La lucha peronista por el control de Comodoro: el plan de Macharashvili para quedarse otro mandato y las pistas del regreso de Luque
El actual intendente quiere quedarse otros cuatro años, y si el camino de la enmienda de la Carta Orgánica se complica, le queda la vía judicial. Su antecesor retomó la actividad a fondo y ya da señales de candidaturas a mediano plazo. La diferencia entre ambos por el posicionamiento frente a Ignacio Torres. En el medio, la batalla por el PJ. El dato: Sampaoli buscará reactivar la gestión con una oficina en el municipio.
A seis meses de transcurrida la nueva gestión municipal en Comodoro Rivadavia, los movimientos del actual intendente, Othar Macharashvili, y de su antecesor, Juan Pablo Luque, evidencian una disputa muy fuerte de poder entre ambos que incluye el manejo de los votos del Concejo Deliberante, la relación con el gobierno de Ignacio Torres, y la puja por quedarse con la presidencia del PJ: una carrera que terminaría a futuro, con una posible rivalidad peronista en las urnas para 2027.
Es probable que a nadie sorprenda esta relación entre ambos dirigentes, porque jamás fue buena. De hecho, Luque aceptó allá por junio de 2023 a regañadientes cerrar una boleta con la candidatura de Othar, con quien mantuvo una traumática convivencia durante cuatro años, porque el hombre del sombrero fue un viceintendente que no se encolumnó bajo su liderazgo.
Quienes hablan con Luque aseguran que está “arrepentido” de haber cedido para incluir a Macharashvili en la boleta que él encabezaba, porque -como candidato a gobernador- se consideraba el gran elector que terminó sacando una amplia ventaja en la ciudad petrolera y podría haber impuesto el intendente que hubiera querido.
Lo que no se recuerda tanto hoy, son aquellos coqueteos de Othar con la dirigencia de la oposición y su decisión de no bajarse, que hubieran “dividido” votos y puesto en peligro el dominio del peronismo sobre el municipio más grande de la provincia.
Casi un año después de aquellas decisiones que finalmente terminaron con el triunfo de Arriba Chubut el 30 de julio en la ciudad, se están viendo las consecuencias: la interna Othar-Luque se acrecienta día a día, y ya se avizora la disputa entre ambos no sólo por el manejo del justicialismo, sino por quién conducirá el municipio en 2027.
Y si alguien cree que hay un error en lo anterior, porque considera que Macharashvili está impedido de presentarse a un nuevo mandato, debe saber que el intendente no lo ve así, y que analiza dos opciones: una enmienda de la Carta Orgánica, para lo que necesita una mayoría especial que hoy es muy difícil en el actual Concejo Deliberante; o en su defecto, realizar una presentación ante el Superior Tribunal de Justicia.
Mientras Othar evalúa los pasos a seguir -que a continuación vamos a desarrollar- su mayor amenaza no es por ahora nadie de Juntos por el Cambio, sino su ex socio en la boleta de 2019, Juan Pablo Luque, quien luego de su viaje a la cumbre por los océanos con visita al Papa Francisco incluida, volvió a jugar a fondo con mucha actividad en la ciudad.
Muy activo en redes sociales, el planteo político de Luque se diferencia de manera sustancial con el de Macharashvili en un punto clave: el posicionamiento hacia el gobierno de Ignacio Torres. Mientras el intendente mantiene una relación cordial, institucional, con mucho diálogo y sin críticas, Luque no para de disparar munición gruesa y lamentar que Comodoro perdió el manejo de la agenda política a manos del valle.
¿Luque va a ser candidato a diputado en 2025 y a intendente en 2027? No lo dice de manera taxativa, pero da pistas: hay señales políticas que se pueden analizar y una primera disputa que se viene para el 29 de septiembre, fecha en la que se convocó a elecciones de autoridades en el PJ. Se sabe que Macharashvili jugará la presidencia -algo que esta columna anticipó en febrero- y Luque buscará impedirlo con alguien de su riñón, como el actual diputado Gustavo Fita.
La reelección
Todo apunta a una lucha peronista por la candidatura a la intendencia en 2027, y esto obedece a la intención de Othar Macharashvili de perpetuarse otro mandato, a pesar de lo que puede interpretarse como un impedimento legal.
