El Partido Justicialista de Chubut vive un momento bisagra: luego de perder su sexta elección provincial consecutiva y no haber ganado la primera presidencial en 20 años, hay un consenso general de que hace falta un golpe de timón urgente para hacer un lavado de cara y resurgir de las cenizas, si pretende no convertirse en un sello del pasado con olor a derrota inevitable.

La gestión de Carlos Linares -acompañado por las cuatro vicepresidencias femeninas y por una figura histórica como José Arrechea en el congreso provincial- llega a su fin sin mostrar un solo éxito importante. El actual senador fue proclamado luego de ser el candidato a gobernador en 2019, por ser referente de la ciudad con el padrón más grande y que sigue siendo bastión del peronismo.

Sin embargo, en todos estos años continuaron las críticas a la falta de apertura del partido, y las decisiones de “mesa chica”. Las listas definidas en la macroestructura tanto para las legislativas de 2021 como las provinciales de 2023 fueron derrotadas por las propuestas de Juntos por el Cambio.

Carlos Linares y José Arrecha, presidentes del consejo provincial y el congreso provincial del PJ.

Lo que más alarma a los amargados militantes de corazón peronista, es que no existió una sola autocrítica hacia afuera, y después del 30 de julio se volvió a hablar de una “buena elección”, en un partido que era inexpugnable en las urnas desde la llegada del kirchnerismo y el dasnevismo, pero que ahora se acostumbró al segundo o tercer puesto.

El PJ perdió la voracidad por el poder que lo caracterizaba y desde hace tiempo la ciudadanía de Chubut no lo ve como la primera opción para gobernar. Su principal problema es la falta de un liderazgo genuino, y vive desgastado en luchas intestinas, en disputas entre sus mismos caciques territoriales.

El desafío del peronismo chubutense es recuperar ese protagonismo de antaño, algo que será imposible si se siguen aplicando las mismas recetas. El justicialismo debe encolumnarse en un proyecto común, detrás de un líder que aglutine, algo difícil no estando en el gobierno. El primer paso, según creen sus principales voceros, es ampliar su propuesta a más partidos y colores, y cambiar el perfil de sus nuevos dirigentes.

En eso hay una coincidencia general, y ya hay un plan trazado, según pudo reconstruir ADNSUR luego de las varias reuniones y llamados de las últimas semanas. A continuación, te contamos los plazos, la metodología y los actores que se evalúan para la nueva etapa del justicialismo de Chubut, que se prepara para liderar la oposición al gobierno que en diciembre asumirá Ignacio Torres.

Convocatoria

Como primer paso, lo que está definido es que se llamará a un congreso provincial en diciembre, para definir la cuestión de los mandatos vencidos. En las charlas hay acuerdo en que el contexto de un año electoral, con un posible ballotage presidencial en noviembre, no es el ideal para convocar a renovación de cargos partidarios.

Por ello, el congreso peronista tendrá previsto en su convocatoria votar una prórroga de mandatos con un llamado a elecciones para el mes de marzo. De la mano con lo anterior, el dato novedoso es que se analizan ciertos cambios en la carta orgánica, en la búsqueda de una integración lo más plural posible.

Esto significa nada de “distrito único”, que es un sistema que exige armar listas en toda la provincia -lo que deja afuera a muchas propuestas locales- sino ampliar la integración de los consejos de localidad, para que queden representados todos los sectores posibles, y también el mismo criterio para los departamentos, con consejeros que puedan ser de diferentes localidades.

Sede provincial del PJ en Rawson.

El objetivo es alcanzar una mesa de conducción lo más representativa posible, en la que no quede afuera ninguno de los nombres que salieron mejor posicionados en la última elección, como -entre otros- el comodorense Juan Pablo Luque, el dolavense Dante Bowen, el esquelense Juan Manuel Peralta y también alguno de los representantes de Puerto Madryn, Ricardo o Gustavo Sastre.

Está claro que Linares dará un paso al costado, ya cumplió su ciclo, y según la charlas que se dieron en los últimos días, el senador ofició de vocero del resto de los dirigentes, y realizó a Luque un pedido concreto de que asuma la posta como nuevo presidente del partido y referente de la oposición.

En el mismo sentido le han expresado a Luque dirigentes de gremios importantes, como Luz y Fuerza, Petroleros Jerárquicos, Camioneros y Uocra, pidiéndole que no abandone el trabajo realizado en la campaña y que asuma el protagonismo de la conducción, adelantándole su apoyo. ¿Cuál fue la respuesta?

El plan de Luque

Luego de tomarse unos días para digerir el resultado electoral del 30 de julio, que fue un duro golpe porque se tenía toda la fe para alzarse con el triunfo, Luque evaluó opciones, escuchó opiniones de sus allegados y analizó el último resultado sorpresivo de las PASO. Con todo ese escenario en la cabeza, cuentan que dio una respuesta positiva: está dispuesto a asumir la presidencia del Partido Justicialista desde 2024.

