RAWSON (ESPECIAL PARA ADNSUR / EL ANÁLISIS DE LA NOTICIA) - La salida sorpresiva e intempestiva de Víctor Cisterna, el ministro con más experiencia y con perfil político más alto del gabinete, provocó que esta última semana no haya sido una más en Fontana 50, corazón político y administrativo de la provincia.

Si bien es cierto que el cambio de los responsables de Turismo y de Cultura tuvo algún ruido interno, pasó desapercibo en dos áreas de menor peso. Pero la renuncia de un jefe de gabinete, y más aún, su reemplazo por alguien 30 años más joven, no puede quedar como un hecho más, y seguramente marcará un quiebre, un antes y después dentro de la tercera gobernación de Mario Das Neves.

LOS DOS NOMBRES EN CAMPAÑA

Cuando estaba en plena campaña electoral, Das Neves confiaba a sus íntimos que para un cargo tan importante como Coordinación de Gabinete, veía sólo a dos personas capaces de dar con la talla, por la ascendencia que ese lugar debe tener en el resto del equipo.

Y esos dos nombres eran Jerónimo García y Víctor Cisterna. El primero siguió en un lugar fundamental, como es la presidencia del oficialismo en una Cámara de Diputados con mayoría opositora.

Cisterena se convirtió en el hombre de más peso del gabinete, quedó casi a cargo del Ejecutivo cuando el gobernador tuvo que recuperarse durante un mes en Buenos Aires, y fue permanentemente la voz cantante para salir a responder a la oposición y a los dirigentes gremiales. Duró apenas 11 meses.

Hay más de una explicación de las razones de esta salida, y un poco de verdad en cada una de las versiones que se escuchan en los pasillos de la capital provincial. Hubo una sucesión de hechos imposibles de obviar en los días previos, que algunos califican como una causalidad y para otros es una causalidad.

No deja de ser verdad, como se encargan de repetir en el gobierno, que el compromiso de Cisterna con Das Neves para hacerse cargo de un lugar tan desgastante era inicialmente de un plazo de un año, porque venía ya cansado del trajín y el estrés de los cargos de responsabilidad que ocupó en los últimos años.

MAL Y ENOJADO

Pero también es cierto que en 2011 había dicho que se retiraba de la vida política, y volvió.

Si el plazo inicial dado por Cisterna es cierto, no explica los modos de la salida. Se fue mal, se fue caliente, enojado, sin atender el teléfono.

Y todo se desencadenó el lunes 7 de noviembre, cuando leyó la tapa y la columna política de un diario del valle, en la que Das Neves confiaba a la prensa que lo tenía en la mira para cambiarlo en el corto plazo.

“¿Por qué no me llamó y me lo dijo en la cara, en vez de tener enviarme mensajes por el diario?”, le dijo indignado Cisterna a uno de sus principales allegados temprano esa misma mañana.

Y de hecho esa indignación fue imposible de tolerar, y para el jefe de gabinete no había vuelta atrás después de ese título, por lo que inmediatamente envió la nota de renuncia.

Minutos después se negó a responder a los secretarios de Das Neves, que lo llamaban porque el gobernador quería sentarse a hablar, ya que creía que aún había tiempo de arreglar las cosas. Para Cisterna, ese título era la ruptura de un código y además le quitaba poder, lo disminuía, y en ese lugar no podía aceptarlo, como sí lo hacen otros pares como Rafael Williams y Alejandro Pagani, que saben que están nominados e igual continúan.

Pero si estamos hablando de hombres de la política, que conocen las reglas del juego, que son fusibles que hoy están y mañana no, ¿por qué tanta bronca? ¿Qué pasó en el medio para que Cisterna se sintiera tan defraudado?

ACUSACIONES

Y lo concreto es que pasó algo fuerte, que en el gobierno niegan que haya tenido algo que ver, pero como dice el dicho: si tiene cuatro patas, cola, bigotes y maúlla… Y estamos hablando de las durísimas acusaciones del diputado del PJ-FPV, Alfredo Di Filippo, que tuvieron como principal blanco al ex jefe de gabinete.

En una entrevista periodística dos semanas antes, el legislador de Rawson había asegurado que Cisterna junto a sus colaboradores se encargaba de manejar a su antojo los fondos del endeudamiento, y que exigía a empresarios un porcentaje para cobrar los montos que se les adeudaban o para ser acreedores de una obra millonaria.

Es cierto que el diputado habló en una radio cordillerana de menor audiencia y que si bien al audio circuló en el ambiente político y periodístico, no llegó al gran público. Pero que dolió, dolió en serio.