Como se sabe, el artículo 93 de la Carta Orgánica de Comodoro toma el período de viceintendente como un primer mandato, por lo cual el ejercicio actual como jefe del Ejecutivo sería el segundo consecutivo. Tal como están las cosas, el camino que tendría Othar sería el de la enmienda de hasta dos artículos a través de una mayoría especial de 8 votos en el Concejo Deliberante.
Con este mecanismo, el intendente se evitaría todo un proceso más engorroso de convocar a una Convención Constituyente, y sólo debería convocar a un plebiscito por el Si o por el No para que la reforma quede vigente.
Claro que este camino tiene muchas espinas, ya que -como dijimos- necesita 8 votos, y hoy Arriba Chubut tiene sólo 6 en el bloque, y para colmo, la mayoría de la lista fue elegida por Juan Pablo Luque.
Está más que claro que no hay sintonía fina de Othar con el bloque oficialista, donde le reprochan que no hubo en 150 días una sola reunión con la bancada, mientras en el mismo período el intendente se ha sacado unas cuantas fotos con Nacho Torres y Ana Clara Romero. No sólo eso, tampoco los secretarios municipales visitan el Concejo.
Dentro del oficialismo llueven las quejas por la falta de “volumen político” del gabinete, donde ven absoluta falta de gestión de los funcionarios para resolver las demandas de la diaria, y observan al intendente muy cerrado sobre su círculo cercano, a saber, Sergio Bohe, Rubén Zárate y Ángel Rivas, sin ampliar el juego.
En esta línea crítica se inscriben el presidente del bloque, Marcos Panquilto, así como Maite Luque, Gabriela Simunovic y Ezequiel Cufré, todos ediles elegidos por el ex candidato a gobernador, Juan Pablo Luque. El bloque se completa con Ariel Montenegro (de la Uocra), y Mariela Aguilar.
Si ya de por sí Macharashvili estaría complicado con los propios, encima del otro lado tiene a la oposición, donde debería conseguir además otros dos votos como mínimo para una enmienda. En Juntos por el Cambio, están Luciana Ferreira, Martín Gómez, Ximena González y la reemplazante de Tomás Buffa, Gimena Borquez, que provienen de la Juventud PRO y responden a la influencia constante del diputado Emanuel Fernández, que es una especie de lugarteniente de la diputada Ana Clara Romero en el Concejo, y está permanentemente en el bloque -sobre todo en las sesiones- apuntalando discursos críticos.
En esa bancada, sólo el concejal Pablo Bustamante proviene del radicalismo, pero está alineado con sus pares del PRO. Esas cinco bancas no parecen terreno fértil para que un intendente del PJ vaya a buscar votos para presentarse a una reelección.
Y finalmente queda la figura del bloque unipersonal de Omar Lattanzio, quien es difícil de encasillar, ya que va y viene en sus posturas, y acomoda discursos según el momento: puede defender o criticar al gobierno de Milei, o estar a favor o en contra del gobierno de Ignacio Torres, según el tema y la época. Una figura impredecible.
La vía judicial
El repaso anterior sirve para mostrar que el actual intendente no la tiene nada fácil para intentar una votación con mayoría especial para una enmienda constitucional, algo que seguramente intuye, por lo cual, se analiza un Plan B que nadie va a reconocer públicamente, pero que está latente: la vía judicial.
Para entender de qué se trata, hay que leer el artículo 322 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, que habilita el planteo de una “acción meramente declarativa de certeza”.
Se trata de una acción que se habilita ante determinadas circunstancias, para despejar un estado de incertidumbre, cuando éste constituya causal de alguna lesión o perjuicio. A ello debe agregarse que el perjuicio carezca de otra medida legal para este fin. Se trata de una acción que es excepcional y autónoma, y que no tiene antecedentes en materia electoral en Chubut.
De avanzar Macharashvili con un planteo de este tipo al STJ, sería para determinar si el artículo 93 de la Carta Orgánica le impide presentarse a un nuevo mandato. El texto reza lo siguiente: “el Intendente y Viceintendente duran en su mandato cuatro (4) años, pueden ser reelectos o sucederse recíprocamente por un nuevo período. Si han sido reelectos o se han sucedido recíprocamente, no pueden ser elegidos para ninguno de ambos cargos sino con el intervalo de un período. Cesan en sus funciones el mismo día en que expire el mandato sin que evento alguno que lo haya interrumpido sea motivo para que se les complete más tarde”.
