Una familia comodorense quedó varada en Bahía Blanca tras sufrir el devastador temporal en la ruta 3
Luis viajaba junto a sus hijos por la Ruta Nacional 3 y terminó con su vehículo destruido. "Estuvimos cinco horas rezando para que no nos llevara el agua", aseguró.
El devastador temporal que azotó Bahía Blanca dejó un saldo trágico de 16 muertos y más de 1.400 evacuados, según informaron las autoridades locales. Las lluvias torrenciales, que superaron los 350 milímetros en pocas horas, provocaron inundaciones masivas, destruyeron infraestructuras y dejaron a miles de personas sin hogar.
En este contexto de emergencia, se decretó duelo por 72 horas mientras continúan las tareas de rescate y búsqueda de desaparecidos, entre ellos dos menores.
En medio de esta catástrofe, Luís Díaz, un trabajador comodorense dedicado a las reparaciones en instalaciones de gas, vivió una experiencia límite mientras viajaba por la Ruta Nacional N° 3 junto a sus hijos. En una emotiva entrevista con C5N, relató cómo su familia se vio atrapada en una situación crítica cuando su camioneta quedó varada debido al fuerte temporal.
“Estábamos llegando a Puente Naranja donde empieza la autovía, por Ruta Nacional N° 3, cerca de las 19 horas enfrentamos una cortina de agua y los camiones que iban a Buenos Aires hacían olas”, recordó Díaz.
En ese momento crucial, el motor de su vehículo se rompió. “Empezamos a flotar; con mi hijo nos bajamos y empujamos la camioneta hacia la mano contraria de la autovía. Se hizo un puente con las áreas de defensa y acudieron a nuestra ayuda. Si no se me rompía el motor en ese punto, quedábamos literalmente dentro de la olla que se produjo cuando se rompió la ruta”, explicó con preocupación.
El relato de Díaz era vívido y angustiante: “Nosotros veíamos cómo la gente escapaba con terror; las caras de la gente que pasaba frente a nosotros eran indescriptibles. La policía no podía asistirnos porque estaban trabajando en esto que era terrible”. A pesar del caos que los rodeaba, él y sus hijos mantuvieron la esperanza. “Rezamos, le pedimos a Dios que no nos pasara nada”, comentó. “Entendimos que había otras personas en una situación terrible; en un momento, una camioneta de la policía nos ayudó a nosotros”.
La angustia fue palpable mientras esperaban ayuda: “Estuvimos cinco horas rezando que no nos llevara el agua”, afirmó. Durante ese tiempo, observaban cómo el personal de rescate se dedicaba a ayudar a otros afectados por el temporal. Finalmente, su perseverancia dio frutos cuando una camioneta policial llegó para rescatarlos: “Dios nos acercó una camioneta de la policía que sin dudarlo no pensaron en otra cosa que salvarnos”.
Una vez rescatados, Díaz y sus hijos fueron trasladados a la Sociedad de Fomento, donde recibieron atención y apoyo incondicional por parte de la comunidad local. “Nos trataron con el corazón de argentinos; nos atendieron con amor como si nos conociéramos”, expresó emocionado. “Ahora mis hijos tienen tíos a miles de kilómetros de donde somos”.
La experiencia vivida por Luís Díaz es un testimonio conmovedor del impacto devastador del temporal en Bahía Blanca y un recordatorio del valor humano y la solidaridad que emergen en momentos críticos. Mientras las autoridades trabajan para evaluar los daños y reconstruir la ciudad tras esta tragedia climática, historias como la de Díaz resaltan la importancia del apoyo comunitario ante situaciones adversas.
