El debate de la dolarización de la economía argentina se introdujo con fuerza en los últimos días, a partir de la propuesta que impulsa el candidato presidencial Javier Milei. ¿Es posible esta alternativa para el país? ¿Qué consecuencias implicaría? En ese informe, ventajas y desventajas para profundizar una discusión que crece.

Uno de los impulsores de esta polémica iniciativa en el país es el economista Emilio Ocampo, autor del libro “Dolarización, una solución para Argentina”, junto a su par Nicolás Cachanosky.

“Sin estabilidad monetaria no hay crecimiento posible –dijo durante una reciente presentación-. La inflación y la desvalorización del peso, en relación a los bienes, es reflejo de desequilibrios estructurales de larga data”.

Para el economista, uno de los planes que mejor resultado dio fue la ley de convertibilidad, en la época del dólar ‘1 a 1’, por los indicadores que trajo aparejado ese período, a partir de una rápida disminución de la inflación y un importante período de crecimiento económico.

Tapa del libro en el que se fundamenta la propuesta de dolarizar la economía, que es impulsada hoy fuertemente por Javier Milei.

Aunque no lo dijo, hay que recordar que esa etapa coincidió también con un alto índice de desempleo, algo que Comodoro Rivadavia sufrió especialmente con la privatización de YPF, llegó a ser en 1993 la ciudad con el peor indicador del país, manteniéndose entre los primeros lugares de ese ranking en los años siguientes.

Javier Mieli concitó mucho interés en su paso por Comodoro Rivadavia, el pasado 11 de marzo.

Otro economista, de mirada diametralmente opuesta a la de Ocampo, aporta en ese punto otro dato para complementar el análisis: “La convertibilidad se pudo sostener mientras había empresas públicas para privatizar, que generaban el ingreso de dólares, pero después estalló cuando no había más bienes para vender”, dijo Federico Budassi, anaslita de datos Económicos del Centro de Economía Política (CEPA), consultado para este informe de ADNSUR.

TRES RAZONES PARA HACERLO AHORA 

Para Ocampo hay tres razones principales para reemplazar el peso por el dólar en la economía argentina:

1) “Ya estamos dolarizados de facto –dijo en la presentación-. Los argentinos dicen ‘el peso no sirve para nada’. Si alguien quiere comparar un departamento o una empresa necesita hacer cualquier operación importante, todo se hace en dólares. Sólo el 16% de la liquidez actual es en pesos. El resto, se hace en dólares. Hoy tenemos una dolarización de facto, con todos los costos, pero sin ninguno de los beneficios que podría traer.

Nicolás Cachanosky y Emilio Ocampo, economistas que impulsan la dolarización en el país.

2) “La segunda razón es que tenemos un gobierno con una deuda de 250 mil millones de dólares, lo que significa un Estado con un descalce cambiario fenomenal. El PBI puede ser de 400 ó 450 mil millones, pero esto genera una inestabilidad macro económica, porque los ingresos son en pesos y hay que pagar servicios en dólares de esa deuda.

3) Los cálculos sobre el dinero argentino en el exterior oscilan entre 350 y 450 mil millones de dóalres. “Es un montón de capital –sostiene Ocampo-, pero no hay chance de que parte de esto vuelva si no tenemos estabilidad monetaria. Con el peso como moneda, no los van a traer. El otro problema es que con este sistema actual, empujamos a la emigración del capital humano y entonces este dinero está dejando de ser argentino y nos perdemos las ventajas que tendría traerlo de nuevo”. 

A favor de la dolarización, Ocampo antepone experiencias como las de Ecuador y Panamá, al tiempo que asegura que quienes cuestionan la propuesta “no han analizado los datos de esos países”.

Como prueba, el economista asegura que el salario mínimo de Ecuador es de 500 dólares, mientras que sus indicadores de estabilidad y crecimiento económico

“Los resultados son contundentes: no sólo controlaron la inflación, sino que el PBI per cápita creció en dólares a un ritmo del 1,2% por año, incluso Panamá lo hizo mucho más rápido, porque Ecuador tuvo un gobierno populista tan malo como el nuestro”, enfatizó el economista, que reivindica al período de Mauricio Macri como un intento de racionalidad la economía del país, pero le cuestiona no haber ido a fondo con las reformas estructurales que se requerían.

