Voy a contarles una situación cotidiana. Esta semana charlaba con una vecina acerca de los desafíos para el 2025 y lo intenso que será por el año electoral. Su cara fue de “no entiendo nada” y disparó: “¿Cómo electoral?”. Al informarle que el año entrante, los argentinos elegimos la renovación de 127 bancas de la Cámara de Diputados y 24 de las 72 del Senado, su cara fue de “me quiero matar”. Mi vecina se limitó a expresar “Uh, ¡No me digas eso!”. Cuando se dan estos intercambios, me doy cuenta que los periodistas y políticos vivimos en un micromundo en el que interactúan aquellos ciudadanos politizados, militantes. Nada más. ¿Será resto necesita que la vida tenga una dosis de templanza y sanidad? ¿Será que hay población que no necesita estar alterados y por eso el gobierno de Milei logró avanzar, incluso, en puntos impensados por otros políticos?

Por el motivo que sea, pero el gobierno festeja logros. ¿Le agradecerá a Papá Noel? El riesgo país logró romper la barrera de 700 puntos, los salarios crecieron 4,6%, la inflación fue del 2,7% y logra superávit fiscal.  

La Nación

El contrapeso de todo, es que la situación no es agradable. Aún en eso, el gobierno, puede exponer datos concretos para pensar que el camino es el correcto. Un informe del Ministerio de Capital Humano, con base en datos del INDEC, aseguró que en el tercer trimestre del año la pobreza cayó hasta 38,9%, lo que implica una reducción de 14,4 puntos con relación a la última medición, realizada en el primer trimestre del año (52,9%).

Todavía no es suficiente para la sociedad. Y, la mayoría de los especialistas, aseguran que es muy difícil sostener el programa económico mileísta. ¿Y el programa comunicacional?

El gobierno se recuesta en la grieta profunda. La polarización y el poco apego a las formas, son cartas predilectas del juego oficialista. No hay lugar para los moderados. Menos en clave electoral. Más allá de los datos y de los logros, la meta crucial es conseguir victorias en las urnas del 2025.

EFE

Karina Milei está a la cabeza de dos misiones: quitarle al PRO la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y ganar terreno en la Provincia de Buenos Aires. No importa tanto si Manuel Adorni y Patricia Bullrich se van al exterior de vacaciones o no. La espuma que se dio esta semana alrededor del receso de verano terminó siendo superflua. Lo que se busca definir en los próximos meses es la estrategia para conseguir bancas. Y, en eso, todavía no hay tantas certezas. Si bien todo implica que, en CABA, podrían empujar a competir con el PRO, en la Provincia sería “socios”. Es la rosca de verano. Es la misma rosca que va a circular en las clásicas reuniones de Mauricio Macri en Cumelén, el paradisíaco country de Villa La Angostura, donde el ex presidente tiene casa. Es la misma rosca política que bate a todo ritmo el peronismo en la interna encarnizada entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner. Esa batalla no se apaga y, si bien hay varios peronistas de un lado y otros del otro, hay “compañeros” que no saben para que lado “rosquear”. A la entrada de un año importante para la política, Cristina quiere la sumisión de Axel y él responde con sutilezas, silencios y una frase independentista: “Tengo la obligación de ponerme al hombro la construcción de un frente político”, dijo al finalizar la semana.

Mi vecina seguro no esta enterada de las riñas de unos y otros.  De si van juntos o separados en las elecciones. De quien juega para quien. Porque la política sigue siendo lo que siempre fue: una pelea entre varios, una rosca entre algunos.

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