El 17 de agosto de 2006, Jorge Acosta de 11 años, volvía junto a un grupo de amigos, desde el centro de la ciudad hacia el barrio San Martín donde residía, pero antes tuvo que pasar por la casa de un familiar en la zona del Balcón del Paraíso. Nadie sabía que este desvío sería luego su condena a la muerte.

Ese mismo día, pero sobre las 14:30 horas, la vivienda en la que residía Sergio Rogel de 23 años, un residente nada querido en el sector por sus constantes hechos vandálicos y delictivos, había sido incendiada de forma intencional. El hombre había prometido venganza contra los autores, a quienes no conocía, de manera que todo aquel que transitara la zona sería considerado “sospechoso”, más aún quienes no vivían en el barrio.​

Así fue que sobre las 21 horas de aquel día, Acosta y cuatro amigos subieron hacia una de las viviendas en la zona cercana al cerro. Según detallaron testigos, fueron interceptados por un grupo de jóvenes que no los dejaron circular, los interrogaron consultando quiénes eran y dónde residían y los amedrentaron con armas de fuego. Sin embargo, tras el cuestionario los dejaron continuar su camino. Los menores, llegaron a la casa de la tía de
la víctima, pero como no había nadie, se retiraron.​

Mientras tanto, Rogel había encendido una fogata en el lugar donde estaba ubicada su vivienda que fue incinerada, en pasaje Formosa al 1.400, mientras consumían bebidas y algún estupefaciente junto a sus amigos. Esperaban que llegara el momento de la venganza, porque según el relato de vecinos, aquel día iban a “cargar” a alguno.​

Cuando la policía encontró el cuerpo del niño. Foto: Diario Crónica
Cuando la policía encontró el cuerpo del niño. Foto: Diario Crónica

Poco después, los niños descendieron y fueron vistos por el grupo de Rogel, quienes comenzaron a silbarles, tomaron sus armas y comenzaron a dispararles, pues en el pensar del grupo, eran quienes habían incendiado la casa.​

Los chicos corrieron desesperadamente hacia la zona baja en busca de resguardo, pero una de las balas alcanzó a Acosta y quedó tendido en la avenida Alsina al 1200. El menor recibió un proyectil calibre 9 milímetros que lo atravesó directamente la nuca, matándolo de forma instantánea.​

Los amigos de la víctima, de entre 14 y 16 años, escaparon del lugar. Si bien pensaron en volver a ver a su amigo, siguieron corriendo porque las balas los rozaban: uno de los jóvenes tenía un agujero en la capucha tras el impacto. 

El lugar donde quedó tendido el niño.

​Al llegar a un lugar seguro, llamaron al celular de su amigo pero no hubo respuesta, dos de ellos se dirigieron al hospital pensando que lo trasladarían, pero nunca arribó.​

EL JUICIO

Tras las primeras actuaciones llevadas a cabo por el juez José Rago, y con los testimonios claves de los amigos de la víctima, se realizaron allanamientos coincidiendo las prendas de vestir indicadas y características con Rogel. De esta manera, dictaron la prisión preventiva, pero al haber menores involucrados, se derivó la causa al Juzgado con competencia, quedando en libertad a la espera de juicio, que recién ocurrió tres años después, en 2009.

En un juicio abreviado, Rogel reconoció su responsabilidad en el hecho y se acordó una pena de tres años de cumplimiento condicional y se dispusieron reglas de conducta,​ siendo condenado por la Cámara del Crimen por el delito de homicidio en agresión dado que durante la investigación se constató que otros dos adolescentes, inicialmente demorados, tenían pólvora en las manos, quienes no fueron enjuiciados.​

La condena dejó -más que un sentimiento de Justicia-, un sabor amargo,  Rogel continuó en libertad, hasta que en 2010 fue detenido por otro hecho donde golpearon brutalmente a un hombre de nacionalidad peruana para robarle.​

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