Cisterna sufrió una arritmia y estuvo días sin ir a trabajar para hacerse estudios médicos. En ese lapso, nadie del gabinete salió a defenderlo, según se explicó luego, para no darle entidad al verborrágico diputado capitalino, uno de los principales enemigos de Das Neves y su familia. Pero para el observador neutral, a Cisterna lo dejaron solo.

La imagen de Cisterna nunca fue la misma desde allí: no volvió a aparecer en público, adoptó un perfil bajo, y lo que fue más grave, perdió el diálogo con Das Neves.

Dicen quienes recorren los pasillos de Fontana 50, que en los últimos 15 días el jefe de gabinete había dejado de visitar el despacho del gobernador, y eso era inaceptable para el cargo que ocupaba. Sin dudas, algo se había roto entre ambos.

El pacto implícito marcaba que el gobernador permitía a Cisterna ejercer su cargo con libertad, sin esperar órdenes a cada rato. Pero dicen que quizás pecó de un abuso de esa confianza y la pregunta que surge es: ¿habrá desnudado Di Filippo algunas dudas que el mismo Das Neves tenía? Es imposible pensar que esas mismas versiones sobre el manejo de los fondos no hubieran llegado hace rato a oídos del gobernador.

En Fontana 50 niegan hasta una y otra vez que Cisterna se haya ido por esa razón. Si esto es verdad, ese título en el diario fue al menos imprudente. Si realmente se quiere cuidar al capitán, no es lógico admitir a la prensa que se está pensando en cambiarlo justo en el peor momento, cuando está recibiendo fuego enemigo a mansalva.

Los códigos marcan que se debe esperar un tiempo, y en todo caso hacer los cambios cuando ya bajó la espuma. Sus allegados dicen que eso es lo que vio Cisterna y que no pudo aceptar. Esperaba que después de tantos años de trabajo codo a codo, lo hubieran defendido públicamente como hicieron con Fernando Peralta, el ex subsecretario de Derechos Humanos que es investigado por la justicia en una causa de trata de personas.

Lo concreto es que en la mañana caliente del 7 de noviembre, con la renuncia arriba de la mesa y con Cisterna sin querer atender el teléfono, Das Neves decidió no esperar más, no dilatar la incertidumbre, y tal como había dicho días antes que tenía un reemplazante en la cabeza para cada ministro, llamó al elegido para comunicárselo: el Secretario de Pesca, Alberto Gilardino.

Es imposible no comparar ambos perfiles, para entender lo arriesgado de la apuesta de Das Neves, que como se dice en la ruleta, se jugó un pleno. El ministro saliente empezó en la política a fines de los 70, con el Frente Peronista que conducía César “Kuky” Mac Karthy.

A lo largo de 40 años había sido Secretario de Gobierno de Trelew, Presidente del Concejo Deliberante, Diputado Provincial, Diputado Nacional y ministro de Economía, entre otras cosas. Es decir, había recorrido prácticamente todos los lugares de la carrera política. El ministro entrante, de apenas 35 años, es un abogado de corta carrera en lo privado, conocedor del ambiente pesquero, que tuvo un fugaz paso por la segunda gestión dasnevista y que el único cargo de peso que ocupó en la función pública, fueron los 11 meses en Pesca.

OTROS CASOS

No es la primera vez que Das Neves toma una decisión así: en otra ruptura traumática, en septiembre de 2008, cuando se rompió su exitoso “matrimonio” con Norberto Yauhar, eligió para reemplazarlo en Coordinación de Gabinete a otro ignoto del ambiente político, sin pasado conocido y muy joven entonces, Pablo Korn.

Para muchos analistas, se trata de una apuesta al círculo de máxima confianza, a uno de los muchachos que se acercaron a la política de su mano y que el gobernador sabe que son “incondicionales”, que por él se tirarían al río si se los pide.

El mismo mandatario dijo que tomó la decisión luego de ver su desempeño como funcionario, en el que enfrentó mano a mano a ásperos dirigentes de los gremios pesqueros y a voraces empresarios, y logró resolver muchos conflictos sin ningún tipo de ayuda.

“Basta de eternizarse en el poder, los viejos debemos dar lugar a los jóvenes”, explicó Das Neves el día de la jura, en el que esbozó un tibio agradecimiento a Cisterna, pero también una clara crítica, al expresar “yo hago mucho esfuerzo por mantener un ritmo diario y quiero que me sigan”.

Vienen años duros, con pocos recursos y muchas demandas. Se debe superar la prueba de la aprobación del Presupuesto con una Legislatura opositora.

Y encarar un 2017 de duras negociaciones con los gremios estatales por los aumentos salariales, por nombrar sólo algunos de los muchos desafíos por delante. La tarea recaerá en un equipo comandado por gente con mucho ímpetu y ganas, pero también con poco rodaje y experiencia. Las cartas están echadas, y Das Neves apostó todas sus fichas a ganador.

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