¿Qué pasará si no se aprueba el Pacto Fiscal ni la Emergencia?
Comienza una semana clave para la gobernabilidad en Chubut.
COMODORO RIVADAVIA (Por Raúl Figueroa / Especial para ADNSUR) - Pato o gallareta. Plata o… Así es el ánimo en algunos de los pliegues más internos del gobierno provincial, de cara a lo que esperan de la corta semana post carnaval, una vez que las máscaras se guarden y los pomos dejen de oprimirse; y las murgas empiecen a planificar su festejo del año por venir. Si no hay pacto fiscal ni Ley de Emergencia después del viernes próximo, la provincia podría parecerse a una nave que seguirá navegando aguas tan tormentosas como las actuales (¿qué podría ser peor?), pero peligrosamente tocada en su línea de flotación.
No parece haber margen para acumular más indicadores negativos. El corte de crédito por parte de YPF para seguir abasteciendo gas y combustible a localidades del interior, por falta de pago de una deuda que suma varias centenas de millones de pesos, es apenas una anécdota, un remolino más en el tornado. Un dato grave, tanto como la deuda reclamada por proveedores de insumos y medicamentos, o la dificultad para comprar chalecos antibalas para las fuerzas de seguridad. Y la deuda con CAMMESA y la situación de las cooperativas, y otro largo etcétera.
El gobierno de Mariano Arcioni necesita la aprobación del Pacto Fiscal y la Ley de Emergencia casi como un tanque de oxígeno. En el primer caso, para seguir accediendo a compensaciones mensuales que le permitan cumplir con sus obligaciones mínimas, a saber el pago de sueldos de activos y jubilados del Estado.
UNA PRUEBA DE GOBERNABILIDAD
La pelota del partido sigue definiéndose en la cancha de la Legislatura. No hay voluntades suficientes para aprobar el Pacto Fiscal y tampoco hay perspectivas de que Nación asuma un compromiso como el solicitado por el FPV, para que se garantice una compensación de 5.000 millones de pesos anuales en caso de acceder a los compromisos exigidos por el gobierno de Macri.
Un funcionario nacional de primera línea dio por terminada esa discusión el viernes por la tarde: “Si dejamos un antecedente como éste, se nos vienen todas las provincias encima”, fue la respuesta. “Tienen razón”, reconoce con amargura uno de los interlocutores de esa mesa chica. “Al fin y al cabo, nos demandan algo que nos toca cumplir a nosotros y aunque duela decirlo, nos piden una muestra de que estamos gobernando”.
Otro funcionario, más optimista, lo mira por el lado positivo: “Si nos aprueban las dos leyes, si el 21 además la visita de Aranguren pro minería sale bien y también contamos con los 700 millones de vencimiento de la deuda, además de si el 5 de marzo podemos empezar las clases con normalidad (sin paro docente, ni tampoco del transporte público), verdaderamente estaremos en condiciones de avanzar en firme y comenzar a transitar un mejor esquema de gobierno”.
Claro, el optimismo se trueca en mueca de incertidumbre ante la posibilidad cierta de que el espejo muestre los opuestos: si no se aprueba la Ley de Emergencia, nadie sabe cómo podrá seguir afrontándose, por ejemplo, el pago del Transporte Gratuito para estudiantes y docentes, ni cómo reunir los 600 millones mensuales que se necesitan para garantizar un mínimo de funcionamiento, entre los que se cuentan 200 millones para sostener un mínimo de obra pública que evite piquetes de la construcción. Sin Pacto Fiscal, se termina la asistencia para pagar sueldos. Y ni hablar de la deuda provincial, que el gobierno espera autorización para poder reestructurar: este año hay vencimientos por 9.000 millones de pesos, equivalente a 5 masas salariales, el primero de los cuales vence, como se dijo, el próximo 21 de febrero por 700 millones.
LA VISITA DE ARANGUREN
A todo esto, la visita del ministro Aranguren a Telsen sumará una inevitable tensión. El gobierno nacional bajó un mensaje claro: no hay margen para que el gobierno mire para otro lado en ese virtual lanzamiento del debate minero en la provincia. “Que ni se les ocurra”, dicen que dicen. No se sabe cómo cayó la respuesta de Arcioni, quien anunció que concurrirá por el respeto institucional, pero como un espectador externo ante un tema en el que no hay decisión política de avanzar. La postura de Aranguren es bien conocida: “no se quejen de lo que pierden por el petróleo, si siguen rechazando la minería”. Palabras más, palabras menos, el ministro ex CEO Shell no atenderá razones si alguien le plantea, por ejemplo, que la provincia recaudó sólo 5.300 millones de pesos, frente a los 6.500 que apuntaba a embolsar en el presupuesto del año pasado.
En ese contexto, la fecha del primer vencimiento de la deuda no podría ser más inoportuno, aunque hubo una prueba fuerte de respaldo algunos días atrás, cuando una operación política logró instalar un virtual escenario de default de la provincia: los mensajes llegaron con claridad desde la Rosada: “no los vamos a dejar caer”, decía uno de esos salvavidas en clave de whatsapp, motivado más que en el amor, en el espanto a la lectura negativa de los mercados internacionales.
En el medio, poco ayuda la relación totalmente rota entre el ministro coordinador y el de Economía, que permanece en el cargo tras las negativas de quienes fueron tentados a asumir una braza caliente que requiere ser tomada con las manos y sin guantes.
¿Y entonces? No hay certezas para lo que está por venir. Todo dependerá de la postura que finalmente adopten los diputados provinciales. En la hoguera de vanidades y ambiciones que puede ser la política, hay poco margen para esperar respuestas racionales (y tampoco hay garantías de que aprobar las leyes lo sea: pero entre saltar a un precipicio y aceptar la bala con la que te apuntan, la primera opción tiene apenas la ventaja de la incertidumbre). “O sale todo bien, o sale todo mal. Hay 50 y 50”, cuenta con ácido humor uno de los protagonistas.
Pato o gallareta. Plata o mierda. Sería divertido, si no fuera porque la cuenta de los platos rotos siempre es pagada por quienes ni siquiera fueron invitados a la fiesta.