Una mujer estuvo secuestrada dos años en una casilla y la obligaban a prostituirse: una amistad que se volvió pesadilla
En la casilla se secuestraron también dispositivos móviles, como un celular y una cámara de fotos, y también memorias, que están siendo peritadas por la Gendarmería.
En Florencio Varela, una mujer dos años de terror desde que un hombre la secuestró y mantuvo encerrada durante dos años en condiciones inhumanas, sometiéndola a explotación sexual y amenazas constantes con un arma, incluyendo la intimidación de dañar a sus hijas si no obedecía.
La difícil situación de la víctima llegó a su fin cuando logró escapar y, tras buscar la ayuda de un vecino, pudo informar a las autoridades. Como resultado de su denuncia, la Policía Bonaerense arrestó al agresor, quien actualmente se encuentra detenido en una alcaidía de la localidad, mientras se esperan los avances en la investigación del caso.
La semana pasada, el juez Diego Agüero, del Juzgado de Garantías N°6, le negó la excarcelación al imputado en un fallo con perspectiva de género. Argumentó que el acusado representaba un peligro tanto para la víctima como para los testigos del caso. Además, destacó la obligación judicial de garantizar los derechos de las mujeres y actuar de manera efectiva frente a los casos de violencia.
UNA AMISTAD QUE SE CONVIRTIÓ EN PESADILLA
Todo comenzó hace tres años, cuando la mujer de 30 años conoció a H. D. E. y entablaron una relación de amistad. Ella, atravesando una separación, con dos hijas, y sin un lugar donde vivir, aceptó mudarse con él en una pequeña casilla en la localidad de Ingeniero Allan.
Sin embargo, poco después el hombre mostró su verdadera personalidad: comenzó a intimidarla y la obligó a mantener relaciones sexuales sin protección a cambio de dinero o droga, aprovechándose de su situación de consumo problemático.
La situación escaló rápidamente. H. D. E. la amenazaba con matar a sus hijas, de apenas un año y tres meses, cuando la mujer se negaba, y llegó al extremo de despertarlas para que presenciaran los abusos.
En 2020, según pudo saber TN de fuentes judiciales, ella pudo escapar y buscó refugio en la casa del papá de sus nenas, pero el acusado supo dónde vivía y la fue a buscar. Armado con un revólver, la hizo salir de la casa, le apuntó en la cabeza y la subió a un auto. La pesadilla continuaba.
Desde ese momento, la mujer quedó completamente sometida, ya que el hombre la obligaba a prostituirse en una habitación preparada para eso, donde recibía hasta cinco “clientes” por noche y cobraba 50 mil pesos cada uno. Los atendía de 23 a 6 de la mañana.
La mujer no podía salir de un cuarto pequeño de madera, con techo de chapa, donde además de una cama había una entrada a un sótano. La mantenía encerrada bajo llave, la privaba de elementos básicos de higiene durante su menstruación y la dejaba desangrarse y ella tenía que ponerse una sábana o algodones si encontraba.
También la amenazaba constantemente con matarla si pedía ayuda. En este sentido, ella denunció que los vecinos del barrio sabían lo que pasaba adentro de esa casilla, pero no intervenían por temor a que el acusado les haga algo. Hasta que un día, finalmente, pudo escapar.
Aprovechando que el hombre olvidó cerrar un candado, la víctima logró escapar. Sin embargo, el acusado la descubrió mientras salía de la casa, tomó un arma y le disparó por la espalda. La mujer corrió desesperadamente, pudo esquivar las balas y se refugió en la vivienda de un vecino, desde donde llamó a la policía.
Al día siguiente, el 19 de noviembre, el fiscal Daniel Ichazo ordenó un allanamiento de urgencia en el domicilio del imputado. Allí, los oficiales secuestraron un revólver calibre .32 con dos balas en el tambor y detuvieron al agresor.
En la casilla se secuestraron también dispositivos móviles, como un celular y una cámara de fotos, y también memorias, que están siendo peritadas por la Gendarmería.
Con información de Todo Noticias, redactado y editado por un periodista de ADNSUR