¿QUÉ SIGNIFICA DOLARIZAR LA ECONOMÍA?

Dolarizar la economía significa reemplazar los pesos en circulación por dólares, que en principio deberían ser los del Banco Central. Si bien en teoría se podría apelar a préstamos externos para obtener más dólares antes de la medida, los niveles de endeudamiento del país no parecen aconsejable ese camino.

Para saber entonces de cómo se tendría que hacer la cuenta y el tipo de cambio resultante, vamos a recurrir a un documento recientemente elaborado por Fundar, una organización dedicada al estudio y la ciencia de datos, con el objetivo de contribuir a la construcción de políticas de igualdad en el país:

“A comienzos de marzo de 2023, las reservas netas22 del BCRA eran cerca de 2.300 millones de dólares –señala el trabajo, que aborda un profundo análisis crítico de la propuesta de dolarización-. Con eso, si se quisiera reemplazar únicamente la base monetaria (5.242.210 millones de pesos –ó 5,24 billones-), el tipo de cambio de conversión sería alrededor de 2.280 pesos por dólar”.

“Sin embargo –añade el documento-, los depósitos de la sociedad argentina tienen como contrapartida los pasivos remunerados del Banco Central (Leliqs, plazos fijos, etc). Entonces, si además de la base monetaria se quisiera convertir estos pasivos (11.017.136 millones de pesos -léase 11 billones-), el tipo de cambio de conversión ascendería a aproximadamente 7.070 pesos por dólar”.

La impresión de billetes hace crecer cada vez más la base monetaria y para dolarizar, hay que dividir la cantidad de pesos por las reservas del Banco Central. Cuanto más pesos circulan, más alto sería tipo de cambio. Foto: Perfil.

Sobre esa base podrían sumarse, eventualmente también, los títulos públicos nominados en pesos, de los que la gente buscaría desprenderse, queriendo canjearlos a su vez por dólares, lo que terminaría provocando un tipo de cambio más elevado aún. 

En contra del argumento anterior, los defensores de la dolarización aseguran que al eliminarse el Banco Central, la liquidación de activos de esa institución compensaría la demanda de dólares, ya que deberían canjearse por bonos emitidos bajo ley Nueva York.

“En la práctica –añade el documento de Fundar al evaluar ese fundamento-, esta propuesta implica obtener financiamiento en los mercados internacionales, lo que reduciría el tipo de cambio de conversión y haría más factible la implementación de la dolarización. Sin embargo, el principal problema práctico de este planteo es que presume que Argentina recupera el acceso a los mercados internacionales y que el precio de los bonos sube considerablemente o, lo que es equivalente, que el riesgo país se desploma (a un nivel de 1000 puntos básicos). En otras palabras, se reedita la teoría de la ‘lluvia de inversiones’”.

En definitiva, la contracara de esa teoría optimista de los defensores de la dolarización es que no hay garantías de que llegue la lluvia de inversiones:

“Se argumenta y se espera que el solo anuncio de la dolarización y las reformas necesarias para aplicarla serán suficientes para restaurar la confianza de los mercados internacionales en Argentina -señala Fundar-, olvidando las décadas previas de cese de pagos (defaults), intervención del INDEC, confiscación de depósitos, etc. En otras palabras, el planteo equivale a dolarizar con acceso a los mercados financieros, para nada garantizado y muy poco probable”.

EL EFECTO QUE PODRÍA IMPLICAR PARA LOS SALARIOS UN TIPO DE CAMBIO DE ENTRE $2.000 Y $7.000  

Por estos días se han escuchado comentarios de gente que, en su buena fe y tratando de encontrar una salida a la asfixiante inflación, puede llegar a decir: “estoy de acuerdo con los que quieren dolarizar, porque voy a cobrar mi sueldo en dólares”.

El tema a considerar respecto de los salarios actuales es, precisamente, qué tasa de conversión se aplicaría. Por ejemplo, con el salario mínimo vital y móvil de abril, que se ha elevado a $80.342, la conversión al dólar ‘blue’ de $435 al momento en que se escribe este informe, arroja un monto actual de 184 dólares. Ahora bien, si la tasa de conversión de $2.000 por dólar, entonces el salario mínimo, que ya en la actualidad es el más bajo de Latinoamérica, caería hasta 40 dólares.