Si bien la redacción habla de la fórmula y es bien explícita, recurrir a la corte provincial, más que una vía judicial parece una última chance política: el objetivo sería apostar a los votos de un tribunal que tenga una interpretación abierta, y que pueda llegar a adoptar un criterio de no coartar la participación democrática.
Sería un último recurso, un manotazo de ahogado, pero se sabe que la política es el arte de lo posible, y no hay que dejar de observar los buenos vínculos de Macharashvili con el poder político provincial. De confirmarse este camino, sería una apuesta con una chance abierta que -aunque mínima- chance al fin.
El regreso
El principal fantasma que tiene hoy en frente Macharashvili es de su mismo color político. Al gobierno peronista de Othar, le aparece como rival a futuro otro peronista como Juan Pablo Luque, último intendente y cuya gestión muy cercana, con índices de aceptación por parte de los vecinos, es tomada como la comparación inevitable en materia de obras e inversiones.
Luego de perder con Torres la disputa a la gobernación y terminar su mandato el 10 de diciembre, Luque se retiró un tiempo de los primeros planos de la arena política para dedicarse a la Fundación Misión Atlántico, ámbito que comparte con el diputado radical Facundo Manes, con quien tiene una excelente relación desde hace años.
Juntos viajaron a Europa, donde presentaron el Congreso Internacional Our Ocean, en Atenas, el proyecto de ley para proteger el Mar Argentino, y estuvieron con el organizador John Kerry, quien fuera Secretario de Estado del ex presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Durante su estadía europea, Luque mantuvo además un encuentro con el Papa Francisco, que difundió a través de las redes sociales, mostrándose como sobrevolando la agenda local del día a día. Pero a su regreso, retomó la actividad política en Comodoro a pleno, y está dando mucho que hablar en los círculos políticos.
Sus cercanos cuentan que en realidad se está dedicando a atender el teléfono ante los llamados de dirigentes barriales y asociaciones civiles que dicen estar a la deriva ante la falta de gestión municipal. La explicación de Luque es que como no les atiende el gabinete de Othar, no los va a dejar solos.
Siente que aún cuenta con buena imagen entre los vecinos y se muestra preocupado ante la falta de inversiones y de obra pública, que puede traer desocupados en la Uocra y también en el ámbito petrolero, si YPF se retira de la ciudad. En privado, es durísimo contra las tres gestiones actuales, la municipal, la provincial y la nacional.
Especialmente, cuestiona el rol “pasivo” de Othar frente al liderazgo del gobernador Ignacio Torres, que viene a Comodoro a coparle la parada. “Habíamos logrado manejar la agenda política en las últimas gestiones y ahora la perdimos a manos del valle”, se lamenta Luque ante su entorno.
La misma crítica se oye en el bloque de concejales oficialistas y se recrudeció esta última semana con la entrega de 15 ambulancias a municipios por el acuerdo con Axel Kicillof, donde ninguna le tocó a la ciudad petrolera. En bloque, desde Arriba Chubut se salió a hablar de “desprecio” de la gestión Torres hacia Comodoro, mientras que Macharashvili estuvo en el acto, y luego hizo un tibio posteo de lamento en sus redes.
Todo el arco peronista local, de Carlos Linares para abajo, protesta y patalea cada vez que ven al sombrero de Othar en fotos en redes sociales con Nacho Torres e incluso a veces con Ana Clara Romero, quien le ha negado apoyo con sus concejales en determinados temas clave. Pretenden un intendente que se plante ante Provincia y no uno que tenga una actitud servil.
En la semana, medios del valle publicaron declaraciones del mismo Othar desmintiendo que hubiera una desinversión provincial en su ciudad, lo que agregó nafta al fuego. En off, desde el municipio dijeron que los dichos fueron exagerados y sacados de contexto, pero en público, no hubo aclaraciones.
La primera pelea
Todavía no se puede hablar de 2027, porque en esta provincia, tres años son una eternidad, es casi ciencia ficción. Pero lo cierto es que ante las preguntas e inquietudes de su círculo íntimo, Juan Pablo Luque responde que todo es muy dinámico y todavía no tiene nada definido, ni cuenta con plan prestablecido de ser candidato a nada por el momento.
