación. Silvia logró ingresar a la Policía del Chubut pero -como todavía era soltera- vivía con nuestros padres para cuidarlos. Ella heredó los valores de nuestros abuelos y padres y los encarnó con acciones concretas. Era una persona muy especial. Queremos recordarla con alegría y orgullo”, afirmó.

“Vamos a mantener la calidad de persona que era mi hermana hasta el día en que dejemos de existir. Ella creía en Dios y vivimos una adolescencia muy feliz en Playa Unión”, evocó ‘Beto’ Rey.

¿CÓMO FUE LA NOCHE DE LA DESGRACIA?

Como si fuera hoy, sus familiares recuerdan que -en las horas previas al hecho- Silvia estaba de buen humor, utilizó una hamaca para distenderse y estaba atenta a los requerimientos de sus padres. Minutos después, se reencontró con Norberto, fueron a su casa en cercanías de las calles Don Bosco y Belgrano donde los ánimos se transformaron. Era cerca de la medianoche del 4 de septiembre de 1989.

Ambos salieron de esa casa contrariados, mantuvieron una discusión fuera de tono, caminaron durante 3 cuadras y -en la esquina de Belgrano y Vacchina- se produjo uno de los desenlaces más trágicos de la capital de Chubut

El hecho fue cerca de la medianoche del 4 de septiembre de 1989. A 34 años del hecho, transitar por la zona (frente a uno de los accesos a la Casa de Gobierno) todavía resulta perturbador. Video: ADNSUR.

Había un grupo de militantes de la UCR en una sede partidaria a una cuadra quienes escucharon gritos desgarradores y observaron ‘fogonazos’ de un arma de fuego que impactaron por la espalda de una mujer y luego otro disparo que se ejecutó un hombre contra sí mismo. Fue un hecho espeluznante desde todo punto de vista porque los padres de Silvia vivían a pocos metros del lugar del crimen.

Si bien se los intentó auxiliar de inmediato, los disparos habían sido tan letales que acabaron con la vida de la pareja a los pocos minutos más allá de los intentos desesperados por brindarle los primeros auxilios. 

Luego, la Policía de Rawson llegó a la escena y comenzó el triste peregrinaje para avisarle a los familiares de ambos. En este momento, se atropellan los recuerdos. Uno de sus hermanos vivía en un sector más alejado de la ciudad, sólo le pidieron que se acerque a la comisaría de Rawson y no tenía más datos, emprendió el viaje a pie y a mitad de camino se derrumbó en el banco de la Plaza Güemes y se largó a llorar de manera desconsolada. “Ese hijo de puta la mató”, le repetía a su pareja de entonces. Juntó sus fuerzas y el jefe de la comisaría le confirmó sus presentimientos de un hermano al que nunca le había gustado el perfil del novio de su hermana.

‘Beto’ Rey volvía a Rawson luego de trabajar en un supermercado de Trelew cuando la Policía vino a avisarle a su departamento del edificio Almirante Brown. No hay palabras para explicar el dolor que sintieron los familiares en esa oportunidad.  

Silvia recibió disparos certeros por parte de Bianco que tenía un gran dominio de las armas de fuego.

La familia empezó a sufrir las consecuencias. En principio, don Arturo Rey se refugió en la congoja, sólo salía de la casa -unos pocos minutos- para dialogar con los vecinos de más confianza, se enfermó y falleció pocos años después del hecho. Su madre, Corina intentó aprender a convivir con el dolor pero tuvo que afrontar los tratamientos de enfermedades complejas, se aferró a sus hijos y nietos hasta su fallecimiento en marzo de este año.

¿QUIEN PREGUNTÓ POR SILVIA EN CÓRDOBA SÓLO UNA SEMANA DESPUÉS DEL CRIMEN?

Durante la década del '80, los viajes de egresados solían hacerse a Villa Carlos Paz (provincia de Córdoba). Silvia viajó con sus compañeros en octubre de 1988, recorrió los atractivos de la zona y concurrió a los locales nocturnos de moda en aquel entonces. Sonaba la música extraordinaria del Rock Nacional con bandas emblemáticas y solistas de renombre. También el Rock y el Pop internacional estaban en su apogeo. 

Alberto Gómez era el chofer del colectivo de la 'Empresa Rawson que llegó a Carlos Paz sólo 1 semana después del hecho. Un chico se acercó a preguntarle por Silvia y hubo que explicarle el drástico final e intentar contenerlo. Imagen: ADNSUR.

Al año siguiente -cerca del Día de la Primavera de 1989- otra delegación de estudiantes llegó a Villa Carlos Paz para disfrutar de ese viaje inolvidable. Mientras organizaban el equipaje, un chico se le acercó al conductor del colectivo de la ‘Empresa Rawson’, Alberto Gómez, y le preguntó si Silvia Rey estaba en ese grupo. La pregunta descolocó a todos. Pero no quedó otra alternativa que explicar el trágico desenlace, presenciar el desconsuelo del joven e intentar contenerlo por el brusco impacto emocional que también afectaba al grupo.

¿CUÁL ES EL COMPROMISO QUE NOS DEJA ESTA HISTORIA?

Una de las situaciones más complejas de la vida social es tratar de intervenir u opinar sobre la intimidad de una relación de pareja. De todos modos, hay que estar atentos a las señales que pueden agravar la situación hasta límites que se pueden salir del control.

Afortunadamente, la sociedad transformó su mirada sobre estos casos. La prevención de la violencia en el noviazgo, las acciones para alertar sobre el ciclo de violencia de género y las capacitaciones a los operadores en el sistema crecen -exponencialmente- en los ámbitos públicos y privados. El caso de Silvia agilizó la necesidad de activar todos los mecanismos necesarios para identificar las situaciones problemáticas y ofrecerles una contención afectiva y una respuesta institucional con el profesionalismo que se requiere.

El mejor homenaje a Silvia es comprometerse con sus valores, mantenerla viva con acciones concretas y fortalecer la prevención.

La familia Rey transformó el dolor en la energía creativa para honrar la memoria de Silvia y de sus padres que lucharon como pudieron contra un dolor agonizante. Todavía tenemos una deuda con Silvia. Hay que mantenerla viva con acciones concretas, hay que señalizar el lugar con el ‘banco rojo’, hay que homenajearla, hay que mantenerla viva en la memoria, hay que traerla al presente. 

Lo hemos dicho anteriormente pero -en esta ocasión- lo tenemos que reafirmar: hay que comprometerse con los ejemplos de las personas de bien, recordarlas, nombrarlas y actuar. 

En este mundo conflictuado del S. XXI, reivindicar los valores de la solidaridad, empatía, sensibilidad, amor por el prójimo, respeto mutuo y comprensión son los imperativos de nuestro tiempo. Si somos consecuentes en estos principios, Silvia descansará en Paz y su vida habrá dejado una huella indeleble.

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