Una vez que deje la intendencia de Comodoro el 10 de diciembre, Luque va a tener más tiempo para dedicarle a la actividad política partidaria y recorrer cada pueblo de la provincia. Su objetivo será convertirse no sólo en el conductor principal del justicialismo, sino en el referente número 1 de la oposición, por lo que buscará que el PJ, más allá de su histórico sello, mantenga una propuesta amplia de convocatoria a otras fuerzas políticas, sosteniendo la idea frentista.

Luque ya tendría diseñado un trabajo con el futuro bloque de diputados, cuyos nombres terminó definiendo en última instancia en la campaña, y la idea es tener un diálogo directo y fluido con quien sea presidenta o presidente de la bancada, para discutir el posicionamiento ante cada tema.

Si esto llegara a aceitarse y a funcionar, obligaría al futuro gobernador Ignacio Torres a tener que llamar a Luque ante cada tema trascendente que deba abordar la Legislatura.

De los nombres de esa bancada, Luque tiene buena llegada a casi todos: Norma Arbilla -puesta por él al frente de la lista-, su amigo Juan Pais, el comodorense Gustavo Fita, la representante de Camioneros Tatiana Goic, y el trelewense Emanuel Coliñir. También se mantiene un excelente diálogo con el sector del sastrismo, al que pertenece la diputada Mariela Williams, aunque la postura dependerá de la estrategia que tenga con Puerto Madryn el gobernador Torres.

La única integrante de ese futuro bloque de diputados con la que Luque no tiene diálogo es Vanesa Abril, mano derecha de Mariano Arcioni. Pero en la lectura que hace el peronismo, si se logran mantener esos 7 votos, en una alianza estratégica que se puede buscar con César Treffinger por los tres votos del PLICH, más las rispideces que pueden surgir entre el PRO y cierto sector del radicalismo, se puede lograr una oposición que haga ruido.

Los 7 diputados de Arriba Chubut: Arbilla, Coliñir, Williams, Pais, Abril, Goic y Fita.

Juntos por el Cambio tiene un bloque compacto de 16 diputados, pero hay algunos que son ex intendentes con peso propio de las filas radicales, un partido conducido por Damián Biss, quien mantiene el canal de diálogo abierto con Luque. Por ahora todo es sonrisa para la foto en la alianza ganadora, pero en el PJ creen que pueden aparecer algunas grietas en los temas sensibles con el correr de la gestión.

Ruptura sin retorno

En lo que no hay ninguna duda, es que este rearmado del justicialismo no incluye la continuidad del acuerdo que se hizo con el arcionismo en este turno electoral. Como se sabe, Mariano Arcioni es la figura a la que responden hoy en día dos partidos, como el Frente Renovador y Chubut Somos Todos. Ya no existe pacto entre el justicialismo y el gobierno que se va, y eso que 2023 aún no terminó.

Las elecciones a intendente de Río Mayo y Corcovado, que quedaron descolgadas del resto para el próximo 22 de octubre junto con el turno presidencial, ya fueron una muestra de que -aún no en los papeles, pero sí en la práctica- la alianza de Arriba Chubut se pulverizó.

Mientras el Frente Renovador avanza por su lado con sus candidatos propios, el justicialismo tiene sus nombres ya encaminados, y cada uno presentará boletas por separado. El diálogo que mantenía Alejandro Sandilo -mano derecha de Arcioni- con la dirigencia del PJ se cortó abruptamente, en sintonía con lo que ocurre en las esferas más altas.

Gobernador Mariano Arcioni, Alejandro Sandilo (Presidente FR) y Máximo Pérez Catán (Presidente Chusoto).

La relación entre Luque y Arcioni ya era difícil en la etapa previa de acuerdos de cierre y siempre pendió de un hilo, producto de la desconfianza y de un matrimonio por conveniencia que nunca funcionó. Y terminó de explotar en medio de la campaña, cuando Luque nunca aceptó que formaban parte de la misma propuesta, su ya famosa frase “no tengo nada que ver” del debate de ADNSUR y Canal 12.

Para Arcioni, fue una muestra de ingratitud y deslealtad del intendente. Para Luque, el gobernador atentó contra la campaña y afectó el resultado de manera intencional. La relación entre ambos no tiene retorno, por lo que Arcioni no tendrá nada que ver con el rearmado del PJ, que de este modo deja afuera al massismo chubutense.

Esto ya se vio en la organización de las PASO, donde hubo enormes desinteligencias y problemas en la organización, con fiscales peronistas que hasta tapaban la boleta de Massa con la de Grabois. Es una incógnita cómo van a organizarse para las generales, y son pocos los actores que luchan por unir las partes, como por ejemplo José Glinski, que quedó como la cara visible de la campaña.

La diferencia de los libertarios fue enorme y al peronismo le queda al menos no perder las dos bancas que pone en juego, manteniendo al menos una con la figura de Glinski. Un desafío enorme en medio de las luchas internas y el cambio de identidad que se avecina.

En 2024 está previsto que sea el relanzamiento del nuevo PJ de Chubut: Luque va a ser la principal cara del peronismo junto a otras figuras que quedaron bien paradas. Buscará rearmar un proyecto para dentro de 4 años, que será la revancha contra Torres. Incluso la primera prueba será dentro de dos años, en las elecciones legislativas de 2025, con el desafío de que el justicialismo vuelva a encabezar una propuesta ganadora.

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