Lo que sí es cierto, es que no descarta nada, y eso significa que no sólo podría volver a ser candidato a la intendencia, sino que mucho antes, en 2025, muchos lo ven jugando una postulación a diputado en la elección de medio término. A esto, Luque no confirma ni desmiente. Por ahora se mantiene como un francotirador, chicaneando en redes como pasó con la visita de Kicillof, y haciendo política en los barrios comodorenses.
Donde sí en lo inmediato se va a jugar la primera disputa entre Othar y Luque va a ser en el Partido Justicialista, que tiene fecha de elección de autoridades el próximo 29 de septiembre.
Lo más probable es que haya una lista de “unidad” dentro de las trabas que impone el sistema de distrito único, y que todo se defina en una elección de mesa chica entre los consejeros provinciales, que votarán por el nuevo presidente y la mesa de conducción.
Para ese puesto, Macharashvili ha reconocido públicamente sus aspiraciones, y si bien Luque no irá a título personal, se sabe que tiene un candidato propio, que es el actual diputado provincial Gustavo Fita, quien se mostró muy activo durante la visita de Kicillof el último miércoles.
“Vamos a hacer lo imposible para que nuestra línea maneje el partido” es la frase que se escuchó a Luque en algunas reuniones, lo que significa que está dispuesto a dar la pelea por un PJ con una identidad combativa contra la gestión de Ignacio Torres, frente a una actitud más pasiva que simboliza alguien como Othar.
Está en juego el rol de oposición de un partido que está siendo amenazado por un gobernador que no para de elaborar estrategias para “comerse” a sus principales figuras, y que va a jugar a fondo para que Luque no crezca.
Es cierto que hay otros actores, como los hermanos Ricardo y Gustavo Sastre, el trelewense Emanuel Coliñir, o el esquelense Manuel Peralta. Pero buena parte de la pelea del peronismo se va a dar en la ciudad petrolera, que ha tenido a los últimos presidentes y va a tratar de conservar ese espacio de poder. Macharashivili y Luque son las dos caras visibles de esa discusión que tiene matices.
Actor clave
El análisis de este momento de ebullición peronista en Comodoro no puede terminar sin mencionar a un tercer actor clave en esta interna entre Othar Macharashvili y Juan Pablo Luque, como es el actual viceintendente Maximiliano Sampaoli.
Como se sabe, el ex secretario de Gobierno de la gestión anterior terció hasta último momento por ser candidato a intendente, y finalmente aceptó bajarse para integrar la fórmula con Othar, que los llevó al triunfo por amplio margen.
Se trata de una figura que integraba el entorno de Luque, con quien aún mantiene un contacto, -aunque es cierto que se enfrió bastante la relación- pero que no se debe olvidar que tiene vuelo político propio. Fue parte de un equipo con alto volumen de gestión, tiene experiencia, conoce como pocos el ambiente político y social de la ciudad, y tiene mucho para aportar.
La relación entre Macharashvili y Sampaoli es de un diálogo fluido, pero ese ida y vuelta no es simpático y está repleto de cruces: las discusiones entre ambos son fuertes, y los separan criterios de gestión, con críticas muy intensas del vice que pide más protagonismo.
A Sampaoli le preocupa el bajo volumen de gestión, la falta de acción de un gabinete dormido, y si bien no puede decirle al intendente a quién poner y a quién sacar, el dato novedoso es que le exigió que le de más protagonismo, incluso a nivel físico: va a comenzar a ocupar una oficina en el edificio municipal, saliendo un poco del ámbito legislativo, para empezar a resolver los problemas ejecutivos diarios.
“Voy a hacer que las cosas sucedan”, prometió Maxi al pedir un despacho, y de este modo, asumió un compromiso a pleno con la gestión. Es un dato muy fuerte que puede cambiar el escenario político local, porque no hay que olvidar el pasado reciente: todos los intendentes desde 2015 habían ocupado previamente el sillón de vice, como pasó con Linares, Luque y Macharashvili.
La experiencia muestra que ese cargo suele ser el trampolín político a la conducción del Ejecutivo y tranquilamente podríamos estar frente a un “déja vu”. Con esto queremos decir que hoy la disputa en el peronismo comodorense parece circunscripta a Macharshvili y Luque, pero sería un error dejar de lado a Sampaoli.
Como se ve, el clima político hierve, y claro que no se agota sólo en el peronismo, ya que hay más actores de otros colores políticos dentro de Comodoro que también van jugando sus fichas para lo que viene. Pero esa historia, será parte del próximo capítulo.