Puede pensarse también en un sueldo promedio de $250.000 para la región, que al tipo de cambio actual equivale a unos 574 dólares, pero al convertirse por $2.000 por dólar caería hasta los 125 dólares mensuales. Y si la teoría de la “lluvia de inversiones” no se cumpliera y hubiera que dividir por $7.000, entonces el sueldo promedio caería hasta los 35,7 dólares.

El problema se agrava al considerar que los precios de los alimentos y todos los insumos de la vida diaria también se convertirían a ese tipo de cambio mucho más alto, según advirtió el economista Facundo Budassi:

“Si reconocemos que el problema del país es la inflación y que ésta se genera por la falta de dólares, porque no los tiene para producir, esto sería mucho peor porque todos los precios de la economía se van a multiplicar por esa tasa de conversión. Entonces vas a cobrar en dólares, está bien, pero un sueldo mucho más bajo, para comprar productos. es decir alimentos y todo lo que se necesita para vivir, mucho más caros”.

El riesgo de la dolarización es que los salarios se licúen más fuerte, aún, frente a una inflación que se alimentaría con el traspaso a precios de un tipo de cambio mucho más alto que el actual.

“Además de renunciar a la soberanía de emitir la propia moneda, sólo viviríamos de las divisas que genera el agro y estaríamos atados a lo que suceda –añadió -. Si tenemos otra sequía, van a ser miles de millones de dólares menos que circulan en la economía. No tiene sentido atarse al dólar, ahora que la hegemonía de Estados Unidos está cayendo. ¿Por qué no pensamos mejor en una moneda sudamericana, con todo el potencial productivo que tienen nuestros países?”.

LA DOLARIZACIÓN Y LOS RECURSOS NATURALES

Para el ex rector de la Universidad Nacional de la Patagonia, Jorge Gil, “la principal consecuencia sería el empobrecimiento general de la economía popular, que incluye a las pequeñas y medianas empresas, junto a las familias consumidoras. Esto pasa porque en términos reales, los precios se van a consolidar a un valor económico por encima de los salarios y esto no se podría modificar en el futuro, excepto por los aumentos en la productividad”.

Desde esa perspectiva,  dijo el docente, la teoría neoliberal establece la imposibilidad de que los salarios crezcan por encima del nivel general de precios, al tiempo que advirtió que “también los recursos naturales se van a monetizar en el mercado financiero, lo que va a salir del país bajo la forma de pago de préstamos, intereses y servicios de la deuda".

“La estructura de precios actuales en pesos quedaría sobrevaluada por la alta inflación del país en los últimos años y esto implicaría que los precios en dólares, de los productos que el trabajador va a consumir con sus 100 dólares mensuales (en el mejor de los casos), va a seguir siendo insuficiente para la compra de una canasta de bienes –concluyó el analista-. Y la posibilidad de modificar eso deja de depender del país y quedaría atado a las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos". 

Ante la consulta de cómo se podría mejorar la productividad real, a fin de lograr un mayor ingreso de dólares, respondió que esto significa exportar más: "esto significa extraer más productos de la naturaleza, porque el 90% de la producción argentina son productos naturales, con muy bajo valor agregado. Esto significa extraer más petróleo, más oro, más litio. En esta dinámica de la finanzarización, el dólar actúa como un gendarme el sistema”. 

El ingreso de dólares al país puede obtenerse por vía de mayores exportaciones.

El documento de Fundar concluye, por su parte, que se pueden buscar alternativas para fortalecer la moneda, en base a estrategias que deben tomar como punto de partida que otros países latinoamericanos (Brasil, Chile, Uruguay) lograron estabilizar su economía sin apelar a decisiones tan drásticas como la dolarización, más allá de que ésta existe en términos financieros (como ocurre con el dólar como moneda de ahorro).

“Se trata de un proceso que, como muestra la experiencia regional, lleva tiempo. La necesidad de sostener las medidas requiere de encontrar mínimos denominadores comunes para defenderlas, con independencia del signo político de quien gobierne”.
 

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